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La santidad es posible en nuestros día. Eduquemos a nuestros hijos para que deseen se santos
La verdadera santidad está en hacer de manera extraordinaria las cosas ordinarias de la vida cotidiana


Por: Silvia del Valle | Fuente: Catholic.net



La sociedad actual nos quiere quitar del panorama este tema ya que así pueden imponernos sus ideas sin que nosotros opongamos resistencia pero es bueno hacer conciencia de que la santidad es alcanzable, a pesar de las circunstancias que estemos viviendo.
 
El Papa Francisco nos lo hace ver en su Exhortación Gaudete et exsultate, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual, cuando nos dice que el mundo necesita santos de jeans y tenis, santos en la vida cotidiana, santos sencillos que estén dispuestos a dar testimonio de Cristo en este mundo actual.
 
“Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad ‘de la puerta de al lado’, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, ‘la clase media de la santidad’”.
 
Por eso es super importante que eduquemos a nuestros hijos para que deseen la santidad y para eso te dejo mis 5Tips para lograrlo.
 
PRIMERO.  Que todos tengan claro en que consiste la santidad.
Y es que a veces nos complicamos buscando definiciones muy complicadas cuando ser santo no es otra cosa más que ser bienaventurado, dichoso, feliz; y lo logramos cuando hacemos la Voluntad de Dios tomándola como propia.
 
Por esto cada uno tenemos diferentes oportunidades de vivir la santidad, los pequeños obedeciendo a papá y mamá, no peleando con los hermanos, prestando sus juguetes, etc; los que son más grandes no haciendo maldades, no discutiendo con los papás y no renegando de lo que se les pide, entre otras cosas; y los adultos cumpliendo nuestros deberes alegremente y con la intención de darle gloria a Dios con lo que hacemos.
 
Viéndolo así no es tan difícil ser santo, solo hay que poner todo nuestro empeño en lograrlo y aprender a dejar el resto en las manos de Dios, acompañando este proceso de la oración.
 
Y esto es precisamente lo que debemos comunicar a nuestros hijos, si con palabras pero sobre todo con nuestro testimonio de lo que Dios va haciendo den nuestras vidas y viviendo con gran alegría y repartiendo amor.
 
SEGUNDO. Que tengan acceso a vidas de santos según su edad.
Nadie ama lo que no conoce, es por eso que es muy recomendable dar a conocer a nuestra hijos vidas de personas, de carne y huesos, que ya han alcanzado la santidad para que identifiquen las virtudes que vivieron de forma heroica y las puedan tener como modelo a seguir.
 
Para los pequeños existen películas, cuentos y hasta cápsulas animadas para que vayan conociendo poco a poco más vidas de santos. Y para los más grandes hay novelas excelentes que pueden leer nuestros hijos.
 
TERCERO. Que su mejor herramienta sea la oración
Es importante tener claro que podemos ayudarnos de la oración ya que nos dispone a hacer las cosas que le agradan a Dios porque nos pone en comunicación con Él.
 
La oración es ese diálogo amoroso que tenemos con Dios que puede ser por medio de fórmulas ya establecidas o con una sencilla conversación a lo largo de nuestros días.
 
La oración personal es importante pero la oración familiar lo es más ya que la familia que reza unida permanece unida y se acompaña en el camino a la santidad.
 
Es muy bueno definir algunas devociones, tanto familiares como personales, para que las practiquemos y las hagamos nuestras.
 
CUARTO. Que practiquen las obras de misericordia.
No podemos entender la santidad sin obras, por esto tenemos las obras de misericordia que ya están establecidas por la Iglesia que nos ayudan a actuar bien, pero podemos también realizar obras que ayuden a los que nos rodean y que sepamos que son necesarias en nuestra comunidad o familia.
 
La idea es que algún día, no muy lejano, lleguemos a tener los sentimientos de Cristo y que podamos hacer con los que nos rodean lo que Él hubiera hecho.
 
Es así que podríamos acostumbrar a nuestros hijos desde pequeños a realizar obras de misericordia a lo largo del día y después ir a darle gracias a Dios por la oportunidad que nos ha dado de servir a nuestros hermanos y compartir el Amor que Dios nos tiene.
 
Y QUINTO. El caridad es el pilar de la santidad.
¡Claro! El Amor de Dios es la base de la santidad, porque el que tiene lleno el corazón de Amor, solo lo puede compartir con los que le rodean y no tiene límites ya que el Amor de Dios tampoco los tiene.
 
Por lo tanto el Amor debe ser la base de nuestra vida y también nuestra brújula, para que podamos movernos y actuar conforme al Amor que Dios nos tiene y así compartirlos con los demás.
 
Si nuestras obras están basadas en el Amor, seguro serán obras buenas y no tendrán cabida los malos sentimientos o pensamientos.
 
Nuestros hijos pueden comenzar a tratar a todos con Amor, en familia, contestando con amor, buscando hacer sus deberes con amor, ofreciendo ayuda con amor y de esta forma todo será más sencillo.
 
Si todos buscamos dar Amor entonces no habrá pleitos porque cada uno buscará hacer lo mejor para el otro sin importar que deba sacrificar un poco de lo que es bueno para si mismo.
 
Es así que la verdadera santidad está en hacer de manera extraordinaria las cosas ordinarias de la vida cotidiana, siempre llenas de Amor y buscando el bien del prójimo, tal como lo hace Jesús con nosotros.







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