Su tristeza se transformará en alegría
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net

Nos encontramos a los discípulos desconcertados y confusos ante el anuncio de Jesús de que ya no lo verán dentro de poco tiempo, pero que al poco tiempo lo volverán a ver.
Aunque muchas veces se ha interpretado este pasaje como un anuncio de la Resurrección del Señor, cuyo conocimiento ya tendría Jesús, para los discípulos resultaría oscuro y difícil de entender. Jesús parte, pero se queda con ellos. Su presencia será siempre su fortaleza.
El mundo parece alegrarse con la ausencia de Jesús. Sin normas morales, sin llamadas de atención sobre la fraternidad, sin exigencia de justicia, los poderosos del mundo se sienten seguros y tranquilos. No quieren la presencia de Jesús. Pero sus discípulos saben que Jesús continúa con ellos, que con ellos trabaja, con ellos hace presente el Reino.
Un ejemplo muy bello es la actitud de Pablo. Va recorriendo nuevos caminos, pero siempre encuentra la forma de trabajar, de hacer oración y de predicar el evangelio. El mundo en su entorno padece guerras, persecuciones, cambios de poder, pero Pablo se mantiene firme en sus decisiones y fiel al Evangelio. Hoy es una gran enseñanza para nosotros.
Es cierto que hay noticias perturbadoras, es cierto que muchos niegan el Evangelio, pero Jesús nos sigue acompañando y debemos transformar nuestra tristeza en alegría por la seguridad de que Jesús trabaja con nosotros. Si estamos solos no podremos transformar la sociedad, pero es Jesús mismo quien va trabajando y a Él debemos nuestra fidelidad. Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo.
Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. Se cumplirá la promesa de Jesús: “Su tristeza se transformará en alegría”.
