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25 de junio de 2019

¡Qué angosta es la puerta!
Santo Evangelio según San Mateo 7, 6.12-14. Martes XII del tiempo ordinario


Por: H. Pablo Alfonso Méndez Méndez, L.C. | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

En este día en que me dispongo para hablar contigo, concédeme la gracia de no desear nada más que encontrarte a Ti y que tu madre, María, me ayude a caminar por la senda que me conduzca a vivir auténticamente el amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 6.12-14

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas.

Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La vida es un camino que nos debe llevar a Dios. Jesús, en el Evangelio de hoy, nos dice que ese camino es angosto y que son pocos los que lo encuentran. ¿Por qué? Porque para poder caminar por esta senda es necesario vivir desprendidos de lo que tenemos y usamos, vivir con sencillez y sobriedad y practicar la virtud de la templanza y la justicia.

Hoy se piensa en muchos ambientes que la felicidad está en el tener y entre más bienes se adquieran más felices seremos. Por eso se trabaja intensamente para tener más y más bienes, para viajar y tener experiencias gratificantes que suelen ser muy caras, aunque a veces esto produzca una gran ansiedad en las personas. En resumen, se están utilizando los bienes como fines y no como simples medios.

Hoy se busca, lo cómodo, lo placentero; se quieren alcanzar fines inmediatos; se anhelan las cosas sin medida. Se rehúye el sacrificio, la renuncia. Y todo esto nos lleva a caminar por la senda ancha que Jesús dice que lleva a la perdición, porque las gracias que Dios nos da no pueden dar fruto con esas disposiciones en nuestro corazón.

Pidamos a Jesús que nos ayude a llevar una vida sobria que nos recuerde que estamos en esta vida de paso y nos guíe al camino estrecho que nos lleve a vivir la justicia para con Dios y los demás.

«La justicia es la segunda ala de la paz, que a menudo no se ve amenazada por episodios individuales, sino que es devorada lentamente por el cáncer de la injusticia. Por lo tanto, uno no puede creer en Dios y no tratar de vivir la justicia con todos, de acuerdo con la regla de oro: “Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas”. ¡La paz y la justicia son inseparables! El profeta Isaías dice: “La obra de la justicia será la paz”. La paz muere cuando se divorcia de la justicia, pero la justicia es falsa si no es universal. Una justicia dirigida solo a miembros de la propia familia, compatriotas, creyentes de la misma fe es una justicia que cojea, es una injusticia disfrazada.»
(Discurso de S.S. Francisco, 4 de febrero de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En un rato de oración revisaré por cuál camino estoy caminando y haré los cambios necesarios para vivir una templanza y justicia.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





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