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¡El beso de nunca jamás!
¿Existirá realmente un instructivo, en donde puedas leer el capítulo correspondiente a: “¿Pasos seguros para no llegar a una relación sexual con el novio?”


Por: Ada Ferrari | Fuente: Revista Si




Existen situaciones que sería bueno poder prever, antes de que sucedieran. Algo así como que existiera un foquito rojo que se encendiera ante algún peligro, o como que alguien te gritara: “¡cuidado con el bache!”, antes de que cayeras en él (claro, siempre que tú tomarás en cuenta ese aviso).

Uno de esos invaluables avisos, sería poder saber hasta dónde puedes llegar con tu novio o novia (según sea el caso), en los apapachos, besos, caricias, antes de llegar al home run (como dicen nuestros vecinos del norte) o a meter la pata, y de verdad rebasar la situación llegando a un punto sin retorno, al: “beso de nunca jamás”

¿Existirá realmente un instructivo, en donde puedas leer el capítulo correspondiente a: “¿Pasos seguros para no llegar a una relación sexual con el novio?”

El instructivo lo traes ya inscrito en tu naturaleza humana y sólo es cuestión de tomarlo en cuenta.

Sé precavido(a), pon atención y lee tu instructivo: Eres un cuerpo biológico, sientes emociones las cuales puedes razonar y ordenar libremente, o puedes dejarte llevar sin más por ellas.

Las caricias y los besos involucran reacciones hormonales, sensaciones y sentimientos, que son respuestas directas a esos estímulos. Y cuando ya estás metido en esta dinámica, se vuelve cada vez más difícil (aunque no imposible), darte cuenta que estás haciendo cosas que te pueden lastimar y pueden lastimar a tu novia(o), dejándola(o) marcada(o) para siempre.

Partiendo de las diferencias
Si te fijas un poco, verás que las reacciones de un hombre y de una mujer son bien diferentes. Mira lo que sucede en cada uno con las manifestaciones de cariño, que van desde las miradas, palabras, abrazos, besos, caricias... hasta… todo lo que se te pueda ocurrir.

Pero no necesitamos ir muy lejos, quedémonos en los besos:

Hay muchas clases de besos: los besos de cariño que le das a tus papás, a tus hermanos chiquitos y a tus abuelos, los que le das a tus amigos y amigas en un momento de emoción y los “de cachete” que usas para saludar o despedirte de alguien que ni te interesa siquiera. Y hay otros besos, que definitivamente traen cola y significan: “me gustas y espero que yo también te guste”; “te quiero y sé que tú me quieres a mí”; “me gusta besarte y quiero besarte más”. Esos besos sabrosones que siempre soñaste…

El beso en la boca está relacionado con la entrega sexual (Ojo, decimos solamente: “relacionado”). Es más que un simple intercambio de sentimientos, tiene rasgos de pasión como los que ves en la TV o en el cine; además de que abres la puerta que te lleva con naturalidad a otras caricias.

La naturalidad también incluye -gracias a Dios- tu inteligencia (mandas sobre ti mismo, eres libre y puedes elegir cuándo, cómo y con quién, aunque tu cuerpo a veces te diga “¡aprovéchate, ahora es cuando!”) pues eres diferentes a los animales.

El beso, para las niñas, claro que tiene su parte física (no son angelitos), pero el significado de amor y ternura que le dan, tiende a ser sumamente alto. Ellas son más sentimentales y ven todo con mucho romanticismo.

Para los hombres, el asunto es bien distinto. Ellos también tienen su corazoncito, pero tienen una sexualidad más “física”; por eso, para ellos el beso en la boca se relaciona más directamente con la entrega sexual.

Por eso, es básico tener claridad en las manifestaciones de cariño y, sobre todo, pensar en lo que puede estar captando la otra persona. En el caso de las niñas, ellas tienden a “romantizar” todo, pero deben tener los pies bien puestos en el suelo, sin presuponer que el niño siente lo mismo que ellas.

No es que quiera pintar a los hombres como los malos del cuento, sino sólo hacer evidentes algunas diferencias reales que no debes perder de vista.

A un hombre lo excitan físicamente muchas cosas que a la mujer ni siquiera la inmutan. A él lo puede estimular desde el olor de tu perfume, que le tomes de la mano, estar contigo en lo oscurito, que te recuestes en su pecho con afecto, la música y el baile, escenas visuales que pasan en la TV, revistas, el cine y cosas así. Una vez excitado, le es más difícil mantener el control de sus respuestas.

Los besos llevan a las caricias y a los contactos físicos… y éstos, directo a la excitación sexual.

Cuántas niñas hay, que nunca pensaron llegar a las relaciones sexuales antes del matrimonio, pero que, beso a beso y caricia tras caricia, se dejaron arrastrar por el proceso de excitación mutua, por los impulsos hormonales que las empujaron hacia “adelante” y ya nunca pararon… hasta llegar al beso del nunca jamás, al home run, a “eso” que juraron que nunca harían.

Cuando has permitido que las cosas lleguen “demasiado lejos” es muy difícil que retrocedas y vuelvas a un nivel razonable. Pensar que puedes parar cuando quieras, es realmente ingenuo, por eso es mejor no empezar algo que no quieres terminar.

Para ellos y ellas, es verdad: “El hombre llega hasta donde la mujer quiere”; todo es cuestión de platicarlo entre ustedes. Ambos son dueños de sus vidas y ambos, cada uno con su estilo, debe marcar y conservar los propios límites, simplemente por respeto a aquél o aquélla, que será tu futuro(a) esposo(a) y que seguramente ni conoces aún.

El “hasta dónde podemos llegar, sin llegar a…”, nadie te lo tiene que imponer. Debes marcar el límite tú mismo(a), como resultado de entender conscientemente que tus sensaciones fuera de dominio, te nublarán el entendimiento y te harán perder el control de lo que quieres y de lo que no quieres hacer.

Aquí es en donde se pone serio este artículo; si entras con tu novio(a) en el juego de las caricias y los besos, éstos te irán conduciendo al acto sexual y puedes transformarte o transformarla, de “la novia buena y prudente” a “la amante caliente y sensual” en dos segundos. En este juego hay muchos impulsos, pero muy pocos frenos.

Y, una vez que se cae en las relaciones sexuales por primera vez, éstas tienden a volverse habituales, cayendo en lo que llamamos promiscuidad. La promiscuidad comienza en el momento que pierdes el sentido del propio valor, de tu cuerpo y del respeto. Es dejarte gobernar por las hormonas y en definitiva, perder tu libertad.

El instructivo acerca del funcionamiento correcto de tu naturaleza humana, en la que el espíritu debe gobernar a la inteligencia y la mente al cuerpo, sí existe, no lo puedes ignorar y mucho menos alterar. Eres diferente a los animales y no puedes funcionar como ellos.

Dejarte gobernar por los impulsos puede ser un error y… hay errores de los cuales nunca se tendría que aprender por experiencia. ¿Verdad?

 

 

 

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