Menu


¿Cómo lograr ser santo?
Todos estamos llamados a ser santos, descubre el camino


Por: P. José Luis González Santoscoy | Fuente: PadreJoseLuisGS.com



Muchas veces se nos olvida que todos estamos llamados a ser santos, o bien, nos da flojera luchar por ser santos, porque nos parece que ser santo es algo aburrido o algo hecho para gente rara, amargada o de otra época. Y no es cierto, al contrario, la santidad es expresión de una vida vivida en plenitud y felicidad.

Los santos, son todas aquellas personas que han llegado al cielo. La santidad se debe vivir todos los días, nos cuesta imaginarnos un santo con pantalón vaquero y una vida tan normal como la nuestra. Ser santo lo hemos identificado con ser raro, aburrido o absurdamente sacrificado. Naturalmente esta figura de santo tiene poco atractivo. En otras ocasiones identificamos al santo con el ser perfecto y concluimos que deben ser cosas de otras épocas, porque hoy en día hay gente buena y hasta muy buena pero perfecto es algo que no podemos decir de nadie que hayamos conocido.

Jesús en el Evangelio de Mt 5, 1-12 nos propone el camino para ser santos:

En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos, puesto que de la misma manera persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes”.



Todos queremos ser felices, pero buscamos la felicidad conforme tengamos nuestro concepto de felicidad establecido, algunos lo entienden en: riqueza y dinero, éxito y posición social, seguridad y amor, poder y dominio, sexo y placer, etc. Pero hoy Jesús nos propone un camino totalmente diferente y nuevo para alcanzar la felicidad, nos da nueve senderos nuevos para que podamos encontrar la plenitud en nuestro corazón. 

Es una propuesta nueva porque nadie, antes de Jesús, lo había planteado, y es revolucionaria porque a los ojos del mundo es utópico poder vivir lo que Jesús nos presenta. Pero escuchamos que Jesús subió al monte y se sentó, es la actitud de enseñanza. ¿Qué enseña? Cómo hemos de vivir si queremos tener el Reino de los cielos. Es una enseñanza básica, sensata, llena de cordura, pero lo más interesante es que está llena de coherencia de su parte porque él mismo ha vivido todo eso.

Enseña 8 bienaventuranzas básicas que las pueden vivir todos los hombres, incluso un no cristiano pudiera estar de acuerdo con ellas y vivirlas, pero luego llega la novena, bienaventurados son si por mi causa los persiguen, los injurian, ese día alégrense. No se puede entender todo lo que el Señor ha dicho antes sin este pasaje, ya que esto corona y purifica todo lo anterior que hayamos hecho por el Señor, esto nos refiere a un amor de caridad, de entrega, de donación.

Me llama mucho la atención dos bienaventuranzas en particular y es con la que inicia esta carta magna, la pobreza de espíritu. Es la invitación a desprendernos de todas esas falsas posesiones de nuestro corazón, las cuales son presentadas por el mundo como nuestra felicidad, pero en realidad no lo son, y hasta que no las eliminemos, no podremos dejar que Cristo habite en nuestro corazón, no podremos entrar en el camino del Señor hasta que no seamos verdaderamente pobres, hasta que nuestro corazón no tengo ningún tipo de apego. La pobreza de espíritu es el que se sabe necesitado de Dios, es el que no se basta a sí mismo, es el que dice, todo es de Dios, todo te lo debo a ti, etc.

Recordemos que la escritura nos habla de los Anawím que eran los pobres de Yahvé, los que vacíos de sí mismos, esperaban todo de Dios, esta debe ser nuestra primera y principal actitud en la vida para poder dejar a Dios hacer su obra en nosotros, esperarlo todo de Él.



Finalmente me llama mucho la atención la bienaventuranza referida a la limpieza de corazón, ya que es la única bienaventuranza que nos promete la visión de Dios. Esa limpieza nos hace reconocer a Dios en nuestros hermanos, pero cuando no tenemos a Dios, cuando no tenemos pureza en el corazón no ves al mismo Dios, y entonces, utilizas al otro, te servirás de ellos y no como servir a ellos. La pureza nos ayuda a ver y a reconocer a Dios en nuestros hermanos necesitados.

Pidámosle a Dios que nos dé la valentía para saber renunciar a todas las falsas posesiones de nuestro corazón, saber deshacernos de todos aquellos apegos que se han instalado y que no nos dejan tener un corazón limpio y, por lo tanto, no nos permiten ver y reconocer a Dios en nuestros hermanos.

Artículo originalmente publicado en PadreJoseLuisgs.com

 







Compartir en Google+




Consultorios
Reportar anuncio inapropiado |