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La educación y las generaciones futuras
Educar no es solamente transmitir conceptos.


Por: Adriana L. Franco Sampayo | Fuente: Semanario Alégrate



El pacto educativo global promueve los valores del cuidado de los demás, la paz, la justicia, la bondad, la belleza, la aceptación y la fraternidad para construir esperanza, solidaridad y armonía en todas partes. El Papa menciona: “Educar es un acto de amor, es dar vida”. Y el amor es exigente, pide utilizar los mejores recursos, despertar la pasión y ponerse en camino con paciencia junto a los jóvenes. Es fascinante el mundo de la educación, que nunca es una acción repetitiva, sino el arte del crecimiento, de la maduración, y por esta razón nunca igual a sí mismo.

Es a través de la educación que el ser humano alcanza su máximo potencial y se convierte en un ser consciente, libre y responsable. Pensar en la educación es pensar en las generaciones futuras y en el futuro de la humanidad; por lo tanto, es algo que está profundamente arraigado en la esperanza y requiere generosidad y valentía. La educación no termina en las aulas de las escuelas o de las universidades, sino que se afirma principalmente respetando y reforzando el derecho primario de la familia a educar, y el derecho de las Iglesias y de los entes sociales a sostener y colaborar con las familias en la educación de los hijos. Para educar hay que buscar integrar el lenguaje de la cabeza con el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos. Que un educando piense lo que siente y lo que hace, haga lo que siente y lo que piensa. Integración total.

En algunos países se habla de que está roto el pacto educativo porque falta esta concurrencia social en la educación. Educar no es solamente transmitir conceptos, esta sería una herencia de la Ilustración que hay que superar, o sea no sólo transmitir conceptos, sino que es una labor que exige que todos los responsables de la misma – familia, escuela e instituciones sociales, culturales, religiosas participen. Educar es siempre un acto de esperanza que invita a la coparticipación y a la transformación paralizante de la indiferencia.

El Papa no propone una acción educativa, tampoco invita a desarrollar un programa, sino se concentra en un pacto como él precisa en una alianza educativa e invita afrontar esta tarea: para hacer un pacto, de hecho, se necesitan dos o más personas diferentes que decidan comprometerse en una causa común.

“Queremos comprometernos con valentía para dar vida a un proyecto educativo invirtiendo nuestras mejores energías e iniciando procesos creativos y transformadores en colaboración con la sociedad civil”. (Papa Francisco).









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