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La fe que nos lleva al encuentro con Cristo
Vayamos por el mundo, como los pastores, glorificando y testimoniando al Señor.


Por: Mons. Jorge Carlos Patrón Wong | Fuente: Semanario Alégrate



Cuando concluye el tiempo de Navidad, los pastores nos señalan la ruta de regreso a nuestras actividades cotidianas, después de este tiempo de gracia que hemos vivido con nuestras familias. Como nos presentaba el evangelio del primer día del año: hay que regresar -como los pastoresalabando y glorificando a Dios por todo lo que hemos visto durante el tiempo de Navidad.

Hemos recibido tanto y se han generado profundos sentimientos de renovación interior que debemos regresar dando testimonio de todo lo que el Señor es capaz de suscitar en nuestros corazones. Hace falta confiar en la gracia que hemos recibido para no dejar de compartir la luz de Dios que ha llegado a nuestras vidas y señalar a Jesús como la luz de todos los pueblos.

La ruta que han señalado los pastores se ve iluminada, este domingo de Epifanía, por los Reyes Magos que, guiados por la estrella, emprenden una peregrinación que tiene como meta llegar adorar a Jesús y ofrecerle sus regalos que confirman su realeza, su divinidad y su humanidad, esta última relacionada con el misterio de la encarnación.

San Pedro Crisólogo comenta así el significado de los regalos que los Reyes Magos ofrecen a Jesús: “Hoy el mago llorando encuentra en la cuna a aquel que resplandeciente, buscaba en las estrellas. (…) Hoy el mago discierne con profundo asombro lo que allí contempla: el Cielo en la Tierra, la tierra en el Cielo, el hombre en Dios, y Dios en el hombre, y a aquel que no puede ser encerrado en todo el universo incluido en un cuerpo de niño. Y viendo cree, y no duda y lo proclama con sus dones místicos: el incienso para Dios, el oro para el Rey, y la mirra para el que morirá” (Sermón 160).

El camino de la fe que nos lleva al encuentro de Dios se ve reflejado en esta peregrinación cuando los Reyes Magos atestiguan: “Hemos visto surgir su estrella”. Es decir, no la hemos inventado, no la hemos necesariamente descubierto por nosotros mismos, sino que se ha aparecido, hemos visto que ha surgido.



Los Reyes Magos saben preguntar a quienes tienen más información, a quienes se han puesto en camino, a quienes tienen más indicios y se han venido familiarizando con esta revelación. En su periplo, estos personajes venidos del oriente muestran los rasgos del camino de la fe.

Para los Reyes Magos sus conocimientos calificados no fueron un obstáculo para conocer a Dios. La ciencia que poseían los elevó a un conocimiento superior que arrojó nuevas luces en su vida. Decía el gran científico francés Louis Pasteur: “Un poco de ciencia nos aleja de Dios. Mucha nos aproxima”.

Los Reyes Magos entendieron la dinámica del conocimiento científico que los inquietó a ponerse en camino siguiendo el rastro de la estrella. Lo que sabían y habían descubierto no los ensoberbeció, sino que les dio la pauta para lograr el descubrimiento más grande de su vida.

A diferencia de los Magos, Herodes no aceptaba alguien más poderoso que él, su poder y ambición lo llevaron a reaccionar de manera demente y despiadada. Las historias bellas, pías y consagradas que hemos celebrado estos días de Navidad guardan su tensión, dolor y dramatismo que debemos reconocer para entender mejor el camino de la fe.

Por lo tanto, a partir de estos acontecimientos podemos decir que la fe nos provoca para ponernos en camino. La fe nos va llevando de tal manera que no nos conformamos con lo que sabemos y hemos experimentado, sino que nos saca de nuestra comodidad, rompe nuestros esquemas y nos empuja siempre hacia una experiencia de encuentro con el Señor.



La fe no es saber algo, sino encontrar a Alguien; no es demostración sino sobre todo adoración. La fe es plena y auténtica cuando nos lleva a postrarnos en la presencia de Dios. Como dicen los evangelios acerca de los Reyes Magos: “Y postrándose lo adoraron”.

La fe es llegar a maravillarse al contemplar que, como dice Fray Nelson: “El más bello es también el más humilde; el más santo es también el más cercano; el más sabio es también el más comprensible; el más puro es también el más amigable y el más acogedor. Su grandeza no nos aplasta, sino que nos levanta; su pureza no nos humilla, sino que nos limpia. Eso es lo grande de esta Epifanía”

Vayamos por el mundo, como los pastores, glorificando y testimoniando al Señor. Y que este año, con los desafíos que se avizoran, cuidemos el don de la fe y regresemos a nuestra vida, como los Reyes Magos, por otro camino, por el camino del evangelio que nos asegura encontrar al Señor para postrarnos en su presencia y adorarlo.







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