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Autor: | Editorial:



El Camino Hacia Adelante
EL CAMINO HACIA ADELANTE

Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo. Tal renovación es la promesa de estos principios de la Carta de la Tierra. Para cumplir esta promesa, debemos comprometernos a adoptar y promover los valores y objetivos en ella expuestos.

La Carta de la Tierra
promete estancamiento con horizontes fáciles de lograr puesto que parte de la humanidad ha logrado eso mismo siglo con siglo y más. Para lograr lo dinámico-sostenible requiere de tener fe en la capacidad del hombre en descubrir nuevos caminos para llegar a nuevos horizontes. Lo dinámico-sostenible, el saber que el conjunto de los hombres algo encontrará -como siempre ha encontrado- para sostener el crecimiento, especialmente cuando en conjunto y con empeño lo busca. Observar lo que se invierte en la guerra, puede ilustrar lo lejanos que estamos de buscar soluciones con seriedad. ¡En esto sí que lo tenemos que cambiar!

Homologar a la especie rectora (rectora por su superior inteligencia) a las otras especies es absurdo. Lo que siempre se ha hecho con grandes beneficios para el hombre –aunque a veces se tengan tropiezos- es justo lo contrario de lo que pregona la letárgica ecología que promueve el panfleto de la tierra.


El proceso requerirá un cambio de mentalidad y de corazón; requiere también de un nuevo sentido de interdependencia global y responsabilidad universal. Debemos desarrollar y aplicar imaginativamente la visión de un modo de vida sostenible (r17) a nivel local, nacional, regional y global. Nuestra diversidad cultural es una herencia preciosa y las diferentes culturas encontrarán sus propias formas para concretar lo establecido. Debemos profundizar y ampliar el diálogo global que generó la Carta de la Tierra, puesto que tenemos mucho que aprender en la búsqueda colaboradora de la verdad y la sabiduría.

El proceso de evolución (¿ahora sí cambio?) hacia mejores modos de administrar los bienes de la creación ha sido una constante en el progreso del hombre. Ampliar desmedidamente los errores y disminuir los logros como hace la Carta no es objetivo. Falacia pura.

Considerando que a mediados de este siglo había dos mil quinientos millones de hombres y a fines del siglo eran más de seis mil habla bien del cambio de mentalidad y del cambio en tecnología.
Hace cuatro décadas decían con fanfarrias los verdes amarillistas que el mundo se convertiría en un caos y que moriríamos todos de hambre por la destrucción del entorno. Veo que en más del 90% del mundo eso ha sido no sólo falso, sino opuesto. La alimentación en general ha mejorado, excepto por la obesidad, que ha aumentado dramáticamente.

Veo con gusto que se equivocaron como suelen hacerlos los fanáticos del desastre. Los seis mil millones no están muertos de hambre, están vivos sin duda. El porcentaje de los que están subalimentados es menor. El de los sobrealimentados ha crecido.

Debemos desarrollar y aplicar imaginativamente la visión de un modo de vida sostenible (r18)

Es cierto. La Carta de la Tierra pone en manifiesto la falta de imaginación. Si en vez de negar la visión futura pesimista buscamos en lo temporal-sostenible, empeñándonos en investigar para la vida de los que vendrán, desechamos la idea de que el crecimiento no es sostenible porque dañaríamos los recursos futuros, entonces, la ignorancia, la falta de investigación y la actitud floja, concluirán que sólo queda DIU, aborto y condón.

Qué distinta fue la actitud de los científicos de la revolución verde que lograron la producción de alimentos para la población actual, cuando la población mundial era de la mitad. Esto si que fue buen dinámico-sostenible. Desde años antes pusieron la mira en los acontecimientos y se adelantaron, invirtieron en investigación (sin duda la mejor inversión) y lograron un éxito incomparable. Los de mentalidad sostenible ya acariciaban sus planes de actos de lesa humanidad.

Ignoraban que iba a existir la selección natural efectuada por una especie natural, el hombre, que cambiaría miles de sistemas ecológicos con organismos servidores del hombre como lo hacen con toda naturalidad todas las especies. Si viéramos una abeja llevar miel al panal de las avispas llegaríamos a una de dos conclusiones: o está afectada en su sano juicio o leyó y creyó la carta de la tierra.

La vida a menudo conduce a tensiones entre valores importantes. Ello puede implicar decisiones difíciles; sin embargo, se debe buscar la manera de armonizar la diversidad con la unidad; el ejercicio de la libertad con el bien común; los objetivos de corto plazo con las metas a largo plazo. Todo individuo, familia, organización y comunidad, tiene un papel vital que cumplir. Las artes, las ciencias, las religiones, las instituciones educativas, los medios de comunicación, las empresas, las organizaciones no gubernamentales y los gobiernos, están llamados a ofrecer un liderazgo creativo. La alianza entre gobiernos, sociedad civil y empresas, es esencial para la gobernabilidad efectiva.

¡Bien dicho! Falta que esa gobernabilidad tenga dirección y misión. Lo que propone la Carta de la Tierra es muy limitado y con frecuencia equivocado.
Con el objeto de construir una comunidad global sostenible(r19), las naciones del mundo deben renovar su compromiso con las Naciones Unidas, cumplir con sus obligaciones bajo los acuerdos internacionales existentes y apoyar la implementación de los principios de la Carta de la Tierra, por medio de un instrumento internacional legalmente vinculante sobre medio ambiente y desarrollo.

¡Huele a intento de hegemonía! ¡Las naciones del mundo deben de servir a este señor...!

Para eso es necesario que las Naciones Unidas adopte algunos de los principios de esta Carta. Por ejemplo, la promoción de la suspensión de los nacimientos y en muchos casos de la promoción del aborto se suspenda, puesto que es una discriminación contra los humanos nonatos.

Es posible que los autores de esta carta no estén conscientes de los terrenos que pisan. Se me ocurre el nombre de muchas organizaciones, cuyos miembros suma más de tres mil millones, que no van a estar nada de acuerdo y que además serán los progenitores de las próximas generaciones de seres humanos, puesto que los seguidores de las ideas propuestas por las Naciones Unidas en la carta serán en buena medida infecundos. El cambio de poblaciones es inminente, pues se determina por la ley de la selección natural, y favorecerá a la población en donde la fecundidad, la prudencia, estudio y la templanza gobiernen al hombre amante de la creación.

Un simple cálculo de cómo están las cosas nos dice que a fines de siglo ya no serán la mitad, sino tres cuartas partes o más los que vivan gracias a la doctrina de vida y a pesar de la promoción de contraceptivos que muchas organizaciones, las más relacionadas de algún modo a la ONU, reparten en abundancia. Les fallaron las matemáticas o la museoecología. Los humanos con instinto de paternidad encontrarán la manera de curarse de los parásitos en el útero que matan a los nonatos (como la toxoplasmosis, la brucelosis abortiva, los abortistas).

Entre esos parásitos, hay uno que es verde y que está creciendo. Hay que combatirlo.
La ley dice que los más aptos serán los que sobrevivan. Luego, habrá que encontrar el modo de reducir la influencia de la Carta cien veces mencionada, de la misma manera como la humanidad sobreviviente redujo la influencia de las fieras que los comían, de los parásitos que los infestan (chinches, pulgas, piojos, etc), que vencieron las plagas de virus y bacterias, que han superado sistemáticamente la necesidad de habitación y alimento, etc., ahora se topan con la museoecología como gran limitante a su tradicional éxito.

Es de esperarse que veremos como todas estas “ideas”y afán de imperio de los comunistas verdes se irán al mismo lugar en donde están las “ideas” y afán de imperio de los comunistas rojos.


Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad(r20); por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida.

Que nuestro tiempo nos recuerde el despertar de una nueva reverencia ante la vida, por la firme resolución de no frenar la tradicional mejora que el hombre ha hecho sobre su entorno.

Me ha llamado la atención de la elevada frecuencia con que se usa en la carta la palabra sostenible o sostenibilidad (20 veces en 7 páginas originales), y llegué a pensar que no conocían otra. Ahora veo que me equivoqué, pues aquí usan la palabra aceleramiento. Me nace la esperanza de que este grupo de “científicos” pueda acelerar el progreso humano con cambios a su entorno como lo hizo Moisés hace tres mil quinientos años (recibió los 10 Mandamientos: tiembla Gorbachev), Cristo hace dos mil años (El Sermón de la Montaña: tiembla Gorbachev), Mahoma, Buda, los autores de los Vedas y los Upsalas, y otras religiones milenarias, cientos de científicos y millones de padres y madres dispuestos a sacrificar sus apetitos y su vida por sus hijos, cuidando más a su familia que al imperialismo en turno.

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