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Hablando con mi hijo sobre la Violencia
El equipo de investigación de Yoinfluyo.com analiza la situación de la violencia al interior de los medios de comunicación y qué acciones pueden emprender los padres de familia para hacer frente a los contenidos de los medios de comunicación.


Por: Equipo de investigación Yoinfluyo.com | Fuente: Suplemento Especial | Yo Influyo



“A mi no ve va a pasar”, suele ser lo que se dice sobre muchas situaciones relacionadas con la violencia. Y es que nadie quiere sufrir de la violencia, ser violento ni que sus hijos adolescentes sean violentos. Bien lo dice el significado que se puede encontrar en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “la violencia es la acción contra el natural modo de proceder”. La palabra violencia procede del latín violentia, que significa hacer las cosas por la fuerza.

La violencia provoca violencia. Incluso quien es víctima de violencia en otras circunstancias es victimario: él mismo es violento. Quien realiza actos violentos suele hacerlo motivado principalmente por su afectividad: emociones como pueden ser los celos, la envidia, el enojo o el rencor toman por asalto a la persona y la llevan a una espiral de violencia. La violencia refleja desamor. De la indiferencia, los celos, la envidia y la falta de perdón se llega al odio que tiene su manifestación en la violencia. En muchas ocasiones la violencia ocurre por el uso de drogas, por la ingesta inadecuada de alcohol y por otras faltas de equilibrio en la propia vida. La violencia no suele venir sola y la persona violenta quiere decir algo más.

La violencia puede ser una salida fácil, pero es una salida falsa para quien se siente aislado, acorralado, atemorizado o indefenso. Curiosamente, el violento se siente muchas veces víctima, está triste, no se siente querido. Cuando tiene oportunidad de defenderse o de hacerse justicia él mismo, lo hace con agresividad y violencia.

La violencia en el entorno y en los medios de comunicación

¡Parece que está de moda la violencia! Esto es un disparate pero es parcialmente cierto. En el entorno suele haber muchos ejemplos de violencia: la violencia en las ciudades es tema de conversación frecuente, la inseguridad para los ciudadanos ha aumentado por múltiples causas que no analizaremos en este artículo; en la televisión ha aumentado el uso de la violencia en programas de todo tipo incluidos los noticieros, las caricaturas y los anuncios publicitarios. ¡Está en todas partes! Casi podríamos decir que la cultura que los medios de comunicación sensacionalistas quieren promover está inmersa en individualismo y violencia. De cada uno de nosotros depende el no actuar así, el rechazarla, pero no cabe duda que estamos expuestos a esos mensajes que nos bombardean muchas veces cada día, y a nuestros hijos también.

Ante esta cantidad de mensajes repetitivos que muestran violencia, es importante que todos los miembros de la familia platiquen sobre los contenidos de los medios de comunicación, que sepan que no son neutros sino que tienen siempre un efecto en cada uno de nosotros y tratar de que cada uno pueda ser crítico sobre lo que vio o escuchó para que sea más consciente de lo que quiere que una película, un programa o una escena o imagen le deje como aprendizaje o como elemento a incorporar a su personalidad. Cada uno decide si enriquece o no su personalidad y con qué valores la enriquecerá y la formará.

Prevención: contraatacando la violencia desde la familia
Por otra parte, algunos han perdido la preocupación por las consecuencias del propio actuar. Sin embargo, la realidad nos muestra claramente que todo lo que hacemos tiene unas consecuencias. La familia es el lugar ideal para que desde chicos se aprenda esta lección que es de gran utilidad a lo largo de la vida.

Cuando se pierde el cariño, el respeto, la consideración y la comprensión hacia el otro entra la tristeza y se deja el terreno fértil para la violencia. Un camino para evitar ser violento está en construir relaciones interpersonales sólidas y de buena calidad con nuestros familiares y amigos. La buena comunicación, el interesarse por lo que es más importante para el otro, la empatía, el asegurar suficiente tiempo para convivir, el dar oportunidad a todos de expresarse, el no hacer coaliciones en las familias (hacer subgrupos, dividiendo a la familia), el no ceder al deseo de tener uno o más consentidos y el reconocer, amar y aceptar a cada uno tal cual es, es un antídoto para evitar la violencia y otros fenómenos indeseables como las adicciones y los problemas de alimentación. La clave está en darle a cada uno un lugar importante, aunque las personalidades no hagan tanta química como quisiéramos.

Precisamente hay personas que tiene temperamentos más vulnerables a la violencia. Es importante conocer a cada uno de los hijos para poder ayudarle a identificar las principales tendencias de su temperamento para poder compensarlas mediante el desarrollo de una personalidad atractiva, interesante y virtuosa que supere los excesos o defectos del propio temperamento.

Por otro lado, cuando los padres se esfuerzan por no ser violentos, cuando ellos mismos, la mamá y el papá, juntos y cada uno por su lado, viven de manera armoniosa y pacífica, es más fácil que los hijos sean también pacíficos. La imitación influye en la educación de los miembros de la familia. Los adultos no deberían olvidar que durante toda la vida pueden ir convirtiéndose en mejores personas y que la educación es un proceso que no termina durante la vida, continuamente podemos educarnos, sacar lo mejor de nosotros mismos mediante la vivencia de los valores, desarrollando las virtudes.

Debe elegirse a los amigos. Nadie es perfecto, todos cometemos errores y tenemos defectos, estamos aprendiendo mientras recorremos la vida, pero es importante asegurar que no se reciben malas influencias de quienes nos rodean. Esto es particularmente importante en la pubertad, en la adolescencia y en la juventud, que son edades en las que la persona está formando su criterio y está llena de curiosidad y de ideales e idealizaciones. Muchas veces la adicción a las drogas, el alcoholismo o el inicio temprano de la vida sexual activa se vieron influenciados, entre otros factores, por las amistades.

¿Qué hacer con un hijo violento?
Si la violencia es querer conseguir las cosas por la fuerza y alterar lo que procede por naturaleza, es importante que el violento emprenda:

1. El desarrollo de otras habilidades, como la negociación, el sentido del humor, o el estudio y el trabajo, para conseguir lo que necesita. Es importante que sea crítico consigo mismo acerca de lo que le interesa para dirigir sus esfuerzos a lo que le conviene, a lo que es bueno para él, a lo que le va a hacer un bien en el corto y en el largo plazo. Los padres deberíamos aprender la habilidad de actuar oportunamente, ni antes ni después, para que el hijo no sienta que nos hemos adelantado a él, hay que esperar a que él tenga las iniciativas o ayudarle a despertarlas de manera que sea suyo el mérito, no del papá o de la mamá.

2. El desarrollo de la virtud mediante la vivencia de los valores. Lo que es propio de la naturaleza humana es buscar encarnar las virtudes, tender a todo aquello que enaltece a hombres y mujeres y que nos facilita la vida: la generosidad, la esperanza, la laboriosidad, la responsabilidad, la puntualidad, la sinceridad, la lealtad, la fidelidad, el amor.

En ocasiones, quien es violento no puede salir solo del problema. En el caso de los adolescentes, los padres pueden tomar algunas de las ideas que presentamos a continuación:

a) No debe permitirse que ningún miembro de la familia sea agredido ni verbal ni físicamente. Esto puede llevar a alejarse temporalmente del violento. Toda acción tiene una consecuencia.

b) Es conveniente poner límites. Normalmente los adolescentes están explorando y esperan que los adultos les fijen los límites, les indiquen hasta dónde pueden llegar, qué pueden decir o hacer, qué objetos tomar y qué hacer con ellos, entre otros límites. ¡Los padres no deben olvidar que los adultos son ellos, no sus adolescentes! Para que se respeten los límites debe haber una consecuencia clara cuando se traspasan y el violento puede llegar a perder privilegios (como usar el coche, ir al cine el próximo sábado, jugar en la computadora, entre otros).

c) La ayuda profesional de terapeutas, orientadores, educadores y otras personas con conocimientos atinados y experiencia suele ser imprescindible para resolver problemas de conducta fuertemente arraigados.

d) Trátelo con afecto y cariño, aunque también con firmeza.

e) No le facilite las cosas, no sea su cómplice.

f) Ayúdele a ver las consecuencias de sus acciones y palabras.

g) Platique con él, acompáñelo, no lo sermonee, escúchelo.

h) Perdónelo.







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