Va despuntando el nuevo año y empezamos con las inquietudes propias de todo comienzo: ¿cómo irá a ser? ¿Lograremos sortear las crisis? ¿Venceremos la violencia, la corrupción y la inseguridad? Y qué bueno que nos hagamos estas preguntas porque demuestran nuestra conciencia e inquietud por luchar en la construcción de un mundo mejor, pero… lo importante es nuestro interior. El texto que hoy nos ofrece San Juan me hace reflexionar en lo que estará en la base de todas estas preguntas. Podrá haber severas crisis y mucha violencia, podrán venir fuertes vendavales y tormentas, pero lo realmente importante será cómo está mi interior.

¿Quién eres tú? Es la pregunta que le hacen a Juan el Bautista. ¿Quién soy yo? ¿Qué quiero? ¿Cuáles son mis anhelos? Es la pregunta que hoy debemos hacernos cada uno de nosotros. Juan se reconocía como una voz que grita en el desierto, como algo tan efímero como un sonido que apenas se pronuncia y ya se ha terminado. Como un precursor del Mesías, alguien que está dispuesto a manifestar y después desaparecer.

Sin embargo es consciente de su gran misión y la vive con orgullo y dignidad, no con amargura ni envidia. Nosotros para cumplir nuestra misión lo primero que tenemos que reconocer es quiénes somos y cuál es nuestra misión. Lo externo, las crisis y los problemas, es claro que nos afectarán, pero si tenemos bien firme nuestra identidad y nuestra misión, no podrán resquebrajarnos y saldremos adelante. Hay quienes al inicio de un nuevo año prefieren ya no hacer propósitos para no terminar frustrados.

Como cristianos nosotros alentamos la esperanza, reconociéndonos amados y queridos por Dios, escogidos cada uno de nosotros para un misión. ¿Quién eres? ¿Qué espera de ti el Señor en este año que comienza?

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