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Las 7 prácticas de un hombre católico comprometido
Laicos en la Iglesia /Artículos de interés

Por: Fernando de Navascués | Fuente: ACC – Agencia de Contenido Católico

El obispo de Phoenix, Arizona, monseñor Thomas J. Olmsted, es un prelado que ha decido afrontar los problemas de frente. Hace unos meses publicó una exhortación titulada “En la brecha” en la que animaba a los hombres, a los varones, de su diócesis a enfrentarse a la crisis de la masculinidad en la que se ven envueltos ellos, y por tanto sus familias, y por tanto la sociedad. Una crisis que afecta directamente a las esposas y a los hijos. Dejando de lado su responsabilidad y distrayendo su puesto en el seno familiar, alguien que no es el adecuado, o simplemente nadie ocupará su puesto. De ahí que los matrimonios fracasen, que los hijos nazcan fuera del matrimonio, que los hijos no tengan modelos de amor masculinos… Y por supuesto, las consecuencias que tiene para la fe de las personas. Esta situación, para el obispo de Arizona, “llama a una respuesta sin precedentes en la Iglesia".

Vale la pena leer la exhortación “En la brecha”, pero de ella podemos destacar “las 7 prácticas de un hombre católico comprometido”. Las hay diarias y las hay semanales y mensuales.

1. Oren todos los días

“¡Sin oración, un hombre es como un soldado sin comida, agua, o munición!”, explica el prelado. Recomienda tres oraciones esenciales: el Padre Nuestro, el Ave María, y el Gloria. Pero también recuerda un momento especial a lo largo del día: “Antes que la comida o bebida toquen sus labios, hagan la Señal de la Cruz y digan ‘Bendícenos, Señor’, y luego terminen con la Señal de la Cruz. Hagan esto, sin importar donde estén, cuando estén comiendo o con quien estén. Nunca tengan vergüenza o timidez para rezar al comer; no nieguen a Cristo. Rezar como un hombre católico antes de cada comida es simple pero una manera muy poderosa de mantenerse firme en la brecha”.

2. Examinen su conciencia antes de ir a dormir

Es una práctica de toda la historia de la Iglesia: tomar unos minutos para repasar lo que se hizo ese día: “Denle gracias a Dios por sus bendiciones y pidan perdón por sus pecados”. Y para finalizar: “Digan el Acto de Contrición”.

3. Vayan a Misa

Es una necesidad básica para cualquier cristiano, pero aún más si cabe para un marido o un padre de familia. Olmsted señala que “la Misa es un refugio en el Combate Espiritual, en el que los hombres católicos se encuentran con su Rey, escuchan sus mandatos y son fortalecidos con el Pan de Vida”. Y de forma especial advierte que “en la Misa un hombre le da gracias a Dios por sus muchas bendiciones y escucha a Cristo enviándolo de nuevo al mundo a construir el Reino de Dios. Aquellos padres que llevan a sus hijos a Misa están de manera muy real asegurando su salvación eterna”.

4. Lean la Biblia

Es una práctica que no sólo aplica a los hombres con una necesidad personal. Es un momento que se puede hacer en familia: “Hombres casados, lean con su esposa e hijos; si los hijos de un hombre lo ven leer las Escrituras, ese es buen indicio de que permanecerán la Fe”.

5. Santifiquen las fiestas

Desde la misma creación, Dios fijó un día para el descanso y para dar gracias por todo. El obispo lo califica como el “respiro que Dios nos da de esa tormenta”, que es la vida. Y a hombres católicos les dice: “Deben empezar, o profundizar en la santificación de este día. Si están casados, deben llevar el liderazgo con sus esposas e hijos, para que hagan lo mismo. Dediquen el día al descanso y al auténtico recreo; eviten todo trabajo innecesario. Pasen tiempo en familia, vayan a Misa, y disfruten el regalo de ese día”.

6. Confiésense

El mensaje de Cristo es un mensaje al arrepentimiento y de conversión. Y para salir de una vida de pecado y de gracia hay que pasar por el sacramento de la confesión: “Sin arrepentirnos de nuestros pecados, no puede haber sanación o perdón; y no habrá Cielo”. Se trata de un encuentro con Jesucristo, “un Rey misericordioso que perdonara a quienes confiesen humildemente sus pecados; no perdonara a quienes se rehúsen. ¡Abran sus almas al regalo de su misericordia!”.

7. Construyan fraternidad con otros hombres católicos

Y una última y no menos importante advertencia: poder vivir la fe con otros hombres, con sus mismas necesidades, con sus mismos ambientes. Una constatación de monseñor Olmsted: “Los hombres que tienen lazos de hermandad con otros hombres católicos oran más, van a Misa y a la Confesión más frecuentemente, leen las Escrituras más; y están más activos en la Fe”. Ahí están las puertas abiertas a los movimientos, a las asociaciones, a los grupos que organizan las parroquias. Es una oportunidad, o mejor aún, una necesidad que tenemos todos los hombres.