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El libro de tu vida
Solo un corazón que es verdaderamente libre puede amar en plenitud.


Por: Rogelio Suarez LC | Fuente: elblogdelafe.com



A lo largo de la historia hemos tenido grandes escritores como Dostoyevski, Cervantes, Dante, entre otros. Ellos son reconocidos por su estilo de escritura y narración. Pero no sólo ellos son grandes escritores, también cada uno de nosotros.

Todos tenemos en nuestro interior un pequeño escritor.

Hemos escrito, estamos escribiendo y escribiremos cada palabra, cada letra de nuestro libro.

Nuestra vida es un gran libro que contiene partes tan hermosas que superan cualquier literatura. De nosotros depende el estilo que queramos ponerle a nuestra vida.

Todos los autores de vez en cuando dan una releída a todo lo que llevan escrito por si se les ha olvidado algo o para ver si hay errores y corregirlos. Nosotros debemos dar un gran repaso de nuestra vida, leyendo desde la página cero hasta la actual. Hemos escrito durante tantos años sin darnos cuenta de lo que hacíamos y hay partes en las que no hemos escrito nada. Hemos dejado espacios en blanco, incluso hojas enteras. También hay otras en las que hemos escrito cosas que nos dan vergüenza. Éstas son heridas que tenemos y que hay que curar.



Es normal que sintamos miedo por encontrarnos con hechos que no queremos volver a verlos ni tampoco volver a vivirlos.

No tengamos miedo de releer nuestra vida, de reencontrarnos con hechos que nos han verdaderamente marcado, que han arrugado nuestra hoja.

Reconocer cada uno de los “errores” (por así decirlo) nos libera, y éste es el primero de tres pasos.

No sólo basta con conocer las páginas que están mal escritas, sino también debemos de “aceptar” esas páginas como están. A diferencia de los que escriben en papel y hacen correcciones, nosotros no podemos borrar nada de nuestro libro. Pero lo que sí podemos hacer es aceptarnos como somos. Así como somos es como Dios nos ama: «Dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado y yo te amo» (Is 43, 4).

Si conocemos nuestro libro y lo aceptamos tal como lo hemos escrito, seremos más libres en nuestro interior. Esta libertad interior la vemos con mucha claridad en la «viuda pobre» del Evangelio. Ella reconocía su condición de vida pobre y se había aceptado tal cual.



El tercer paso de conocerse y aceptarse es el de caminar de la mano de Dios. Comenzar a escribir junto con Él.

La libertad interior nos hace actuar con recta intención, con gran humildad y una enorme generosidad. La intención de la viuda pobre no es la misma que la de los escribas. Su humildad está en reconocer su verdadera situación y su generosidad está en dar lo que ella más necesitaría.

Al igual que nosotros, los grandes Santos han leído su vida, se han conocido, aceptado y han comenzado a caminar de la mano de Dios. Lo vemos claramente en San Agustín, que en su vida pasada tenía muchas hojas arrugadas y manchadas, pero decidió aceptarse y liberarse para poder amar. Él lo resume diciendo: «Ama y haz lo que quieras».

Solo un corazón que es verdaderamente libre puede amar en plenitud. Quien se sabe amado por Dios independientemente de cómo ha escrito su libro está siendo lo que en verdad es, está siendo él mismo.







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