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Mensaje al Pueblo de Dios de los Obispos en México
«Hagan el bien, busquen la paz» (1Pe 3,11).


Fuente: CEM



Cuautitlán Izcalli, Edo. De México, 14 de noviembre de 2019

1. Los obispos, reunidos en la 108ª Asamblea, nos unimos al sentir y al caminar del pueblo mexicano. Seguimos en oración por las situaciones que estamos viviendo y nos empeñamos por colaborar con nuestras mejores fuerzas a seguir apacentando el pueblo que el Señor nos ha confiado. Las palabras del Apóstol Pedro nos impulsan a forjar nuestro compromiso: “Apártense del mal, hagan el bien; busquen la paz, síganla” (1Pe 3,11).

2. Como Iglesia, hemos trazado un Proyecto Global de Pastoral 2031-33 (PGP), y nos hemos comprometido en continuar promoviendo la dignidad de la persona humana en sus diversas etapas y circunstancias. Cuando no se reconoce y promueve la verdadera naturaleza y dignidad humana, podemos encaminarnos a una crisis humana, social y espiritual que pueda dividirnos y contraponernos los unos contra los otros en lugar de unirnos para buscar un mejor futuro en la consecución del bien común.

3. Una de nuestras grandes preocupaciones es el respeto a la familia, por lo que representa para nuestra nación e Iglesia: es el lugar privilegiado para la educación y en donde se transmiten los primeros valores. De estos, debe destacar el valor de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. Ambos dones; la familia y la vida humana, estamos dispuestos a promoverlos, cuidarlos y defenderlos cuando se vean atacados.

4. Otra de nuestras preocupaciones es la escalada de la violencia en amplias regiones de nuestro México. Esa violencia ha provocado más pobreza, abandono e inseguridad. Nos parte el alma, constatar los múltiples asesinatos, secuestros y extorsiones que permanecen impunes. Se debilita, así, el estado de derecho, y eso aumenta la corrupción y ahuyenta la paz. Solamente trabajando todos juntos podemos resolver estas situaciones: como Iglesia debemos fortalecer no solo el conocimiento de la doctrina, sino la vivencia de los valores cristianos, porque muchos de los que se dedican al crimen forman parte de nuestra comunidad; el Estado debe velar por la seguridad de los ciudadanos, ofreciendo condiciones dignas, seguras y bien remuneradas a las fuerzas del orden; y a todos los ciudadanos nos corresponde cuidarnos los unos a los otros.



5. El sistema económico ha aumentado la pobreza. Cada vez hay más pobres en México que no tienen lo básico para vivir dignamente. Esa situación es un caldo de cultivo para que adolescentes y jóvenes pobres se involucren en la delincuencia o puedan ser sujetos de todo tipo de manipulación: social, política o religiosa.

6. La situación que vivimos como nación nos obliga a revisar nuestro camino, a buscar nuevas formas de compromiso que nos unan para conducir nuestro país a lo que queremos que sea. Es una oportunidad para sumar esfuerzos y construir un México unido y en paz. Al respecto, el papa Benedicto XVI nos previene: “A veces el hombre moderno tiene la errónea convicción de ser el único autor de sí mismo, de su vida y de la sociedad. Es una presunción fruto de la cerrazón egoísta en sí mismo […] Los sistemas económicos, sociales y políticos que han tiranizado la libertad de la persona y de los organismos sociales no han sido capaces de asegurar la justicia que prometían” (Charitas in Veritate, 34).

7. Los retos y desafíos que tenemos ante nuestros ojos son grandes, pero la esperanza de encontrar caminos de reconciliación, de fraternidad y de crecimiento nos impulsan a seguir sirviendo a la nación con pasión. En el Acontecimiento Guadalupano descubrimos, que el odio y la división se vencen con la fe, el amor, el perdón y la paz. Crezcamos en la esperanza, pues, ella nos capacita para afrontar nuestro presente con ilusión, aunque el presente sea complicado y fatigoso.

8. Los obispos mexicanos invitamos a hombres y mujeres de buena voluntad, a las instituciones de México y, especialmente, a todos católicos a construir una paz firme y verdadera. Necesitamos sanear la vida social. No hay paz sin verdadero desarrollo y sin justicia. El mensaje del Evangelio es de verdadera libertad, fraternidad, solidaridad y reconciliación. ¡No dejemos que el mal venza! ¡Venzamos el mal a fuerza de bien! ¡Trabajemos todos juntos y organizados por la paz y la vida!

9. Que el beato Anacleto González Flores, patrono de los laicos, nos impulse a orar por el país y a trabajar por la paz. Que Santa María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive, con su ternura materna, nos enseñe a caminar hacia la unidad, como pueblo mexicano.









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