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Escuchar la llamada como voluntad de Dios.
Si queremos que la joven vea la llamada de Dios como una forma de hacer la voluntad de Dios, debemos acrecentar su amor a Cristo.


Por: Germán Sánchez | Fuente: Germán Sánchez



Hacer ver a la chica que eso que está experimentando (sea lo que fuere), es voluntad de Dios, requiere de mucha prudencia y decisión.

Cuando una chica se pregunta seriamente por el derrotero que seguirá su vida, es una pregunta seria y que implican muchas consecuencias, pues está en juego su vida entera. Por ello, la directora espiritual tiene que ser clara en un punto. Si bien ninguna de las dos (directora-dirigida) sabe en este momento el camino que Dios quiere para la chica, cualquiera que sea la decisión que se tomará, será la voluntad de Dios para la chica. Al final del discernimiento, después de haber trabajado en su interior, deberá ser capaz de decir: "esto que Dios me ha hecho ver para mi vida, es su voluntad".

Dos son las virtudes que la directora espiritual debe pedir a la chica para que ella misma sea capaz de lograr escuchar la llamada como voluntad de Dios: generosidad y amor de Dios. Generosidad que se traduce en este momento como no ponerle trabas a lo que Dios quiera de ella. Es tener una actitud de apertura para indagar lo que Dios quiere de la propia vida. Una imagen, si me permiten, será la de "firmarle a Dios un cheque en blanco".

La vivencia de esta virtud podrá depender de muchos factores externos relacionados con la joven vocacional. Si ella ya hecho una elección en su vida o tiene planes muy seguros para el futuro, la generosidad le costará más. Si por el contrario, se encuentra en un periodo en que debe tomar decisiones para el resto de su vida, y aún no lo ha hecho, existen buenas probabilidades de que la chica vivirá con mayor facilidad la generosidad en este momento.

La generosidad dependerá también del aspecto en el que se hace presente la llamada de Dios y el apego que la chica tiene a lo que debe dejar. La voluntad de Dios no resquebraja, no tuerce, es tan sólo una sugerencia que se presenta a la persona.

Si hemos hablado de generosidad, tenemos por fuerza que mencionar que esta generosidad no nace tan sólo de la fuerza interior de quien quiere llevar a buen puerto esta empresa. No nos hagamos ilusiones: la vida tiene muchos altibajos y no habrá perseverancia alguna si se confía solamente en las propias fuerzas. Si esta chica elige cumplir con la voluntad de Dios y la decide llevar a la práctica con todas sus consecuencias, deberá sin duda alguna basarse en el amor, en el amor a Dios. Amor que no es un mero sentimiento, sino un darse, un buscar lo mejor para la persona amada. Y este amor deberá basarse y alimentarse con una relación personal, real y apasionada con Cristo.

Si queremos que la joven vea la llamada de Dios como una forma de hacer la voluntad de Dios, debemos acrecentar su amor a Cristo. "No es cualquier historia de amor, es la <> historia de amor por excelencia, aquella decisiva, aquella que responde a la historia de amor del Creador por la criatura, aquella que nace antes del origen del mundo y está destinada a no acabar jamás, a vivir en perenne frescura en la felicidad eterna"1.

Amor de Dios que no es un momento gozoso o de felicidad pasajero, sino una actitud de permanente respuesta a quien ya dio, en primer lugar, "su vida por mí".

Con estas dos virtudes, amor a Dios y generosidad, la chica podrá lanzarse a buscar la voluntad de Dios en lo que se percibe como una llamada.

NOTAS
1 Pier Giordano Cabra, Le icone della Vita Consacrata, Editirice Queriniana, Brescia, 2002

 

 

 

 



 

 

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