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El Naturalismo como Ética 4
El Dr. Andreas Böhmler reflexiona sobre la ética, la condición humana y el sentido trascendente de la existencia a partir del tema de la fe y la razón.


Por: Dr. Andreas A. Böhmler | Fuente: www.arbil.org




El ´cosmos´ de Galileo, Descartes y Newton, de pronto, confinaba el conocer humano a un único objeto, que es el poder creciente y absoluto sobre el universo físico vaciado de la presencia proveedora de la Providencia: "El que no admite a Dios se rebaja intelectualmente. Le queda tan sólo el azar para exlicar la comogénesis" (13/, p.94). La tan rica noción de racionalidad y causalidad ejemplificado en el aristotelismo cristiano (el tomismo) se reduce a pura ´mesurabilidad´ (1/, p.5). El concepto de ´orden creado´ como análogo del orden trinitario (con sus atributos de causalidad, racionalidad y libertad) se reduce a una concepción mecanicista aunque dinamizada por el evolucionismo; el único orden y la única causalidad que se reconoce es el orden y la causalidad de lo sujeto a mesurabilidad (13/, p.104): "Afirmaciones sobre la causalidad llegaron a ser una mera tarea de mesurabilidad. ... No obstante, la falta de precisión en la medición y predicción no es lógicamente equivalente con la ausencia de causalidad" (1/, pp.5-7).

Esta herencia mecanicista, no cabe la menor duda, no satisface a las auténticas aspiraciones humanas, ni teóricamente ni en sus manifestaciones prácticas. Este racionalismo lo vemos encarnado tanto en las doctrinas políticas y económicas del socialismo y comunismo como en unos modelos de organización empresarial como el Taylorismo. Esta visión reduccionista ha provocado que ya desde el comienzo del siglo hayan florecido en todos los saberes teorías que se oponían al Mecanicismo, y a todo lo que para sus progenitores -erróneamente- se identifica con lo mecánico: orden, jerarquía, racionalidad, causalidad. Es realmente un hecho histórico-ideológico desafortunado que tales conceptos llegaron a ser usurpados epistemológicamente por el Empirismo. No obstante, en vez de abandonarlos de todo, ¿no cabría -no se debería intentar- su interpretación mas allá del Empirismo? Todo nos indica que sí.

Constatando la obvia inadecuación del modelo mecanicista (cf.1/, p.167) parece no obstante que el hombre, en sus modelos teóricos, gusta caer de un extremo en el otro: de una mal fundamentada y ejecutada humanización (tecnificación) de la naturaleza a la ecologización del hombre (ecology of mind). Tal ecologización del espíritu humano, negando su estatuto trascendente con respecto al mundo físico-biológico, representa una auto-renuncia a todo lo específicamente humano; auto-renuncia que es una falsa humildad (que es la verdad), una especie de retorno a la cosmovisión pagana potenciada por la idea de la libertad. En otras palabras: el funcionalismo relativista presume sustituir a la teleología creacionista. Sin embargo, con respecto al funcionalismo afirma un conocido filósofo alemán contemporáneo: "El relativismo es el estado de atrofía de la metafísica europea. Y las afirmaciones apodícticas de la irreversibilidad de este proceso pertence también a dicho estado de atrofía. ... La racionalidad de la civilización técnico-científica hace del funcionalismo su forma de pensamiento universal, una forma que mediatiza todos los contenidos de la vida. El funcionalismo no es lo mismo que la teleología. Los fines ahí son mas bien funciones. La finalidad última termina siendo el funcionalismo mismo" (Robert Spaemann, Universalismo y Eurocentrismo ).

Ahora bien, a ese relativismo y funcionalismo filosóficos iba a unirse la relativización de la mecánica newtoniana. "La relatividad especial o relatividad restringida modifica conceptos básicos de la física de Newton. La masa ya no es constante, sino que depende de la velocidad. Las medidas del espacio y del tiempo no son siempre las mismas, sino que cambian en función del movimiento de quien los mide. Todas las leyes de la mecánica de Newton cambian. .. En 1915 Einstein formuló la teoría general de la relatividad, que enseguida comenzó a aplicarse al estudio del universo en su conjunto" (15/, pp.21s). Así, las teorías de la relatividad einsteinianas, en la macro-física, además de la teoría de incertidumbre heisenbergiana, en la micro-física, acabaron con la reivindicación universal de la causalidad mecánica.

Si bien este desmantelamiento es positivo, todas estas novedades sin embargo no pueden contradecir la reivindicación de la realidad, verdad, racionalidad y del orden, por mucho que habría que resituar tales nociones más allá de las simplificaciones mecanicistas de la facticidad empirista: "Una vez que se puso un ´ropaje filosófico´ -dice Jaki- a la incapacidad científica de medir la realidad con exactitud completa, llevaba esto con exactitud filosófica a la incapacidad de captar y mantener tal realidad(6) .

El lugar de la realidad lo usurpaba el azar (cf. 13/, p.109), un azar hace las veces de un fantasma filosófico que habita en el reino de las sombras entre el ser y el no-ser. ... Existe una diferencia entre la mecánica cuántica como ciencia y la dramática filosofía (ideología) que sus arquitéctos científicos han erigido en torno a esta ciencia. La ciencia de la mecánica cuántica afirma sólo la imposibilidad de exactitud perfecta de medición. La filosofía (ideología) de la mecánica cuántica defiende, en último término, la imposibilidad de distinguir entre lo material y lo inmaterial, entre lo que es y lo que no es. ... Sobre esta base todo esfuerzo de decir algo sobre la libertad y determinación se convierte en puro sinsentido. ... Einstein finalmente llegó a reconocer que la ciencia física no autoriza a nadie a administrar justicia acerca de la cuestión libertad versus determinismo, ... otros físicos eminentes ya habían subrayado la incompetencia de la física en asuntos relacionados con la libertad" (1/, pp.10-15).

Esto tiene claras consecuencias. Si las instituciones que configuran la vida social son lo que son, a saber: fruto, objeto y centro de una actividad humana , o sea: libre , entonces parece obvio que la Teoría del azar o caos es una teoría totalmente inadecuada para el gobierno y la organización de la multiforme vida en sociedad. Por lo tanto, si bien es frecuente, es sin embargo racionalmente inadmisible caer en la trampa de lo que el anteriormente citado matemático W. Smith define como ´scientific believe´ ( creencia científica), o sea, ya no ciencia. Muy a cuenta viene a este efecto también un comentario del propio Maxwell: "Una de las más duras pruebas para una mente científica es discernir los límites de la aplicación legítima del método científico" (1/, p.132; cf. 3/, pp.145ss; 13/, p.145).

Hasta ahora hemos centrado nuestra atención en la ilegítima transgresión del método científico hacia el campo de lo humano. Ahora queremos volver sobre la cuestión no menos controvertida de si -aun dentro de las ciencias ´naturales´- es lícito hablar de ´caos´ o ´azar´. A este propósito analizaremos en mayor detalle la Teoría del caos en cuanto hipótesis cosmogenética, por un lado, y el Evolucionismo biológico en cuanto hipótesis biogenética, por otro lado. Porque si ni siquiera dentro de su propio campo se dejasen verificar científicamente sus reivindicaciones, menos todavía en la -ya por otras razones- ilegitima transgresión a las ciencias humanas.

Citaremos en lo siguiente algunos textos que nos hacen ver que la física contemporánea en su más eminentes representantes (Einstein, Plank, Heisenberg, Bohr etc.) más que sustentar las hipótesis de una ´cosmogénesis azarosa´ o de un ´caos primitivo´ abren nuevos horizontes para apoyar y comprender mejor la doctrina ´creacionista´ cristiana, y eso a veces, por supuesto, aun en contra de la pretensión de dichos científicos: "La teoría de la relatividad, siendo la teoría más absolutista jamás propuesta por físicos, habrá de causar ningún problema a Dios, el absoluto" (4/, p.167)". La hipótesis ´Del caos al orden´ no responde a la cuestión de qué es el azar. "Los esfuerzos del hombre del siglo XX de desvelar las cualidades del universo muestran un resultado común: el universo aparece por todas las partes extremadamente específico y todos los esfuerzos con la intención de diluir estas especificidades chocan contra inexorables especificidades, observacionales y teoréticas" (4/, p.169). "Sea el universo de algunos filósofos el que se quiera, el universo de la ciencia es lo principalmente opuesto a la vaguedad que subyace a la doctrina del llamado ´open universe´ o de la llamada ´open society´" de un Popper o Hayek (1/, pp. 114-117).

La teoría a la que se inclinó Popper de que el universo estuviera gobernado por ´propensidades´, o de que fueran parcialmente causal, parcialmente probabilístico y parcialmente emergente, se revela como "pseudo-misticismo" materialista (cf. 4/, p.168). "El adviento de la nueva física era una amenaza latente a una visión cósmica de novedad o apertura inespecífica e indeterminable; pero como cualquier ente específico, el universo está terminantemente limitado a un número bien reducido de posibilidades o novedades futuras" (1/, p.109; cf. p.114). Vivimos "en un clima de opinión de que todo puede ocurir y, por ello, que el hombre no está obligado por nada específico como por ejemplo la ´ley natural´ que obviamente presupone un orden ontológico específico. ... Resulta cada vez más obvio que los enemigos verdaderos de la ´sociedad abierta´ no son sociedades basadas en verdades absolutas o reveladas sobrenaturalmente sino círculos intelectuales que han optado por el ´azar´ como última explicación de todo. Una ideología que defiende el azar y el caos como principios cosmogenéticos aunque fuere sobre una base presuntamente científica invitará inevitablemente a la anarquía" (1/, p.112). "El libro de Popper The Open Universe contiene tan sólo una página sobre lo que ha sido revelado por la cosmología científica moderna acerca de la realidad del universo. Todavía defiende sus teorías sociales sobre equivocaciones de hace medio siglo que afirmaban la ´indeterminación´ - la cual sin embargo no podría hacer surgir nunca especificidades permanentes. La cosmología científica contemporánea, no obstante, entierra toda reivindicación de cualquiera de las filosofías pos-humeanas y pos-kantianas de que el ´uni-verso´ sería sin más un producto bastardo de las indagaciones metafísicas del intelecto. ...

Precisamente porque sus cualidades son tan específicas, disuaden cualquier intento de considerarlas como meras creaciones de la mente. ...Estos y muchos otros apectos del universo tienen su explicación en una muy específica coordinación de todas las partes constituyentes del mismo. El principio antrópico, o sea, el principio de carbón científico, nos enseña que muy pocas cosas son posibles. Aquella coordinación, sorprendente en sí misma, lo es tanto mas cuanto mas atrás la seguimos en el tiempo (cf. 1/, pp.114ss). Se es plenamente consciente de que la cosmología científica contemporánea casi se trueca en un primer capítulo de Teología natural, un capítulo sobre el Creador y la creación" (13/, p.82). "Solo la voluntad adolecente de no querer tener padre puede contentarse con creer, con un simplismo primario, que lo existente, como consecuencia de una gigantesca explosión, hubiera surgido de colisiones de átomos y de moléculas guiadas físico-químicamente, todo ello debido al azar. La fe en un Dios Amor creador es considerada por los representantes del materialismo científico como hostil a la ciencia(7) , pues lo que entienden por ciencia es un materialismo particularmente cultivado por los biólogos moleculares que ´calientan´ todo tipo de especulaciones sobre una ´auto-organización de la materia" (idem, p.87).

En conclusión, más vale apoyar la condición humana libre en una reflexión ética, abierta a la trascendencia, que en unas determinadas ´ficciones científicas´ sacadas de hipótesis físicas, o mal hechas o mal entendidas.

Por último, habrá que hacer algunas reflexiones dubitativas acerca de las diversas teorías sobre la llamada ´evolución biológica´, con el propósito de completar lo antes referido sobre las teorías físicas repecto de la cosmogénesis y su desarrollo. Y habrá que hacer constar, como preámbulo, que acaso no advertimos que tan inmersos estamos en la pagana ´creencia pública´ en un origen monogenético, material-energético, que ya no nos repugna demasiado tragarnos unos cuantos relatos de ficción sobre el ´paso´ del no-ser al ser, del ser al ser vivo, y del ser vivo al ser consciente. ¿Decendemos del caos primitivo? ¿Somos un fruto azaroso pero consistente de las proteinas o del mono? Hasta en congresos supuestamente científicos no nos ahorran representaciones gráficas sobre un presunto crecimiento cerebral, con el propósito de hacernos asentir tácitamente a la teoría de que nuestra mente sería un producto del ecosistema, por muy avanzado y muy innovador que sea. A esto se habrá de contestar sólo una cosa: nunca caiga ningún hombre inteligente en el error de confundir la articulación del cerebro con la existencia de la mente o del espíritu. El pensamiento precisa el soporte del cerebro, pero no se explica por el cerebro. Es lo radicalmente distino de los procesos bioquímicos. Los buenos filósofos dicen: el pensamiento es un acto, no fruto de un proceso, sea físico, químico o biológico(8) .

Ahora bien, ¿que diremos de la consistencia de las teorías de la evolución biológica? Porque hay muchas líneas y muy contradictorias dentro de este pensamiento tan propicio a la divulgación popular (cf. 1/, pp.118-19): "El mecanismo darwiniano es tan primario que miliones de personas pueden comprenderlo. La única certidumbre del darwinismo resulta de que éste es indemostrable científicamente. Se trata de una fe: la fe de no tener fe en Dios" (13/, p.104). "La hipótesis del darwinismo se apoya en la idea de que lo que a nosotros nos parece una organizaci€n dotada de sentido se compondría de elementos minúsculos que ya no contienen ese caracter de finalidad" (idem, p.95).

"Sería muy deseable que los científicos que defienden una o la otra de las numerosas teorías de la evolución se impongan la obligación de subrayar inequívocamente que sus consideraciones son especulaciones no verificables, apoyadas en métodos químicos y físicos, o sea, por mediciones realizadas en el transcurso de experiencias de laboratorio sistemáticamente reproducibles. Estas teorías no pertenecen a la ciencia pura sino que son especulaciones procedentes de la ´capacidad imaginativa del intelecto´; no son un saber empírico sino una creencia. .. Muchas de estas teorías descansan sobre la creencia de no creer en Dios. Para ellas todo puede ser la causa de lo existente, aun las más improbables de las verosimilitudes o azares, pero sobre todo no Dios" (13/, p.76).

"Se actúa como si se dispusiera de hechos científicamente demostrados. Los que presumen saber más son aquellos que creen más fuertemente en sus especulaciones. De este modo, ´la teoría´ de la evolución ha penetrado hasta los manuales escolares y ella está tenida por milliones de hombres por ciencia pura". No obstante, desafiando esta ´fe´ en la evolución, el biólogo y antropólogo suizo Adolf Portmann llegó a afirmar, en contra de la ´ley fundamental biogenética´ de Ernst Haeckel, "que el hombre es integralmente hombre desde la creación; él es el ´totalmente otro´ de la creación. (Portmann ha) logrado describir biológicamente este ´todo otro´, este ser único, a través de la ontogénesis del hombre, a partir de la especificidad de su desarrollo humano: en el seno materno, después del nacimiento, su estado adulto tardío, especificidad que los antropólogos han denominado ´fenómeno de Portmann´. Una sola cosa es insostenible, a saber, que el ´espíritu humano´ haya podido nacer, por evolución, de un ´psiquismo animal´" (idem, p.77).

A la misma conclusión llega también el biólogo alemán Schrädinger: "Partiendo de todo lo que hemos aprendido sobre la estructura de la materia viva tenemos que estar preparados a encontrarla operando de una manera que no puede ser reducida a las leyes ordinarias de la física. En contra del paradigma analítico en física, una característica especialmente notable de organismos vivos es lo que puede denominarse la ´primacía del todo´. ... Así, en el campo biológico se llega de hecho a la antítesis exacta de la hipótesis mecanicista: no es el todo el que se deriva de las partes, sino son justo las partes que derivan su existencia como tales de un todo dado" (13/, p.86). Este ´todo´ dado, en términos de la filosofía aristotélica, se llama esencia o forma, precisamente conceptos inadmisibles para toda teoría que se precie teoría general de la evolución. "El gran problema es dar cuenta del orígen de tal forma, o si se quiere, de este orden estupendo. ... El misterio del organismo vivo reside en su forma. ... En último término, lo que transparenta en esta forma como principio de orden y como fuente de vida (no es el azar espontáneo creador sino) es el mismo Logos, la Sabiduría divina... ´sin la cual nada ha sido hecho´ (San Juan, 1:3)" (13/, pp.86-88). Queda patente que tal principio biológico del ´todo´ (forma, esencia) desdice a toda filogénesis a partir de la hipótesis de ´auto-organización de la materia´. Ni falta hace evocar la ´fealdad´ de tal doctrina frente a la ´hermosura´ de la doctrina del Verbo.

Además de estas aporías, la ideología evolucionista tiene otra principalísima. Estudiarémosla brevemente. A este efecto, procede mostrar la ética in statu nascendo , es decir, la ética surgiendo del ser humano, desde lo biológico a lo más alto en el hombre, lo espiritual. Tenemos que descubrir, detectar lo ético en el meollo mismo de la constitución humana. Puesto que no hay leyes constitutivas del ser humano que sean independientes de la ética tiene sumo interés tratar de la constitución humana acudiendo a la teoría de la evolución para demostrar que la indole ética de toda actividad humana arranca ya desde la misma corporeidad humana, es decir, de su peculiar corporeidad, a saber, el hombre tiene un cuerpo potencial. Sin embargo, existen varios niveles de ´evolución´. Cualquier ´evolución´ biológica presupone ciertamente la ´evolución´ cosmológica, la física y la química. Aquí interesa estudiar la llamada ´evolución´ biológica, lo que quiere decir nada más que estudiar los procesos de especificación , el ´paso´ de una especie a otra distinta, de modo que el proceso de especificación conduce a una barrera de interfecundidad (la dotación genética puede permanecer similar, pero está organizada cromosomaticamente de distinta manera), único criterio válido para distinguir las especies.

He aquí el ´quid´ de la cuestión: es un hecho que la estrategia de ´especificación´ señalada por las teorías de evolución corrientes no responde a la realidad de las especies antecedentes del homo sapiens sapiens que somos nosotros los humanos(9). Las estrategías distintivas de especificación, que se apoyan en línea ascendente, se podrían clasificar en tres grandes grupos: «adaptación» (todas las especies animales), «hominización» (unas determinadas especies de homo : el homo habilis (pithecanthropus), el homo erectus , y, en cierto modo, el homo sapiens (neanderthalensis y cro-magnon); y «humanización» (el homo sapiens sapiens ) (10). Se llama hom inización al proceso de formación del tipo morfológico humano, es decir, a la sucesión de fenómenos que da lugar a la corporeidad(11) peculiar del hombre que conocemos actualmente. En cambio, se llama hum anización a la explicación de una serie de caracteres que ya no son simplemente corpóreos: la aparición de la inteligencia. Es decir, la cuestión máximamente controvertida, desde el punto de vista de las teorias evolutivas al uso (ecology of mind), de cómo surge la inteligencia(12).

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