Y siguió caminando "Cristo en el taller mecánico: Cristo no cobra la mano de obra"

Se agacha entre grasa y fierros.
No trae uniforme, pero sabe escuchar el ruido que nadie más detecta.
El motor que no arranca. El alma que no encuentra chispa.
El joven que duda de sí cada vez que alguien le dice “no sirves”.
El viejo que ya no cree en segundas vueltas ni en piezas de repuesto.
Cristo no llega con soluciones prefabricadas.
No ofrece milagros exprés.
Limpia con paciencia. Ajusta con ternura.
Sabe que hay corazones con bujías gastadas por tanta decepción,
y sueños que no encienden porque alguien los descompuso a fuerza de desprecio.
Pero Él no desecha: restaura.
Mientras el compresor suena y la llave gira,
Cristo le pregunta al joven:
“¿Hace cuánto no crees en ti?”
Y al viejo le dice:
“Todavía hay camino… y yo puedo ir contigo.”
No cobra la mano de obra porque ya puso su vida entera en la cruz.
Y en ese taller de hojalatería y esperanza,
mientras otros arreglan motores,
Él repara dignidades.

