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La ultima variante de la eutanasia: "La preventiva"
A veces tiene lugar tras el diagnóstico de una enfermedad degenerativa, pero mucho antes de su desarrollo total


Por: Carlos Alvarez Cozzi | Fuente: Catholic.net



Cuando se podía pensar que la eutanasia ya había previsto todas sus variantes, en especial en Holanda y Bélgica: primero para enfermos incurables, luego para menores que no desearan vivir más, luego para personas que ni siquiera eran enfermos o ancianos pero que tampoco deseaban vivir más, incluso para aquellas que ni siquiera la hubieran solicitado  y ahora la última ocurrencia asesina es la de la “eutanasia preventiva”. Algo así como pido que me maten por si en un futuro tengo alguna enfermedad o algún dolor, lo cual es imprevisible y está en la naturaleza de la fragilidad humana. La contracara de la enfermedad ya no sería la salud sino directamente la muerte, Como si la muerte fuera una mercancía a consumir al alcance de la mano o del bolsillo.

Una vez que se acepta la eutanasia el problema pasa a ser cuándo se aplica. En Holanda, por ejemplo, se han inventado la eutanasia preventiva. A veces tiene lugar tras el diagnóstico de una enfermedad degenerativa, pero mucho antes de su desarrollo total. Como en la historia de Annie Zwijnenberg.

“En Holanda, tierra de tulipanes y de crisantemos, se han inventado la eutanasia preventiva, es decir, se quiere evitar que el paciente sufra poniendo fin antes de tiempo a su existencia. Mejor prevenir que curar. Traducido: mejor anticipar la muerte que curar. En este caso la enfermedad se llama vida y la cura, muerte.”

Una vez que se acepta la eutanasia el problema pasa a ser el cuándo. Dicho en otras palabras, pongamos que sea justo matar a una persona para no hacerla sufrir, tanto física como psicológicamente. ¿Cuándo es el momento de matarla? ¿Antes de que sufra de una manera indecible, antes de que empiece a sufrir de manera incluso soportable, antes de que pierda la conciencia, la lucidez? Esta pregunta se la han planteado en Holanda, sobre todo en relación con este último aspecto. De hecho, para acceder a la eutanasia en los Países Bajos hace falta que la decisión del paciente sea plenamente libre, que se dé una condición de "sufrimiento insoportable sin perspectiva de mejorar" o también que se prevea qué pasará (requisito, el de la imposibilidad de mejoría, que atañe a todos los mortales) y que no exista "ninguna alternativa razonable" (también éste, un requisito que está presente en la existencia de todos nosotros, porque la muerte es inevitable para todos).

Estos fenómenos son el resultado del relativismo ético receptado por la legislación de algunos países, que llevan al absurdo contrario a la ley natural. Porque en definitiva la vida nos fue dada, no somos propietarios de la misma. Y tampoco deberíamos poder disponer libremente de ella. Sí es razonable que el paciente se niegue a recibir tratamientos que signifiquen un encarnizamiento terapéutico que le alargue la vida pero sin chance alguna de viabilidad y sin eliminar tampoco el sufrimiento.

Esta es la deriva de la cultura de la desvinculación: tengo un problema, real o futuro, lo elimino acabando con mi vida. ¡Como si dijéramos que no habría enfermedad ni sufrimientos en este mundo si todos acabáramos con nuestra propia vida!. ¡Una locuta! ¡Una subcultura totalmente suicida! ¡Es necesario reaccionar ante tantos dislates!







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