Recibirán cien veces más en esta vida, junto con persecuciones; y en el otro mundo la vida eterna
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
Nuevamente San Pedro nos ofrece una pista para darle sentido y plenitud a nuestra vida de cada día y nos recomienda: “Viviendo siempre atentos y vigilantes, pongan toda su esperanza en la gracia que les va a traer la manifestación gloriosa de Jesucristo”. Cada momento de nuestra existencia requiere atención y cuidado.
Las pequeñas acciones deben hacerse con entusiasmo, hacer bien cada detalle, iluminarlo con una sonrisa, dar el saludo ordinario de un modo extraordinario, vivir plenamente cada oportunidad y relación con los demás, todo esto nos lleva a llenar de valor la vida diaria. Pero si además lo miramos con la esperanza puesta en Jesús, podremos transformar nuestro mundo.
El Papa Francisco nos invita a que hagamos de la preparación para el Año Santo 2025 un tiempo de esperanza. Las grandes empresas se construyen con las pequeñas decisiones y con el esfuerzo continuo. No se admiten ambigüedades ni conformismos, sino se exige una entrega completa.
Así se unen las dos lecturas: en el evangelio el Señor Jesús invita a dejarlo todo para poder seguirlo y la primera lectura que nos habla de la esperanza puesta en nuestro Salvador. Ahora, igual que en los primeros días, a muchos cristianos les pesa ese continuo caminar casi en el anonimato, sin que nadie les reconozca sus logros y sus esfuerzos.
Pero así es el Reino de Jesús y así siempre lo ha presentado: en la fidelidad de las cosas pequeñas, en el anonimato de los últimos, en la generosidad de los pobres, en el servicio continuo y desinteresado. No hacen ruido, pero sí construyen. Cuando Pedro pregunta cuál será su recompensa, ciertamente recibe una respuesta que entusiasma: el ciento por uno de todo lo que ha dejado, pero el añadido viene a prevenirnos y a no hacernos ilusiones de un dios comercialista que podemos comprar con nuestras obras: “con persecuciones y al final la vida eterna”.
Y por si fuera poco, todavía Jesús añade más, y nos vuelve a proponer su sentencia sobre la prioridad de los últimos. Que este día lo podamos vivir con la esperanza puesta en Jesús, con una entrega plena y aceptando el riesgo de ser los últimos y los desapercibidos.