Menu


¿Por qué me dicen: ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que les digo?
Meditación al Evangelio 14 de septiembre de 2019 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Ante tanta violencia, la pena de muerte vuelve a ser tema de discusión en muchos círculos tanto nacionales como internacionales. Y es que cuando hemos escuchado tantos horrores, crímenes inconcebibles, las peores ejecuciones, muertes de inocentes, engaños y traiciones, es muy fácil que también nosotros nos dejemos llevar por la violencia y queramos terminar con la maldad a base de golpes y muertes.

¿A dónde nos llevaría la venganza? ¿Descansaríamos y nos sentiríamos en paz después de que un criminal fuera ejecutado con todas las de la ley? ¿No quedaría ninguna duda en nuestro interior?  San Pablo hoy le da unos consejos a Timoteo que quizás también nosotros debamos escucharlos: “Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”.

¿Impresionante o no? Lo sabemos de memoria, Cristo vino a salvar a los pecadores, pero cuando nos encontramos con estos criminales y asesinos no podemos pensar que Cristo los ame, haya dado su vida por ellos y los llame a la conversión. Y sin embargo ¡Cristo los ama y ha muerto por ellos y también por nosotros que somos igualmente pecadores! Y Cristo les da y nos da la oportunidad de conversión y de hacer una vida nueva. He sido testigo de grandes pecadores y criminales que han cambiado su vida y se han transformado.

No es fácil, el dinero, el poder y el placer tienen un poder grande de atracción y hacen difícil la conversión, sin embargo, he sido testigo de admirables conversiones. Por eso hoy, debemos seguir proclamando que es posible el cambio, invitar a quienes se han entregado a la violencia a que vivan el amor de Jesús. ¿Imposible? Creo que el amor de Jesús hace imposibles. ¡Me ama a mí que soy pecador! ¿Por qué voy a negar la posibilidad de su amor a otros pecadores? El amor de Jesús es capaz de transformar el corazón más empedernido si somos capaces de experimentarlo.

El amor de Jesús no tiene límites, transforma, cambia, seduce y hace el mayor bien a quien lo recibe.







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |