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Si Dios escribiese los mandamientos hoy
¿Qué diría Dios si escribiese los mandamientos y te los hiciera llegar por e-mail? El P. Felipe Santos te tiene una interesante respuesta.


Por: P. Felipe Santos sdb | Fuente: .



1) Si Dios escribiese los mandamientos hoy enviaría un mensaje por correo electrónico a todas la familias del mundo. ¿Qué diría?

Muchos lo borrarían en seguida diciendo que no tiene  interés, incluyendo en este grupo a algunos que van a la iglesia.

Otros lo abrirían probablemente por curiosidad y con algún interés, pero se darían cuenta pronto de que Dios ha renunciado a recopilar un elenco completo de los comportamientos que cada uno debería testimoniar en el ámbito de la convivencia doméstica.

Su invitación sería sencillamente la de amar a los otros sin condiciones y respetar su autenticidad, dejando a la sensibilidad y a la libertad de cada cual el modo de expresar bien esa exigencia.

2) Porque , pensándolo bien, lo bello de la familia radica en  esto: saber proponer con creatividad y realismo algunos puntos importantes, contando con el milagro de multiplicar los propios talentos en función de las necesidades de todos y no solamente partiendo de los recursos y disponibilidades individuales y sobre todo superando la lógica del deber, que es siempre anémica cuando entran en juegos los afectos más profundos de la existencia.

Si se habla del presupuesto de que el amor vale más que cualquier ley, la interpretación de todo mandamiento añade una concreción que recae en la responsabilidad y en la historia particular de cada núcleo familiar. Pienso, por ejemplo, en cómo se puede llevar de forma diferente en cada casa la celebración de las fiestas o qué atenciones comporta la extensión de "no matar", "decir falsos testimonios".

Y  estas experiencias cambian cualitativamente de uno a otro ya que se creen protagonistas.

3) Con los hijos A y B hemos pasado del simple respeto de los otros en las cosas pequeñas de cada día (como el tiempo dedicado al trabajo, al descanso, al juego; la utilización correcta de cada objeto; saberse comportar bien en cada situación; contentarse con lo que se tiene y se es sin imitar a los demás) a un gradual reconocimiento y cuidado de los intereses personales, hasta una solidaridad concreta para que cada exigencia pudiese resolverse de modo válido sin perder nunca de vista el  bien común. Poco a poco los niños se han habituado incluso a la idea de que hace falta valor y perseverancia para decir la verdad en todo momento, cuidar y tutelar la dignidad de los más débiles, de trabajar  llevados por un sentimiento de justicia y por un compromiso de comprensión que conduzcan a no mirar sólo los intereses propios, sino  que sepan comprender las situaciones de la libertad individual.

4) También para los adultos se han colocado pasajes empeñativos: demostrar siempre, aún públicamente, el respeto  recíproco y la aceptación del cónyuge y de los hijos con sus cualidades y defectos: tutelar el honor y alabar las cualidades de cada uno y dar espacio para una realización positiva de todo lo que cada uno lleva dentro de sí como esperanza de plenitud humana; aceptar el comportamiento transparente en las situaciones en las que resulte fácil y cómodo adoptar una doble moral o actuar de manera incoherente;; no llevar a cabo ninguna forma de violencia, ni de timidez para lograr un resultado; continuar pensando con nuestra cabeza y vivir nuestra vida sin dejarnos condicionar por modelos culturales dominantes o abdicar de as convicciones pedagógicas más serias; saber compartir los momentos de alegría incluso cuando nos sentamos interiormente afligidos...Todo esto con la menor tensión posible, sino con una sensación general de bienestar, unida a la capacidad de dar reglas que nazcan de la interioridad y no impuestas desde el exterior.

5) Una tarde, hace ya muchos años, durante los pequeños ritos de las buenas noches con los niños, se hablaba justamente de esta experiencia extraordinaria que los hebreos vivieron en el Sinaí; la hija puso fin a la charla familiar con una de sus afirmaciones: "Cada uno quiere ser una persona...y también yo quiero ser tratada como una persona en casa; también quiero comportarme como una persona": no pudo hacer una traducción más bella del modo de cómo deben vivirse los mandamientos en familia.

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