Menu


¿Cuál es el mandamiento mayor de la ley?
Tres dimensiones del amor: Dios, el otro y uno mismo, ahí está la base de la ley y el profetismo (cfr. Mt, 22,40).


Por: Pbro. Francisco Ontiveros Gutiérrez | Fuente: Semanario Alégrate



Un mundo de normas

El pueblo de Israel fue madurando como comunidad, rodeado de una gran cantidad de normas. Leyes que regulaban todos los aspectos de la vida personal, familiar y comunitaria; la ley estaba por todos lados, no había una sola cuestión que quedara a la libre opción de las personas. Y es que, Dios fue dando a su pueblo la ley como el camino que conduce a la felicidad. El pueblo comprendía que, en cada disposición de Dios, se encontraba lo mejor para ellos y su desarrollo, y que siempre que se preocuparan por cumplir la ley de Dios se mantenía viva la alianza, Dios estaba con ellos. Y, cuando algo malo sucedía era como reacción a la falta de atención a la ley por parte de ellos. Fue así como las leyes fueron creciendo hasta configurarse en un gran volumen de más de 600 preceptos.

La comprensión de la ley

El pueblo veía en la ley la manifestación de la voluntad de Dios que estaba siempre a favor de ellos y queriendo lo mejor para cada uno. El pueblo no comprendía la ley como una mutilación de su libertad, como algo terrible y ofensivo. Por el contrario, siempre experimentó su libertad, siempre supo que podía elegir el camino que mejor le pareciera, de hecho, la historia de nuestra salvación presenta las consecuencias de unas acciones y de otras. Dios siempre ha respetado la libertad de su pueblo y siempre le ha ofrecido el mejor de los caminos.

La virtud en el medio



El problema se fue suscitando con el pasar del tiempo. Y es que, algunos se fueron al extremo de venerar la ley por su propia letra; poniéndola por encima de la vida de las personas, con un legalismo miope, es más, ciego al que sólo le importara que se cumpliera la ley sin más. Precisamente de eso nos hablan innumerables pasajes del evangelio en los que queda de manifiesto el descontento de muchos por las actitudes de Jesús en sábado, no les importaban las personas y su bien, su salud y liberación, sino que se cumpliera la ley. El otro extremo es el contrario, querer librarse de la ley y no tener nada que ver con ella, vivir en la utopía del mundo sin ley. Evidentemente que los dos extremos son grotescos, la virtud está en el medio. Eso es lo que enseñó Jesús con sus obras y palabras.

¿Cuál es el mandamiento más importante?

Cuando llegan a Jesús con esta pregunta, su respuesta retoma lo más importante de la Tradición, sintetiza todo lo que ha sido importante para el pueblo durante todo el tiempo de su gestación y configuración. Por eso, lo primero que él les dice estriba en Dios, amar a Dios con todo el ser: corazón, alma y mente, con todo lo que uno es. Y es que el verdadero amor no admite medias tintas ni cálculos, o es todo, hasta el extremo o es engaño de amor. Pero, ahí no para la cosa, el segundo mandamiento, que viene como consecuencia del primero es el otro, el hermano, el compañero de camino al que también se ha de amar como a uno mismo. Tres dimensiones del amor: Dios, el otro y uno mismo, ahí está la base de la ley y el profetismo (cfr. Mt, 22,40).







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |