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Aclaraciones terminológicas
ACLARACIONES TERMINOLÓGICAS



TIPOS DE ACTO: Siguiendo a Aristóteles, en su Metafísica, se puede distinguir entre la poiésis: la acción transitiva del agente, cuyo efecto queda fuera de éste y que se corresponde con la kínesis o práxis atelés (el movimiento o acto imperfecto del paciente), manteniéndose ambos hasta alcanzar el péras o término de la acción transitiva; y la práxis teleía: la operación o acto final, que es un acto de lo ya perfecto por ser coactual con su télos o fin, y que es de índole inmanente-trascendente en cuanto redunda en el que contempla o ama y en el contemplado o amado (cf L. Polo, Introducción a la filosofía, EUNSA, Pamplona 1995, 73-82).
DIMENSIONES DE LA AFECTIVIDAD HUMANA: La afectividad del varón y de la mujer contienen tres dimensiones que, sin estar separadas, son distintas: una dimensión espiritual o volitiva, que es inmaterial y puede proyectarse en sentido trascendente, mediante la comunión con las Personas divinas, y en sentido intramundano, amando a las criaturas como Dios las ama, esto es, desinteresada o gratuitamente. Esta dimensión no está diferenciada sexualmente aunque, por su vinculación con lo somático, esté afectada por la diferenciación sexual del cuerpo, en cuanto que se expresa según la determinación masculina o femenina de cada individuo. Hay también otras dos dimensiones psíquicas -la amorosa y la utilitaria-, que son orgánicas y tienen como sustento al sistema nervioso. La dimensión amorosa o comunional de la psicoafectividad valora la realidad en sí misma, de forma contemplativa, estética o respetuosa y se realiza, en el orden de las relaciones interpersonales, mediante una proyección parental-esponsal y/o una proyección asexual solidario-amistosa, según se trate de personas casadas o célibes, respectivamente. Por su parte, la dimensión utilitaria o conjuntiva de la psicoafectividad, que está vinculada a las exigencias biofísicas del cuerpo, se dirige a la realidad de forma instrumental. Esta dimensión se ordena primariamente a la conservación individual, mediante el trabajo y el descanso; y, secundariamente, a la propagación y conservación temporal del género humano, mediante el ejercicio de la biosexualidad. Por todo ello, no parece adecuado emplear el binomio afectividad/sexualidad para referirse a lo psicosexual/biosexual: puesto que la psicoafectividad está tan sexuada como la biosexualidad, aunque pueda proyectarse al margen de los intereses nupciales; también porque puede inducir a confundir la psicoafectividad, que está sexuada, con la afectividad espiritual, que, de suyo, no lo está; y, finalmente, porque lo biosexual tiene también resonancias afectivas en el psiquismo humano.
AGNOSTICISMO: Doctrina que niega la capacidad del entendimiento humano para conocer la realidad en sí misma, y reduce la ciencia al conocimiento de lo fenoménico y de las impresiones subjetivas que la realidad produzca en el cognoscente. Niega, por tanto, la posibilidad de conocer intelectualmente a Dios: que exista o no, es científicamente irrelevante; sólo cabe plantearse esta cuestión por vía emocional.
CINÉTICO: Perteneciente o relativo al movimiento (= kynesis). Véase ACTO.
COMUNIONAL: Adjetivo del sustantivo `comunión´. Ha parecido necesario recurrir a este neologismo porque los adjetivos `comunitario´ y `comunicativo´ no se corresponden con el contenido preciso de esa unión interior o amorosa que es la comunión afectiva. En efecto, comunitario se corresponde con comunidad, que es un tipo de unión afectiva que puede no basarse en el amor recíproco, sino en objetivos comunes externos. Por su parte, comunicativo se corresponde con comunicación, que es un tipo de transferencia que puede limitarse al orden informativo, dejando al margen la afectividad: «El concepto de `comunicación´ en nuestro lenguaje convencional ha sido casi alienado de su más profunda, originaria matriz semántica. Sobre todo, se vincula a la esfera de los medios (informativos); esto es, en su mayor parte a lo que sirve para el entendimiento, el intercambio, el acercamiento. Sin embargo, es lícito suponer que, en su significado originario y más profundo, la `comunicación´ estaba y está directamente unida a sujetos que se `comunican´ precisamente a base de la `común unión´ existente entre sí tanto para alcanzar como para expresar una realidad que es propia y pertinente sólo a la esfera de sujetos-personas» (JG, 19.XII.1979, 4).
CONJUNCIÓN/COMUNIÓN: Son dos tipos de relaciones afectivas que originan, respectivamente, o bien una mera comunidad de vida o de intereses, o bien una comunidad de amor. En la primera, el interés recíproco, aunque respetuoso, es utilitario o instrumental, en el sentido de que los interesados se conjuntan en orden a un objetivo común. En la segunda, los interesados se aprecian en sí mismos, viendose recíprocamente como un fin. En el apartado 1 del capítulo II de la II parte se desarrolla ampliamente esta cuestión, haciendo notar la diferencia que existe entre el interés sexual meramente conjuntivo (en el que se busca la prole como fin, mientras que el interés por la pareja, aunque respetuoso, es utilitario o instrumental) y el amor sexual comunional (en el cual el cónyuge es entendido como un fin, y la donación procreativa, como una prolongación de la unión-donación conyugal).
NIVELES DE CONOCIMIENTO CIENTÍFICO: En la Doctrina Social de la Iglesia sobre la familia están presentes las tres dimensiones del conocimiento humano: 1ª) el conocimiento de lo que son las cosas: es el orden ontológico o de los principios fundamentales, que se mueve, a su vez, en dos planos (el trascendental -metafísico o sapiencial- y el predicamental -antropológico, cosmológico, etc.-); 2ª) el estudio de las leyes que hay que tener en cuenta al relacionarse con las criaturas: es el ámbito ético o de los elementos de juicio valorativos de la conducta humana; y 3ª) la consideración de las circunstancias, a fin de aplicar debidamente los criterios morales: es el plano de la prudencia, de las orientaciones prácticas o directrices para la acción (cf, p. ej., LC, 72-76).
DOCETISMO: La consideración peyorativa de lo material, de raíz gnóstica y maniquea, llevó a los docetas a entender como inadmisible que el Hijo de Dios pudiera haberse encarnado realmente y a afirmar que el aspecto corpóreo de Jesucristo era una mera apariencia (cf CEC, 465). Esta doctrina, totalmente contraria a los datos evangélicos (p. ej., Lc 24, 39: «Palpadme y ved, que el espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo»), fue reprobada en sus cartas, ya a finales del primer siglo, por el apóstol san Juan (cf 1 Jn 1, 1 y 4, 2; 2 Jn 7).
ERÓTICO/VENÉREO: Teniendo en cuenta el uso impropio que se suele hacer del primero de estos términos, conviene aclarar que con erótico (de Eros) me refiero a las vivencias propias del enamoramiento psicoafectivo; mientras que por venéreo (de Venus) entiendo las emociones que se derivan del ejercicio de las facultades generadoras.
ESCATOLÓGICO: De ésjaton = último: relativo a la vida después de la muerte.
SIGNIFICADO ESPONSALICIO DEL CUERPO HUMANO: Con esta expresión, que alude a la libertad y a la responsabilidad (spondeo significa responder), Juan Pablo II subraya el carácter doblemente libre de la psicoafectividad masculina y femenina: de una parte, su ordenación al compromiso, esto es, a ser ejercitada por la persona de forma volitivamente controlada; y, de otra, su condición amorosa, donativa o no utilitariamente interesada.
ÉTICA/MORAL: Aunque por su significación etimológica sean términos equivalentes, que designan la ciencia de los deberes humanos, en el uso actual la ética no incluye los argumentos religioso-confesionales, y la moral sí.
FENOMENOLÓGICO: De fainómenon = apariencia o manifestación: que considera descriptivamente un acontecimiento, sin entrar en sus causas ni en su valoración.
GNOSTICISMO: Doctrina filosófico-religiosa de origen oriental y entraña maniquea, influyente en los primeros siglos de la Iglesia, que pretendía la salvación mediante un conocimiento (= gnosis, en griego) intuitivo, misterioso y esotérico de las cosas divinas y despreciando las realidades materiales y ordinarias.
MANIQUEÍSMO: Doctrina oriental que juzga negativamente la materia por entender que ha sido creada por el principio del mal, a diferencia del espíritu, que procedería del principio del bien.
NUEVA MORAL: Doctrina moral, importada de la teología protestante por algunos moralistas católicos desde los años cincuenta, que juzga la bondad del acto humano prescindiendo del objeto del acto y atendiendo a sus fines (teoría de la opción fundamental, moral de actitudes), a sus circunstancias (moral de situación) o a sus efectos y consecuencias (consecuencialismo y proporcionalismo morales). Ha sido ampliamente refutada por Juan Pablo II (cf VS, 65-70), aunque ya antes el magisterio eclesiástico se había ocupado de esta doctrina en diversas ocasiones (cf, p. ej., PH, 3, 4 y 10; RP, 17 y MS).
RACIONALISMO: Es la expresión teórica del antropocentrismo, la actitud cultural que sitúa al hombre -y no a Dios- en el centro del universo y que configuraría la modernidad. Es un sistema de pensamiento que exalta la voluntad humana hasta erigirla en la instancia suprema que otorga valor a las cosas. Por eso el racionalismo es intelectualmente agnóstico, ya que desconoce la realidad en cuanto no se refiere a los intereses del individuo; y, éticamente, es materialista, puesto que, con su dualismo neognóstico y neomaniqueo, priva a la conducta cotidiana de toda significación moral. Históricamente, el racionalismo es una constante cultural que ha tenido abundantes expresiones en Occidente. Aunque no sea lugar éste para detallarlas todas, se pueden señalar algunas que parecen culturalmente más significativas. El pensamiento griego tuvo en sus inicios diversos exponentes de esta mentalidad, pero su versión más consolidada fue la sofística. También la doctrina cristiana tuvo que habérselas en los primeros siglos con los errores gnósticos y maniqueos importados de las culturas orientales. Puede decirse que la mentalidad moderna tuvo a Averroes como pionero: ese musulmán cordobés, padre de la teoría de la doble verdad, que deslumbrado por la potencia especulativa de Aristóteles, propugnó la independencia de la razón respecto de las todavía oscuras racionalizaciones de las creencias religiosas. No obstante, sería necesario que los cambios conceptuales ocasionados por los logros de la ciencia renacentista abonaran los postulados del nominalismo, para que el racionalismo se fuera consolidando progresivamente, y para que encontraran aceptación social sus sucesivas versiones: el cientifismo cartesiano, el agnosticismo kantiano, el materialismo positivista, marxista y estructuralista, y el escepticismo existencialista (cf CU, 67-75).
SOTERIOLÓGICO: Referente a la salvación (= sotería, en griego).
TELEOLÓGICO: Que se refiere al fin (= télos, en griego).
TRASCENDENTAL: Propiedad especialmente importante. Para la filosofía clásica los trascendentales son las propiedades que poseen las cosas como impronta que el Ser divino o trascendente ha impreso en ellas al crearlas. Kant realiza un cambio semántico en el término `trascendental´: lo trascendental de cada realidad no es ya su relación a Dios, sino al `yo trascendental´, al sujeto pensante o volente, en relación al cual se constituyen existencialmente los objetos. Ya no tiene sentido hablar de unas leyes de la realidad a las que el hombre deba someterse. El único valor de las cosas será la utilidad que puedan prestar al yo trascendental, esto es, a mí mismo. Cualquier otra consideración de la realidad es irrelevante. No se niega ni se afirma que puedan existir otras dimensiones de la realidad. Simplemente se establece que no tiene sentido planteárselo (cf CU, pp. 68-69).
TRASCENDENTE: Etimológicamente viene de trans-scandere = subir atravesando. Lo que está por encima de otra cosa: por antonomasia, el Ser divino. También se usa para designar lo que traspasa la frontera de la intimidad y abre al entorno, elevando por enriquecimiento al sujeto.
UTILITARIO: Véase AFECTIVIDAD.
UTILITARISTA: Forma irrespetuosa de tratar a las personas como si fueran realidades fungibles u objetos de consumo.


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