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Vestir al desnudo (Mt 25,35)
3a obra de misericordia.


Por: Mons. José Rafael Palma Capetillo | Fuente: Semanario Alégrate



1) La desnudez como defecto humano que hay que superar
En la Biblia, la desnudez es negativa, tanto como consecuencia del pecado (cf Gn 3,7), como la del esclavo que es vendido, o del encarcelado y del enfermo mental que vive en condición de alienación. Adán y Eva se dan cuenta de su desnudez, sienten la necesidad de cubrirse y les da vergüenza presentarse ante Dios de esa manera (cf Gn 3,10- 11). Para ventaja nuestra, Dios nos conoce muy bien, incluso él sabe lo que hay en nuestro interior. Y tenemos que reconocer el amor de Dios que nos reviste, nos cubre y nos protege siempre. La mirada de Dios siempre es una mirada de amor y pureza incluso ante nuestras miserias. “A los ‘limpios de corazón’ se les promete que verán a Dios cara a cara y que serán semejantes a él. “La pureza de corazón es el preámbulo de la visión ‘beatífica’. Ya desde ahora esta pureza nos concede ver según Dios, recibir a otro como un ‘prójimo’; nos permite considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del Espíritu Santo, una manifestación de la belleza divina” (CATECISMO de la IGLESIA CATÓLICA, 2518- 2519).

En efecto, se trata de la desnudez humillante del marginado, del pobre, del que se siente solo y abandonado. Así lo describe el libro de Job: “Pasan la noche desnudos, sin nada de ropa que ponerse, sin cobija, a merced del frío” (Job 24,7-10). El mismo Job reconoce una realidad humana imprescindible: “Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo allá retornaré. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó: ¡Sea bendito el nombre del Señor!” (Job 1,21). Ésta es sin duda una de las expresiones más hermosas de la Biblia, en forma de oración, ya que Job reconoce en su desnudez –con la que vino al mundo y con la cual se irá– la manifestación de la limitación humana y el amor misericordioso de Dios que siempre nos acompaña.

El profeta Isaías habla de una luminosidad que distingue al que obra a favor del más necesitado: “Si apartas de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas maldad, si das de tu pan al hambriento y das tu vestido al desnudo, entonces tendrán un sendero de luz, que conduce a las almas a Dios” (Is 58,9-10). El que cierra los ojos ante las necesidades del prójimo ha caído en las tinieblas de la mediocridad y la indiferencia. El que comparte su ropa con el que no la tiene se llena de la luz del Señor, quien nos señala con claridad el camino hacia la salvación.

La situación del que no tiene la ropa adecuada para vestir dignamente o soportar las inclemencias del tiempo es de por sí conmovedora. Se trata de compartir lo que tenemos, en ropa o dinero, pero sobre todo en amor compasivo hacia el prójimo que no tiene lo necesario para vestirse. Se trata de una obra de misericordia la cual no puede ser eludida por nadie.

2) La compasión ante el hermano que necesita ser vestido
De hecho, la Biblia propone una actitud de compasión ante la desnudez, al señalar: “Comparte tu ropa con el que está desnudo” (Tb 4,16). Los profetas alaban al que “viste al desnudo” (Ez 18,16) y al que “cubre a quien ve desnudo” (Is 58,7). Esta obra de misericordia la realizan cotidianamente los padres de familia ante sus hijos y con mayor razón la persona que lava la ropa y la acomoda para ser usada, como suelen hacerlo las amas de casa. Tal labor se convierte en obra de misericordia al realizarla con amor. Jesús, el servidor de todos, quien señala particularmente en la última cena que: “No he venido a ser servido sino a servir y a dar la vida por la salvación de todos” (Mt 20,28), nos recuerda que siempre debemos mostrarnos disponibles ante las necesidades del prójimo, tanto cuando lo pide o cuando nos damos cuenta que nos necesita. Vestir al desnudo es algo necesario, ver a alguien con la ropa sucia, rota, es decir mal vestido, o quien no tiene con qué cubrirse del frío o de la lluvia, es indignante. Por lo cual, Cristo nos señala la urgente necesidad de cubrir la desnudez de nuestro hermano, al que podemos acercarnos.









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