Santa María Magdalena
Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net

Hoy celebramos la fiesta de Santa María Magdalena. En cierta ocasión pregunté a un grupo de personas quién era Magdalena. La mayoría de los presentes respondió que era una pecadora que se había convertido por amor de Jesús, pero recalcando el sentido de pecadora.
Y todo parece indicar que así fue, pero me llama la atención que nos fijemos más en que era pecadora y no en que se convirtió en primer testigo de la resurrección del Señor. Se nos ha quedado grabado su pasado pecaminoso mucho más que el testimonio valiente y decidido que da de Cristo resucitado.
¡Qué fácil es guardar los errores de los demás! ¡Qué difícil reconocer sus aciertos! Y en el caso de una mujer con frecuencia es más notable esta actitud. Todo lo contrario a la forma de actuar de Jesús, que echa pronto en el olvido los errores, ofrece la posibilidad de la conversión y confía en la persona para la nueva misión.
Es admirable la valentía y decisión de María Magdalena después de los acontecimientos de la crucifixión y muerte del Señor. Mientras los apóstoles no aciertan a superar la tristeza y el dolor y algunos de ellos de plano toman la decisión de abandonar todo, María Magdalena va al sepulcro e intenta seguir buscando a Jesús.
Y como todo el que busca encuentra, tiene el privilegio de encontrarse cara a cara con el resucitado y recibir la misión de llevar mensaje de esperanza y de consuelo a los discípulos. No ha sido un camino fácil, primero ha aceptado la invitación a la conversión y después ha tenido que recorrer el camino para descubrir el rostro de Jesús. Conforme a la narración, por su tristeza y dolor, no es capaz de percibir a quienes está preguntando por el Señor.
Después confunde al jardinero y no puede ver en su rostro, el rostro del resucitado. Enseñanzas importantes para quienes buscamos al Señor: salir de nuestro pecado sostenidos más por la misericordia del Pastor que por nuestras propias fuerzas; hacer de la conversión una experiencia de encuentro. Perseverar en la búsqueda del Señor y convertirnos en testigos de su resurrección descubriendo su rostro en cada uno de los hermanos.
