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Un juramento poco ortodoxo
Temas actuales /De la Sociedad

Por: Diario de Navarra | Fuente: iglesianavarra.org

Por primera vez en la historia de Grecia un primer ministro sólo jura su cargo por lo civil, lo que indica no solo un cambio político de gran envergadura en el país sino, también, una fuerte sacudida en su estructura histórica e identitaria.

“Señor presidente, juro que aplicaré la Constitución y las leyes y que trabajaré siempre por el interés general del pueblo heleno”, se comprometió Alexis Tsipras en un guiño laico que rompe con los vínculos tradicionales a la religión ortodoxa. En junio de 2006, Samaras posó su mano derecha sobre una Biblia plateada y dos velas encendidas, ante media docena de obispos, en un ritual de honda tradición. Antes lo hicieron sus predecesores. Hasta el socialista Papandreu se inclinó ante la cúpula ortodoxa. Para rebajar el golpe, el líder de Syriza visitó horas antes al arzobispo de Atenas, Hieronymos de Teba –sucesor de Su Beatitud Christodoulos–, a quien le comunicó el formato de su juramento, un trámite formal pero que encierra mucha carga simbólica. Tsipras intentó tranquilzar al jefe de la Iglesia nacional –vinculada a la lucha por la independencia del  país, lo que le confiere unos lazos políticos que no se puedenignorar–, asegurándole que no va a ser arrinconada en la nueva etapa que inicia el país heleno. “Vine para asegurarle que las relaciones entre la Iglesia y el Estado serán más importantes que en el pasado”, resaltó el nuevo primer ministro. “En cuanto a la solidaridad, es muy importante el papel de la Iglesia”, resaltó. En efecto, los monjes de la Iglesia ortodoxa trabajan codo con codo con muchos alcaldes de Syriza en la tarea de socorrer a las víctimas de la crisis económica, algo así como una Cáritas, que viene muy bien al Gobierno para cubrir ese flanco asistencial. Tsipras ha asegurado que la relación con la Iglesia “va a ser más estrecha” y ha anticipado que “a través del diálogo y la mejor cooperación posible podremos obtener los mejores resultados”. Por otra parte, durante la ocupación de la plaza Syntagma en 2010 y los enfrentamientos con la Policía no era raro encontrarse con sacerdotes ortodoxos a favor de los manifestantes.

El voto de los cristianos

El juramento de Tsipras ha sido una sorpresa a medias, dado que nunca ha ocultado su laicismo –es ateo y no ha bautizado a sus hijos–, aunque en las últimas semanas había acentuado sus contradicciones ideológicas al dejarse ver en escenarios religiosos, probablemente por cálculos electorales. En la principal festividad de la Navidad de la Iglesia Ortodoxa (la Epifanía), el pasado 6 de enero en El Pireo, el líder de la izquierda alternativa apareció en lugar preferente junto a los popes religiosos, Hieronymos entre ellos. De hecho lanzó en Twitter una foto suya soltando una paloma blanca de la paz, símbolo de esta ceremonia tan pegada a los griegos. Samaras arremetió contra esta estrategia para movilizar el voto de los cristianos ortodoxos más conservadores. Incluso forzó un abrazo con el obispo Anthimos, cabeza religiosa de Salónica, y exponente de los valores ortodoxos más conservadores y nacionalistas. Pero una inmensa mayoría de los griegos ya habían perdido la fe en él y en el sistema.