El Martirio de San Juan Bautista
Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
Entre los recuerdos de infancia, vienen a mi memoria las representaciones que en torno a la Semana Santa se hacían en mi pueblo y se han quedado en mi mente algunos episodios que en la imaginación infantil causaban mayor asombro. Uno de ellos es el martirio de San Juan Bautista, que hoy recordamos. Se me hacía imposible que alguien pudiera llegar a los extremos de mandar cortar a la cabeza a otra persona tan sólo porque le reprochaba su forma de vivir y menos como fruto de un atractivo baile.
Ciertamente es uno de los episodios más trágicos del Nuevo Testamento, pero no queda lejos de los acontecimientos actuales, ni del actuar del hombre que se ve sometido a los ídolos que atan su voluntad. No podemos desconocer que la ambición y el dinero corrompen y descomponen a la persona, que el poder aleja del pueblo, oscurece la mente y endure el corazón, que la pasión y el placer hacen perder la razón y la objetividad.
El Papa Francisco nos previene diciéndonos que el demonio es astuto y que se cuela en donde menos lo pensamos. Los tres ídolos de los que él se vale y que atan el corazón del hombre aparecen en este relato. Los tres ídolos que en la actualidad someten voluntades y tienen al país al borde el precipicio. Los crímenes que vemos actualmente han superado lo que nos presenta el evangelio: degollados, quemados, entambados, desaparecidos, la injusticia y la corrupción; y todo en aras de los mismos ídolos que sometían a Herodes y a su familia.
Entonces aparece con mayor nitidez y valor la actitud de Juan el Bautista. Frente a las injusticias muchas veces nosotros preferimos callar o hacernos los disimulados. Hoy como ayer la palabra verdadera y la denuncia honesta provocan malestar y tienen consecuencias para quien las hace. La reacción de quien se siente desenmascarado es siempre la misma: destruir, maltratar, difamar… Pero la valentía y honestidad de Juan son un ejemplo para cada uno de nosotros. Tenemos que cuidar no atar nuestros corazones a estos ídolos y además necesitamos alzar nuestra voz sin miedo para denunciar toda injusticia y mentira. ¿Qué nos dice hoy Juan Bautista?