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Identidad y jóvenes
Reflexión ética sobre el papel que juegan los medios de comunicación en la construcción de la identidad de los jóvenes.


Por: Jorge Alberto Hidalgo Toledo | Fuente: .



Los medios se han especializado y la publicidad ha contribuido a la targetizacion de las audiencias; desde los medios se ha modelado una identidad del joven; así tenemos una condición trasnacional, estereotipada, occidentalizada, consumista y fragmentada.

Bettetini y Fumagalli en el capítulo “Jóvenes, amor, identidad de género” (2001) desarrollan a lo largo de su texto una análisis profundo sobre lo que implica ser joven tras el surgimiento de las emisoras jóvenes, particularmente Mtv, Videomusic y Tmc2. Del surgimiento de estos canales televisivo una identidad juvenil: consumista, gráfica dinámica, con “buenos sentimientos, orientación a la paz, ecológica, con poca diligencia para asumir verdadera responsabilidades, poca capacidad para afrontar en primera persona la realidad, verdaderas obligaciones, sacrificada para construir algo duradero, deshabituada a reflexionar” (2001: 159). Acostumbrada a alargar la condición pre-adulta; a visualizar producciones sofisticadas y costosas, con acentuado ritmo y velocidad de edición y montaje.

Estamos según los autores a una
fragmentación comunicativa que acostumbra al televidente a: ritmos elevados de incitación; ser víctima de un deseo continuo sin objeto; incapaz de soportar tensiones media y hacer proyectos; con una debilidad de la voluntad, sentimentalismo, aburrimiento existencial e inmadurez; despersonalizada, instrumentalizante, objetivadora; sin compromiso; carente de sentido del pudor; que hace exterior y superficial la intimidad e impersonal la relación con los otros.

Los medios y particularmente la televisión, desde los años 80, han exhibido la relación confidencial de la intimidad; y se han colocado en el corazón de lo privado, exponiendo públicamente, los sentimientos, las relaciones familiares y afectivas. Hoy son los medios un instrumento que fragmenta la vida y muestra los mundos trágicos y dolorosos de las personas, haciendo de la esfera íntima un espectáculo. La estructura de transmisión se ha vuelto una estructura de trasgresión. De la lucha de ideales se pasó a la necesidad de los mismos.

La ficción se ha vuelto un campo de batalla para tratar de comprender qué significado tiene la existencia y cómo interpretar el mundo y la vida misma.

Bettetini y Fumagalli indagando sobre la naturaleza y la identidad de estos jóvenes profundizan en los siguientes aspectos.

1. El amor pasión. Se hace una reducción de las dimensiones del amor al momento romántico centrándose en la representación del momento electivo y de atracción física, olvidando la dimensión de la duración, la fidelidad, el sacrificio, la espera, la paciencia y el amor. El amor se torna enfermizo, egoísta, opuesto al matrimonio, plagado de deseos contradictorio y que aspira al final feliz. La pasión es la prueba suprema. Estar enamorado es un estado, olvidando que el amor es un acto, una elección, no un padecimiento. Se espera, con la pasión, vivir la vida como un espectáculo, fresco y osado. La afectividad llena los contenidos, más que el encuentro pleno, único y radical que facilita la realización.

2. El gender. De la visión mujer-objeto (erótico), la mujer angelical (romántica) se tiene la visión de la mujer emancipada, que ha superado todos los obstáculos y que se pone a la altura del hombre, lo desafía y supera (2001: 175). Esta construcción cultural hace una identificación tan reducida que ha derivado en una propuesta de identidad sexual ambigua y completamente construida modelada por el marketing de las ideas y las ideologías. Así tenemos que una presión mediática se transforma una presión social para validar conductas y condiciones que se centran en la gratificación sexual. Existen propuestas como la de Donati que pugna por pensar en el género bajo una óptica relacional; es decir, la del ser en relación el uno con el otro más que en la de la representación.

3. La homosexualidad estereotipada. Las presiones ideológicas normalizan la ética homosexual, insisten en la tolerancia civil y equiparan la ética homosexual a la heterosexual. Se le victimiza o se promueve al gay como bueno, sincero y feliz haciendo apología.

Los medios por tanto, ofrecen dimensiones identitarias alejadas de la realidad; todas ellas distorsionadas y con gran capacidad para dañar a los jóvenes que se encuentran en un momento fundamental en la construcción de la propia identidad, corriendo el riesgo de inclinarse por una versión limitada, reducida y relativista muy alejada de las formas de identidad que apelan a la dignidad humana.

Referencias:
Bettetini, G y Fumagalli, A. (2001). “Jóvenes, amor, identidad de género” en Bettetini, G y Fumagalli, A. Lo que queda de los medios: Ideas para un ética de la comunicación. Argentina: La Crujía







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