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Homilia del 17 de Diciembre 2018

Genealogía de Jesucristo, hijo de David
Jesús no es un Mesías sin antecedentes, sin relaciones, sino que toma toda la historia de la humanidad


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato | Fuente: Catholic.net



Génesis 49, 2. 8-10: “No se apartará de Judá el cetro”

Salmo 71: “Ven, Señor, rey de justicia y de paz”

San Mateo 1, 1-17: “Genealogía de Jesucristo, hijo de David”

 

En una acomodada e intencionada genealogía nos da a conocer hoy San Mateo la cercanía de Jesús a su pueblo y su encarnación en la historia. Jesús no es un Mesías sin antecedentes, sin relaciones, sino que toma toda la historia de la humanidad. Es cierto que San Mateo busca proponernos nombres y números que pueden ir más allá de una historia científica, pero que tiene una gran intención teológica. Juzga muy importante ofrecernos estas listas de nombres para situar a Jesús en un espacio y un lugar muy concretos, con sangre e historia de humanidad, con rastros de pecado y de luces fulgurantes.



Cristo se hace carne concreta en la historia del hombre. Esta es la gran verdad que recordamos en Navidad, pero que a veces dejamos muy lejana de nuestras historias y de nuestros acontecimientos. Como si Belén quedara a miles de kilómetros y el acontecimiento hubiera sucedido muchos siglos atrás.

San Mateo nos invita a hacerlo presente. Quizás sería conveniente que miráramos nuestra propia historia, la de nuestra familia y nuestras comunidades, con sus luces y sus sombras, y allí pudieran situar la venida de Jesús. El Génesis recoge los inicios de una promesa que en medio de vicisitudes se prolongará por muchas generaciones. Nos presenta este texto a Jacob anciano que divisa ya el cetro del Mesías en la tribu de Judá y en la descendencia de David. Pero este cetro, el Mesías, no se encierra en las fronteras de un pueblo, recogiendo la promesa a Abraham se abre a todas las naciones. El salmo recoge el grito de todos los pueblos: “Ven, Señor, rey de justicia y de paz”.

Que expresa toda la necesidad de la humanidad pero al mismo tiempo, toda su esperanza. Hoy más que nunca, se hace estremecedor este grito de las ingentes multitudes que se sienten perdidas y no encuentran verdadera justicia y no hallan caminos de paz. Así se unen las lecturas en una esperanza y en una necesidad: la esperanza del Mesías que llega y la necesidad de verdadera justicia y paz. Señor Jesús, que te haces niño para participar de nuestra historia, al saberte parte de la humanidad nos haces sentir más cerca de Ti, porque tu humanidad nos hace comprender nuestra propia fragilidad pero al mismo tiempo nuestra grandeza. Si nos amas tanto, es porque somos imagen de tu Padre y vale la pena tu Encarnación en medio de nosotros.

Concédenos que busquemos la verdadera conversión, que dejemos nuestras oscuridades y construyamos los caminos de justicia que hagan posible la paz. Que encontremos el camino al que Tú nos llamas en nuestro retorno al Padre.
 









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