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Introducción
Sebastián Sánchez nos habla en esta obra del Escándalo de la Niñez. Lo hace recorriendo los escritos de cuatro autores que, como centinelas de la aurora, percibieron y anunciaron el actual ataque contra la niñez, con admirable clarividencia profética, mucho antes de que la guerra se desatara; ellos, con también profética lucidez, elucidaron su verdadera y oculta naturaleza espiritual, proclamando el juicio de Dios sobre ella.

El escándalo. Una de las palabras más severas y duras de Nuestro Señor Jesucristo, va dirigida a los que “escandalizan a uno de estos pequeños que creen en mí”. “Más le valiera – prosigue diciendo Jesús - que le pusieran al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y lo arrojaran al mar” (Marcos 9,42). Escándalo, del latín scandalum, es la piedra en la que se tropieza por el camino. En boca de Jesús se trata de una metáfora vial. Él la aplica especialmente a los obstáculos que pueden ponerle los hombres en el camino de la Cruz; en su Via Crucis, tanto a Él mismo como a sus discípulos. El camino del Hijo y de su Iglesia pasa necesariamente por la Cruz.

Por su parte, el fondo del mar es el lugar reservado en las Sagradas Escrituras a los malvados y enemigos de Dios, que merecen el castigo de su ira: la generación del diluvio; los ejércitos del Faraón que persiguen a los descendientes de los patriarcas; el ensoberbecido rey de Tiro; Jonás, el profeta desobediente; todos los pecados - y no ya los pecadores -, según la profecía de Miqueas preanunciadora del Bautismo cristiano..

El dicho de Jesús tiene en vista, decíamos, a los que hacen tropezar a sus discípulos más sencillos en el camino de su seguimiento. ¿En quién podemos pensar? Para nuestra sorpresa, en el contexto próximo del pasaje evangélico, ha sido Pedro, nada menos, el motivo de escándalo para Jesús y para sus condiscípulos juntamente, al oponerse a Jesús, con una buena intención indiscreta, cuando éste les anunció que debía padecer en la Cruz (Marcos 8, 31-33). Mateo explicita en el pasaje paralelo el reproche de Jesús a Pedro en estos términos: “apártate de mí, Satanás, eres motivo de tropiezo [escándalo] para mí”. El que poco antes había sido declarado Roca sobre cuya fe se edificaría la Iglesia, aparece ahora como Piedra de escándalo por no creer en la palabra de la Cruz que su Maestro le anuncia. Entre los escandalosos hemos de contar, pues, a los que, tan engañados como Pedro, oímos hoy que gritan a los cristianos: “¡pare de sufrir!”.

La niñez. Jesús suele hacer poca diferencia entre los niños y sus discípulos. Ve a sus discípulos como a niños y trata a los niños como a discípulos. Sus hermanitos más pequeños parecen ser unas veces los discípulos otras veces los niños. El Maestro hace un uso metafórico de estas palabras. La metáfora expresa una profunda mirada, que percibe un vínculo que relaciona el misterio de la infancia con el misterio del discipulado, el de la generación y de la filiación divina con la generación y la filialidad humana.

La misma relación parece no haber escapado al mundo enemigo de la fe que, encarnizado desde hace tanto tiempo en la persecución de los discípulos; se encarniza actualmente cada vez más ferozmente con la niñez y la infancia, desde el seno de la madre. Parecería que tras el intento ateo de eliminar a los creyentes, con la excusa falaz de que eso era la condición necesaria para el advenimiento de la humanidad feliz, el príncipe de este mundo se arrancara ahora el antifaz para mostrarse tal como es: homicida desde el principio, enemigo del hombre; cuya meta es la abolición lisa y llana de la humanidad.

Este es el trasfondo bíblico - teológico que subyace a este libro de Sebastián Sánchez y a los cuatro autores cuyo pensamiento nos presenta, y que tratan acerca de la niñez amenazada, sufriente, insidiada, atacada: Hugo Wast; el beato Don Carlo Gnocchi, Gilbert K. Chesterton y Leonardo Castellani. Cuatro grandes de la virtud y del pensamiento católico. Sebastián Sánchez los ha elegido con peculiar acierto.

A lo largo de cada una de estas presentaciones, Sebastián Sánchez va bordando su propio comentario de las ideas que ellos expresaron y dialoga con ellos, relacionando los dichos de sus respectivas obras, con las situaciones y hechos históricos actuales. Como buen historiador, deja hablar a la historia para que ella arroje su luz sobre el presente.

Se va iluminando así a través de las páginas de este libro la verdadera naturaleza espiritual de la actual cultura de la muerte, particularmente en lo que tiene de insidia contra la infancia. Una guerra no declarada, sino que se practica, hipócritamente, en nombre de los derechos del niño.

Le auguramos a estas páginas la difusión que se merecen en todos los ambientes Pro Vida y Familia; en los medios pedagógicos y escolares; entre los profesionales que se ocupan de la infancia sufriente, abandonada, enferma, necesitada; entre los pastores de almas y las instituciones eclesiales que se ocupan de la niñez; en las familias. Todos ellos sacarán provecho de esta lectura y podrán mejor allanar el camino, remover los escándalos, como clamaba Isaías que se hiciera, preparando los caminos del Señor que viene como Niño, con un cortejo de discípulos y niños, sus hermanitos más pequeños.

Horacio Bojorge S.J.
Montevideo, 8 de diciembre de 2005
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Adviento del Señor


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