Menu




Autor: | Editorial:



Segunda Bienaventuranza


“Felices los mansos, porque el Padre les entregará en herencia la tierra."


"Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.” (Mateo 11,29)

“Mete la espada en la vaina, porque el que a hierro mata a hierro muere.”
(Mateo 26, 52)


1. Jesús manso y humilde de corazón

1) Jesús se presenta a sí mismo como el manso del que habla esta Bienaventuranza. Dice de sí mismo que es manso y humilde de corazón e invita a imitarlo, a seguirlo por su camino con la cruz a cuestas: "Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso (praús) y humilde de corazón (tapéinos te kardía) y encontraréis reposo para vuestras almas (psujáis.) Porque mi yugo es el mejor (jrestós) y mi fardo es liviano." (Mateo 11,29)

2) En la Sagrada Escritura el corazón es el centro de la persona, el núcleo de su conciencia y de su psicología, el asiento de la decisión y la responsabilidad, es decir su vida interior y espiritual. Dios habla al corazón del hombre porque es allí donde tiene sus raíces la vida religiosa y moral del hombre.

3) Jesús entra en Jerusalén el día de Ramos como un Rey manso (praús) cumpliendo la profecía de Zacarías 9,9: "He aquí que tu Rey viene a ti, manso y sentado en una asna." San Mateo ve en esta mansedumbre de Jesús, el cumplimiento de la profecía de Isaías, que presenta al Siervo de Yahve como pacífico: "no gritará ni disputará en las plazas, no quebrará la caña ni apagará la mecha." (Isaías 42, 1-4; Mateo 12, 15,21) La caña simboliza a Egipto y la mecha humeante a Asiria, a Efraím o a Aram. “Te has confiado al apoyo de esa caña rota que es Egipto, que penetra y traspasa la mano de quien se apoya en ella.” (2 Reyes 18, 21) “No temas, ni desmaye tu corazón por ese par de cabos de tizones humeantes.” (Isa 7, 4) Eran las potencias vecinas a las que el Siervo no iba a imponerse violentamente.

4) El binomio, como en este caso: manso y humilde, es una forma de expresarse bíblica, muy propia del pensamiento hebreo. La lengua y el pensamiento hebreo usa mucho estos paralelismos. Esto sugiere que manso y humilde son aquí sinónimos o que el uno completa en algo el sentido del otro.

5) Jesús se autopresenta en las cuatro primeras bienaventuranzas identificándose con una categoría de personas bien conocidas en el Antiguo Testamento: los pobres de espíritu (anwé rúaj) o pobres de Yahwe (anawim.) A ellos se refiere el Salmo 33,3.7-19: "que lo oigan los humildes y se alegren... el pobre ha gritado y el Señor lo escuchó y lo salva de todas sus angustias... El Señor está cerca de los afligidos, de los corazones rotos y de los espíritus abatidos." Son los parientes pobres que, indefensos y necesitados, no tienen otro Goel que el Señor. El Goel, era el pariente fuerte, sano o adinerado que ayudaba piadosamente a sus familiares necesitados.

6) En el árbol genealógico de Jesús encontramos a una familia de desgraciados, pobres y oprimidos que, empujados por el hambre, tienen que irse de su tierra y de su ciudad, Belén, a tierras paganas, los campos de Moab, y cuya vida familiar está marcada por la enfermedad, y la muerte prematura y fuera de la Tierra Santa. Son Elimelek, Noemí y sus hijos, cuya conmovedora historia leemos en el libro de Ruth y son, sin embargo, gracias a su fidelidad y su piedad, los antepasados del rey David y del Mesías.

7) El Salmo 37,11 ya profetizaba lo mismo que esta bienaventuranza: "los humildes (praéis) poseerán la tierra y gozarán de inmensa paz" En este salmo se promete la tierra también a los que confían en Dios: "los que esperan en el Señor, poseerán la tierra" (v.9) y por tercera vez, a "los justos poseerán la tierra y habitarán en ella para siempre" (v.29)


2. La promesa del reposo: ellos poseerán la Tierra

8) Igual que en las Bienaventuranzas, Jesús hace una promesa a los que tomen su cruz y lo sigan por su camino: "encontraréis reposo para vuestras almas". ¿Existe alguna relación entre esta promesa del reposo, que pronuncia Jesús, y la de recibir la tierra en herencia?

9) Sabemos que "el reposo" o "el descanso" es uno de los nombres de la Tierra Prometida. La generación de corazón duro, que tentó al Señor en Meribbá y Massá en el desierto a pesar de haber visto sus obras, produjo aversión en el Señor -"me asqueó"- y por ser un pueblo "de corazón torcido", no recto, por desconocer los caminos del Señor, fue excluida de entrar en la tierra:

10)


"¡Ojalá escuchéis hoy su voz!,
no endurezcáis vuestro corazón como en Meribbá (lugar de la murmuración contra Dios),
como el día de Massá (La sublevación) en el desierto,
donde me tentaron vuestros padres,
me pusieron a prueba aunque habían visto mi obra (la liberación de Egipto)
Cuarenta años me asqueó aquella generación,
y dije: "Es un pueblo de corazón extraviado,
no conocen mis caminos.
Y por eso he jurado en mi cólera:
¡no entrarán en mi descanso!"

(Salmo 94 (95), 7-11)



11) Las Promesas de la Tierra en el Antiguo Testamento, se trasponen en el Nuevo a la Vida Eterna, a la Patria celestial, a la casa del Padre, donde tienen su morada definitiva los hijos de Dios. Jesús fue, por delante, a prepararle un lugar a los suyos (Juan 14, 2). En la carta a los Hebreos se nos pinta la peregrinación de las generaciones de creyentes desde Abraham, en busca de una patria celestial: "van en busca de una patria... aspiran a una patria mejor, la celestial.

Por eso Dios no se avergüenza de ser llamado Dios suyo, porque les tiene preparada una ciudad" (Hebreos 11, 14.16).
Y también se trasponen al Reino de los cielos, que es decir: al Padre:

12) El camino de Jesús es el camino de la Cruz, el Via Crucis. Quien lo sigue en esta escuela del amor filial, entra en la caridad y encuentra su fruto, que es la paz, como una herencia, un don debido a los hijos, que el Padre da a Jesús y Jesús promete a todos los que vivan como él.


3. Poseerán la tierra “en herencia”

13) Reparemos en el título de posesión de la tierra. Es en título de herencia. Es decir de legado paterno en virtud de la condición filial. En el Antiguo Testamento ya se habla de la Tierra Santa en términos de herencia. Es la “najaláh” (Gen 31,14; Num 18,20; Jos 14,2; Isa 54,17; Ez 35,15; Sal 105,11).

14) Al avance en la revelación sobre la condición filial, también hay un avance en el concepto de herencia en todos sus aspectos.


4. La violencia santa

15) Esta bienaventuranza de los mansos tiene estrecha relación con la octava en que se declara bienaventurados a los perseguidos por causa de la justicia filial. Jesús pone la inauguración de esta “violencia padecida por el Reino” en la prisión de Juan el Bautista. Al recibir a sus discípulos que le llegan con una embajada del profeta prisionero, Jesús exclama, después de haberlo proclamado el más grande de los nacidos de mujer: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.” (Mateo 11,
12) “La Ley y los profetas llegan hasta
Juan; a partir de ahí comienza a anunciarse la Buena Nueva del Reino de Dios, y todos emplean la violencia frente a él.” (Lc 16, 16)

16) El ejercicio de la justicia filial va acompañada de una cierta violencia o mortificación de los impulsos desviados de la naturaleza humana herida por el pecado original. Jesús dirá que es estrecha la senda y la puerta que conduce a la vida y que los esforzados entrarán por ella. (Cfr. Mt 7, 13-14; 11, 12; Lc 13, 20-24) También enseña que es necesario estar dispuesto a hacerse violencia y arrancarse el ojo, o amputarse la mano o el pie para entrar en la vida. (Mt 5, 29-30; 18, 8-9; Mc 9, 42ss)

18) San Pablo dirá: “Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne, pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis” (Romanos 8, 12-13)

17) Doroteo de Gaza hablará de la “Acusación de sí mismo.” Y San Agustín dirá; “Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas. Los hombres sin remedio son aquéllos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los de los demás. No buscan en qué deben corregirse sino en qué pueden morder.”

19) La mansedumbre, por lo tanto, implica una gran fortaleza para vencer el mal con el bien, empezando por uno mismo.


Sugerencias para la oración con la segunda Bienaventuranza

“Felices los mansos, porque el Padre les entregará en herencia la tierra"

Me pongo en oración y le pido a Jesús que me ilumine acerca de mi estado en relación con la segunda Bienaventuranza. Le pido al Espíritu Santo que me ilumine para comprender cómo la vivió Jesús. Y le pido al Padre que me engendre a imagen y semejanza de su Hijo Jesús, para que pueda vivirla como Él la vivió y pueda entrar en el Reino de los Hijos. Pueden ayudarme algunas preguntas como las que siguen. Pero recordaré que las Bienaventuranzas no son leyes o mandamientos, ni se trata de hacer un examen moral, sino de pedir conocimiento interno de mi estado espiritual de hijo.

Jesús, manso y humilde de corazón, dame un corazón semejante al tuyo.

Si he advertido o el Señor me ha mostrado iracundia, agresividades, dureza de corazón, durezas en las expresiones, silencios hostiles, destructividad, rencores, espíritu vengativo ¿he analizado, con la luz de su gracia, las causas profundas de los mismos: el vicio de la ira, del orgullo o de la soberbia? Hablaré de esto con mi Padre celestial pidiéndole que erradique de mí todo eso que le desagrada en un hijo.

Me confesaré no solamente de los pecados cometidos de ira, rencor, venganza o violencia, sino que expondré al Padre y a Jesús, en el sacramento de la penitencia, mis luchas y mi deseo de vivir de forma agradable al Padre, y pidiéndole que con su gracia me ayude a vencer. Meditaré lo que dice Santa Teresa: "la cruz abrazada es la menos pesada.”

Los mansos ponen en Dios toda su esperanza y de Él dependen (también para corregirse o para perseverar en la mansedumbre a pesar de las pruebas), por eso poseerán la tierra (prometida, eterna):

Pediré también la gracia de sufrir pacientemente mis limitaciones de carácter, de salud, laborales, y de evitar lamentos y comentarios. Que me baste y me haga paciente y fuerte, la certeza interior de que basta que el Padre, que ve en lo secreto, lo sepa, y que de Él vengan tanto el remedio como la recompensa.

Si me dejo atrapar fácilmente por lo contingente, desearé y pediré al Padre, y me ejercitaré en el deseo y la esperanza de la Vida eterna.

¿Tengo presente en mi corazón que Dios es mi Goel, mi Redentor que me defiende y ampara, para dejar de buscar protección, compasión, en las criaturas y dejar de autocompadecerme? ¿Pongo toda mi esperanza en Él y en su providencia o empuño la espada en mi defensa?


Reportar anuncio inapropiado |

Another one window

Hello!