Desafíos actuales de la comunicación
Por: P. Felipe Santos sdb | Fuente: .
La comunicación auténtica no es sólo una necesidad para la supervivencia de una comunidad civil, familiar o religiosa. Es también un don, un tesoro que hay que guardar, una participación en el misterio de Dios que es comunicación.
El año 1990 dirigió el Papa Juan Pablo II un discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Fue el 12 de enero. ¿Qué les dijo?
Con su amplia mirada de águila que vuela por el firmamento, la primera mirada se la dedicó al continente europeo. Hoy somos interpelados por la extraordinaria posibilidad de un futuro nuevo. El Papa lo llama con el nombre de la "Europa del espíritu".
A Europa le corresponde hacer un esfuerzo comunicativo entre todos los países europeos: entre Este y Oeste, entre Norte y Sur. Este empeño afecta también a la vida misma de las Iglesias: es un compromiso de comunicación ecuménica y un deseo práctico de trabajar en favor de unas condiciones de vida, en las que resplandezca la paz, la justicia y la salvaguarda del medio ambiente.
Este compromiso fue ya asumido por las Iglesia Europeas en Basilea en mayo de 1989, el año de la caída del muro de Berlín.
Tenemos ante nuestra mirada una ocasión verdaderamente importante para que nuestro viejo continente - desde siempre cristiano - dé un salto de calidad de vida en las relaciones humanas, expresivas y religiosas. Europa necesita la recuperación de sus valores tradicionales para fundamentar sus cimientos nuevos en lo válido de los antiguos. Es una ocasión única la que tenemos por delante. Un desafío al que no podemos renunciar de ninguna manera.
En segundo lugar, debemos tener presente a todo el gran número de emigrantes que llegan a Europa provenientes del Tercer Mundo.
La comunidad cristiana y la política están llamadas no sólo para socorrer emergencias asistenciales, sino también y sobre todo para que vayamos preparando las bases de una Europa multiracial, capaz de vivir en paz y justicia, superando los riesgos de ghettos y de conflictos raciales que semejantes fenómenos encierran en sí mismos.
Y, en tercer lugar, hay que tener en cuenta la preocupación expresada por la Iglesia de Italia en 1989 en una Carta pastoral. En síntesis viene a decir que nos comprometamos en las relaciones de mutua comprensión, fraternidad y acogida.
Y el cardenal Martini afirma:" Para que una comunicación auténtica del mensaje sea posible en Europa "mediatizada ( con muchos medios de comunicación), tenemos que empeñarnos en mejorar todos los campos mediante nuestras capacidades comunicativas para ponerlas al servicio del Evangelio".
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