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Efectos de la pornografìa y la violencia
¿Qué dice la Iglesia sobre los efectos de la pornografía y la violencia? El P. Felipe Santos indaga en los documentos de la Iglesia y nos responde.


Por: P. Felipe Santos sdb | Fuente: .



Se habla mucho de los efectos que los medios provocan en los espectadores, máxime en los analfabetos actitudinales. La experiencia diaria confirma que los estudios realizados en el mundo sobre los efectos negativos de la pornografía y la violencia son ciertos.

Se entiende por pornografía, según el Documento del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales (mayo de 1989), la violación del derecho a la privación del cuerpo en el hombre o en la mujer.

Esta violación reduce la persona humana y el cuerpo humano a un objeto anónimo, destinado al abuso por motivos de concupiscencia o placer; la violencia se presenta como una llamada a los bajos instintos, acciones que son contrarias a la dignidad de la persona y que, en el fondo, evocan una gran fuerza física ofensiva y simplemente pasional.

Nadie puede considerarse inmune a los efectos degradantes de la pornografía y de la violencia...

Los niños y los jóvenes son particularmente vulnerables y se exponen a ser sus víctimas. La pornografía y la violencia envilecen la sexualidad, pervierten las relaciones humanas, esclavizan a los individuos, destruyen el matrimonio y la vida familiar, inspiran comportamientos antisociales y debilitan la fibra moral de la sociedad.

Es evidente que uno de los efectos de la pornografía es el pecado o el mal. La participación voluntaria en la preparación y difusión de estas producciones dañinas e inmorales deben considerarse como un serio mal moral. Estos productos no deberían existir si no hubiera un mercado que los pide.

Cuando se deja a los niños ante escenas violentas, pueden causarles turbación, porque son todavía incapaces de distinguir claramente entre fantasía y realidad. La violencia condiciona a las personas impresionables, especialmente a los niños y jóvenes hasta tal punto que pueden llegar a verla como aceptable, normal y digna de imitarse.

La pornografía, como droga, crea dependencia y lanza a los individuos a buscar producciones cada vez más excitantes y perversas. La posibilidad de comportamientos antisociales aumentará con el desarrollo de este proceso.

La pornografía compromete el desarrollo moral de la persona y las relaciones maduras y sanas...y obstaculiza el carácter familiar de la auténtica sexualidad humana.

Uno de los mensajes fundamentales de la pornografía y de la violencia es el desprecio de los demás, considerados como objetos antes que como personas. Sofocan la ternura y la compasión para caer en la indiferencia y en la brutalidad.

Dice el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales(4 octubre de 1989):
" La era de la comunicación y de la información requiere - por parte de todos aquellos que viven un credo religioso y que están comprometidos en el servicio de un diálogo público- un esfuerzo mutuo por el bien de la humanidad."

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