Que su unidad sea perfecta
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
En diferentes épocas y en diferentes lugares ha habido intentos de hacer de toda una nación o incluso de varios países una uniformidad. Se buscan bases económicas, de poder o de protección para mantenerse unidos. Pero la experiencia dura poco tiempo y generalmente ha terminado con la imposición arbitraria de unos cuantos o con la manipulación por intereses y objetivos personales.
Cuando Cristo habla de unidad, no pretende imponer uniformidad. Su propuesta no está basada en intereses económicos ni políticos, sino en la raíz de misma del hombre: parecerse a Dios que es uno y trino. Es muy diferente cuando por encima de las personas están las ideologías, se imponen criterios y valores externos, y se olvida de los derechos y la dignidad de las personas. Cristo habla de unidad y con su vida nos mostró a cuál unidad se refería: una unidad que tome muy en serio que todos somos hijos de Dios; una unidad que se base en el respeto a la dignidad de las personas; una unidad que restaure heridas, que sane el pecado, que reintegre comunidades; una unidad que dé prioridad a quien sufre y que supere las ambiciones y los egoísmos.
Es la misma unidad que buscaban con sus limitaciones e imperfecciones los primeros cristianos. A esta misma unidad estamos llamados hoy todos los discípulos de Jesús. Nunca nos cansaremos de insistir en la propuesta que Jesús llama Reino de Dios y que podemos hacer realidad en nuestros días. No se trata de monopolios o de exclusiones, no se buscan poderes ni ventajas, se trata de que todos los seres humanos puedan vivir como hijos de Dios. Hay quien dice que la globalización podría lograr esta unidad, pero si esta globalización no tiene corazón y en sus entrañas sólo se busca ganancia y comercialización, nos llevará a peores fracasos y a situaciones terribles.
Hoy Cristo en su oración pide al Padre que todos seamos uno como Él con su Padre son uno. Miremos de cerca, a nuestro lado, cómo estamos fortaleciendo la verdadera unidad en la familia, en la sociedad, en la colonia. Miremos cómo construimos unidad con los diversos, con los de diferentes partidos, razas o condición. ¿Estamos construyendo la unidad que pide Jesús?