Objetivo déficit cero, reducir costes y evitar lo superfluo
Por: Salvatore Cernuzio | Fuente: Vatican News
«Déficit cero": no es un objetivo teórico, sino “realizable”. Esto significa encontrar «recursos externos» para la misión de cada oficina y Dicasterio, aplicar una «gestión transparente y responsable al servicio de la Iglesia», evitar lo superfluo, seleccionar prioridades, contribuir – quien registra un superávit – a cubrir el déficit general, gestionar los recursos económicos con rigor y seriedad, siguiendo el modelo de las «buenas familias».
El Papa envió una carta-llamamiento al Colegio cardenalicio en la que señala los caminos para implantar aún más y mejor la reforma económica que fue uno de los temas principales de las Congregaciones generales previas al Cónclave, así como uno de los objetivos del «proceso de transformación» iniciado con la reforma de la Curia Romana mediante la constitución apostólica Predicate Evangelium.
Dedicación y fatiga
En el documento, firmado el 16 de septiembre pero dado a conocer este viernes, Francisco escribe que reconoce la «dedicación» y la «fatiga» de mujeres y hombres empeñados en «adaptarse» a este movimiento de renovación que, «a pesar de las dificultades y, a veces, de esa tentación de inmovilismo y rigidez ante el cambio», ha dado, sin embargo, muchos frutos en los últimos años.
Les agradezco la ayuda que han prestado y siguen prestando.
Rigor y seriedad
Al mismo tiempo, el Papa reconoce cómo las peticiones de reforma instadas en el pasado por tantos miembros del Colegio Cardenalicio han sido también «clarividentes» y han permitido «adquirir una mayor conciencia de que los recursos económicos al servicio de la misión son limitados y deben ser gestionados con rigor y seriedad para que no se dispersen los esfuerzos de quienes han contribuido al patrimonio de la Santa Sede».
Encontrar recursos externos
Por estas razones, el Papa Francisco señala como «necesario» en este momento «un esfuerzo ulterior por parte de todos para que el ‘déficit cero’ no sea sólo un objetivo teórico, sino una meta realmente realizable».
“La reforma sentó las bases para la aplicación de políticas éticas que mejoren el rendimiento económico de los activos existentes”
«A ello se une la necesidad de que cada institución se esfuerce por encontrar recursos externos para su misión, dando ejemplo de gestión transparente y responsable al servicio de la Iglesia».
Espíritu de esencialidad
Por supuesto, también se trata de reducir costes y, en este sentido, debemos dar «un ejemplo concreto para que nuestro servicio se lleve a cabo con espíritu de esencialidad, evitando lo superfluo y seleccionando bien nuestras prioridades, favoreciendo la colaboración mutua y las sinergias».
“Debemos ser conscientes de que hoy nos enfrentamos a decisiones estratégicas que debemos tomar con gran responsabilidad, porque estamos llamados a garantizar el futuro de la Misión”
El modelo de las buenas familias
La «solidaridad de las buenas familias» es el modelo al que hay que referirse, escribe el Pontífice. «Así como en estas familias quienes gozan de una buena situación económica acuden en ayuda de los miembros más necesitados, las entidades que registran superávit deben contribuir a cubrir el déficit general».
Se trata de «cuidar el bien de nuestra comunidad, actuando con generosidad», como «requisito indispensable para pedir generosidad también desde fuera».
Coraje y espíritu de servicio
Para concluir, una invitación personal: «Acepten este mensaje con valentía, espíritu de servicio y para apoyar las reformas en curso con convicción, lealtad y generosidad, contribuyendo proactivamente con sus conocimientos y experiencia al proceso de reforma».
«La colaboración auténtica – se lee en la conclusión de la misiva – y la cooperación hacia un único objetivo, el bien de la Iglesia, es un requisito esencial de nuestro servicio».