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Camino hacia la vida de piedad
A veces en nuestro hogar replicamos algunas tradiciones porque se sembraron con amor desde casa.


Por: Vivian Jeannette Forero Besil | Fuente: Catholic.net



“Has de ser constante y exigente en tus normas de piedad, también cuando estás cansado o te resultan áridas. ¡Persevera! Esos momentos son como los palos altos, pintados de rojo que, en las carreteras de montaña, cuando llega la nieve, sirven de punto de referencia y señalan, ¡siempre!, dónde está el camino seguro”. 

San Josemaría Escrivá de Balaguer

 

Hay tantos caminos por recorrer en nuestra vida, innumerables senderos, inciertos, inseguros, solitarios, pero tan poco seguros o satisfactorios. Poco seguros, porque no conducen a puerto firme sino a un terreno que nos sacude constantemente y lo que se va construyendo se quiebra o se desborona. Poco satisfactorio porque nos basamos en trivialidades que, con el paso de los años, no nos llenan ni nos rebosa de felicidad. Por tanto, emprendemos el viaje sin un rumbo fijo, al vaivén de las olas o muchas veces, a la deriva, esperando ser rescatados. Para ello nos valemos de distractores que van llenando nuestros espacios y ocupando el tiempo en cosas que nos hace sentir vacíos, aunque estemos rodeados de tantas personas.

¿Pero cómo darle un sentido de vida a lo que hacemos? ¿Cómo encontrar estar reconfortados en medio de las dificultades? ¿Qué debemos hacer para sentirnos importantes en la co-construcción del mundo? Sin duda alguna, nuestra vida tendría un verdadero sentido si la enfocamos cara a Dios y si lo buscamos a cada instante, ofreciendo nuestros talentos, sirviendo a los demás, esmerándonos por hacer nuestro trabajo cada día mejor con intencionalidad de ganarnos el cielo.



Darle sentido a todo lo que hacemos con un objetivo sobrenatural, corresponde a vivir verdaderamente como cristianos. Es tener claridad sobre el fin primordial de todo lo que hacemos, revisando interiormente si es por estar cerca de Dios o, por el contrario, por ganarnos la admiración de los demás, por soberbia, por vanidad o comodidad. 

Luchar día a día por nuestra mejor versión, batallando contra todo aquello que nos aleja de Dios, debe ser la meta o ruta para seguir, pues nos hacemos más grandes en la medida en que busquemos interiorizar las virtudes y consigamos atesorar sus enseñanzas en cada dimensión de nuestra vida y en todos los espacios en los cuales participemos. Esa lucha ascética por alejarnos del mal debe estar enfocada hacia la búsqueda de hacer siempre el bien y contagiar a los demás de ese buen ejemplo. Si abonamos cada día con acciones de bondad, indiscutiblemente arrancaremos de raíz la maldad.

San Josemaría Escrivá de Balaguer buscó a través de su vida, dar enseñanzas a los demás en la búsqueda interior de Dios y para ello se valía de vivir la piedad a través de diferentes instantes del día para tener más presencia suya, que le ayudara a luchar con fortaleza, poder superar las adversidades y reconocerlo como lo más importante en la vida.  Así manifestaba ese sentimiento de agradecimiento y de cercanía a Dios, teniendo presente un Plan de Vida, enfatizando en que “la vida interior se robustece por la lucha en las prácticas diarias de piedad, que has de cumplir –más: ¡que has de vivir! – amorosamente, porque nuestro camino de hijos de Dios es de Amor”. Y poner como base el plan de vida es sinónimo de amor a Dios.

Es necesario considerar como esencial para todo cristiano, el poder resaltar que necesitamos de Dios y todo lo que a Él se refiere; “buscar a Dios, encontrarle y tratarle siempre, admirándolo con amor en medio de las fatigas de su trabajo ordinario, que son cuidados terrenos, pero purificados y elevados al orden sobrenatural”. San Josemaría fundamentó la base para ir tejiendo paso a paso la cercanía a nuestro Padre Celestial, porque para enamorarnos más de Él, es esencial tratarlo, conocerle, escucharle, hablarle, agradecerle. Y todo lo anterior lo podemos alcanzar a través de organizar un Plan de Vida que encienda la llama de ese amor eterno y que permanezca encendida hasta el fin de nuestros días.

Entonces, San Josemaría llamó plan de vida al “conjunto de prácticas de piedad y de costumbres cristianas, que jalonan la jornada de tiempos dedicados exclusivamente al trato con Dios y a las continuas referencias al Señor”. Por tanto, diseñar esta guía nos ayudará a acercarnos en el trato con Jesús, y será también beneficioso para trabajar en la unidad de vida, mejorar en nuestra vida personal, familiar y profesional porque siendo coherentes, también estaremos enfocados a mantener nuestros principios, dignidad y compromiso de ser mejores cada día. Todo esto redundará positivamente a nuestro alrededor, fortaleciendo también nuestro apostolado.



Dentro de las prácticas que hemos tenido muchas veces desde la niñez y que han sido tradición en la familia, algunas se han ido fortaleciendo a través de los años o, por el contrario, se han ido dejando de lado por diversas circunstancias. A veces en nuestro hogar replicamos algunas tradiciones porque se sembraron con amor desde casa. Es por eso importante que la experiencia con nuestros hijos, sobrinos o nietos esté llena de amor y que no se convierta en discusiones o en imposiciones. Hay que tener en cuenta que la mejor manera de educar es a través del ejemplo y del cariño que le pongamos a cada intención, ofreciendo nuestras acciones por la consecución de ese favor especial de acercar a nuestra familia más a Dios.

DECÁLOGO PLAN DE VIDA

A continuación, podrás incorporar algunas normas de piedad en tu vida teniendo presente el siguiente Decálogo:

  1. La oración alimenta el alma. Durante el día, establece diálogo con Dios y la Virgen María a través de la oración mental, la contemplación de los misterios del Santo Rosario, la bendición de la mesa, jaculatorias o piropos, ofrecimiento del día y encomendar todas las acciones.

  2. Los Sacramentos nos acercan más a Dios. Le dan un sentido especial a nuestra vida. La comunión y la penitencia nos fortalecen como verdaderos cristianos.

  3. El examen de conciencia es la búsqueda de nuestro perfeccionamiento cristiano. Es la brújula para acercarnos de manera humilde y sencilla a Dios, porque reconocemos que somos débiles y necesitamos de su ayuda.

  4. La lectura y meditación diaria engrandecen nuestro espíritu. Conocemos más a Jesús a través del estudio de las Sagradas Escrituras y ampliamos nuestros conocimientos a través de un libro espiritual.

  5. Los actos de desagravio nos hacen más humildes y misericordiosos. Muchas personas ofenden a Dios, lo ignoran o lo niegan. A través de actos de desagravios pedimos perdón por las ofensas y por todo aquello que se está “normalizando” y está haciendo daño en la sociedad.

  6. El retiro mensual es un alto en el camino para reflexionar sobre nuestra vida de piedad. A través de un retiro espiritual retomamos nuestro camino con fe y esperanza. 

  7. La Devoción a la Virgen María nos acerca más a Dios. Amemos a la Santísima Virgen, la madre de Jesús y madre nuestra. La piedad a la Virgen se vive a través del Rosario, el Ángelus, las Romerías, el Acordaos. Ella nos da fortaleza y nos soporta en las dificultades.

  8. La visita al Santísimo es el reconocimiento de la omnipotencia de Dios y de su magnanimidad. Él en su misericordia nos acoge y nos protege de todo peligro.

  9. La Santa Misa es la vitamina necesaria para la lucha diaria, ante las tentaciones o las desavenencias. Es el “centro y raíz de la de la vida espiritual cristiana” (cfr. ECP, 87; F, 69).

  10. Las industrias humanas nos recuerdan la necesidad de estar cerca de Dios y de la Virgen. Por ejemplo: la imagen de la Virgen, el Cristo, el Rosario, nos ayudan a recordar la necesidad de encuentro con Dios y nuestra Madre Santa. Por eso cuando pasemos por el frente de una imagen, hagamos oración mental o una jaculatoria.

ACRÓSTICO PLAN DE VIDA

Comparto también acróstico y un resumen de las normas de piedad para tener presente estas prácticas que nos ayudarán a vencer la pereza y a ocupar de manera más eficaz nuestro tiempo. Hay que tener en cuenta que en nuestro plan de vida también podemos incorporar talentos ofreciéndolos a Dios, como por ejemplo escribir, pintar, cantar, hacer labores sociales, todo lo anterior con un sentido de apostolado y teniendo en cuenta que, oramos a través de hacer muy bien nuestro trabajo.

Prácticas diarias de piedad
Lucha ascética, lucha interior.
Amar y buscar a Dios a través de los sacramentos
Nacer en la vida cristiana

Desagravios y jaculatorias
Examen de conciencia y perdón

Vida interior y santificación del trabajo
Intimidad y oraciones diarias
Devoción y lectura espiritual
Acciones de Gracia y presencia de Dios

 







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