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La caridad pastoral
La caridad pastoral es el fruto del corazón libre del sacerdote que se deja abrazar y por el amor de Dios.


Por: Pbro. Luciano Conde Hernández | Fuente: Semanario Alégrate



La caridad pastoral es el amor paternal y filial del sacerdote configurado con Jesús Buen Pastor. La clave interpretativa del ser y del actuar del sacerdote es la caridad pastoral. Pero, ¿de donde brota este amor sacerdotal que expresa el mismo amor de Cristo?

“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”.

Esta expresión de Jesús en san Lucas, proclamado este domingo, encierra de manera sucinta las fuentes de la caridad pastoral: el corazón humano debe amar con un amor indiviso e incondicional, es decir, debe amar con total libertad; renunciar a los padres y a todo ser querido, incluyéndose uno mismo, no es desdén sino libertad. Cargar la cruz, no es cargar solo el dolor y el sufrimiento, el dolor fortalece, pero el sufrimiento puede entorpecer el caminar; cargar la cruz es dejarse envolver por el amor de Dios, nos queda claro que la cruz ha sido relacionada con el dolor y la muerte, y es verdad; pero su sentido más profundo es ser signo del amor de Dios, dice Jesús en el evangelio de san Juan “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Jn 15, 13), el Padre ofreció por amor la vida de su Hijo en la cruz y Jesús en perfecta obediencia al Padre ahí mismo dio su vida; por eso, la cruz no solo es el signo del amor de Dios, sino se convierte en el símbolo del amor divino, es decir, en la cruz se unen el corazón de Dios y el de los hombres, pero especialmente, en la cruz quedan unidos el corazón de Dios y el corazón del sacerdote.

Por eso, el sacerdote puede amar con toda profundidad y sin acepción a cada persona, de tal modo, que puede dar su vida como el Maestro la dio, sin reparo ni resistencias, evidentemente que el sacerdote ofrece su vida ya no de manera cruenta, salvo algunos casos, sino en el desgaste de cada día; es hermoso ver la juventud y el impulso del recién ordenado, pero es más hermoso verlo cincuenta años después, ya viejo y enfermo; ese es el mejor testimonio de quien supo dar su vida por amor al Maestro y a sus hermanos, no por obligación sino como fruto de caridad pastoral. En resumen, la caridad pastoral es el fruto del corazón libre del sacerdote que se deja abrazar y por el amor de Dios.







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