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Comunicación y Navidad
La celebración de la Navidad es en sí misma un signo de comunicación y comunicación. Este es el mensaje planteado por Victor Manuel Pérez.


Por: Víctor Manuel Pérez Martínez | Fuente: .



La celebración de la Navidad es un signo de comunicación y de comunión. Los países de tradición cristiana conmemoran el nacimiento del Hijo de Dios con diversas manifestaciones culturales.

En la mayoría de los casos la religiosidad popular es ingeniosa en su forma de expresar su fe, es creativa, es original y es un signo de pertenencia para los pueblos. No importa cuál sea la forma de celebrarla, en esencia, es un signo que nos une como Iglesia alrededor del misterio de la encarnación. Rescatar el sentido real de esta época es un reto para las familias, porque es en su seno donde la tradición puede llegar a transmitirse de generación en generación, a pesar de la amenaza constante del consumismo que rodea éstas fiestas.

La navidad está rodeada de signos importantes. La Iglesia escogió la noche del 24 y el día 25 de diciembre para ésta festividad, no porque históricamente Jesús naciera ese día, sino para transformar una fiesta pagana (la fiesta del sol) en una fiesta cristiana. El signo del pesebre fue idea de San Francisco de Asís quien pretendía recrear la imagen del nacimiento de Jesús, tradición que ha permanecido en el tiempo.

Al margen de estos signos que han permitido mantener vivo en muchos hogares el recuerdo de éste evento, el propio relato de la natividad nos planeta signos de comunicación muy valiosos. Jesús llega al mundo como muchos niños de su época. Es probable que José viajara al lugar donde vivía su familia en Belén para empadronarse y allí “se le cumplieron los días del alumbramiento” y por no haber lugar en el albergue “lo acostó en un pesebre” (Lc 2, 6-7), lugar reservado para que el ganado comiera. Nació en medio del pueblo sencillo, sin lujos y en una familia.

El relato bíblico nos señala que fueron los pastores los primeros elegidos que conocerían de su llegada: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor” (Lc 2,10).

En éste anuncio está planteada la misión de Jesús en la humanidad: ser el salvador. Todos los hombres estamos llamados a ser parte de ese Plan de Salvación que Jesús vino a consolidar con su nacimiento, su vida, su muerte y su resurrección.

Un mensaje que es universal. Es el significado de la adoración de los magos del Oriente quienes siguiendo una estrella llegan hasta Jesús para adorarle y ofrecerle oro, incienso y mirra (Mt 2, 11). Aunque pueden considerarse estos regalos como signo de las riquezas y perfumes de los países del Oriente como Arabia, tienen también un significado simbólico: el oro, porque Jesús era Rey; el incienso, porque Jesús era Dios; la mirra, porque Jesús moriría para salvarnos de la esclavitud del pecado.

La navidad para el creyente tiene un significado más trascendente y lo manifiesta a través de signos como la música, los bailes, las comidas, las tradiciones, el encuentro de las familias, los regalos… Sin éste sentido trascendente solamente se convierte en unas fiestas donde el consumismo toma prioridad, cuando lo esencial es su mensaje religioso y humano. Nuestra sociedad consumista ha desvirtuado las fiestas; pero es una realidad que ha venido con el progreso y el desarrollo. La búsqueda de los valores humanos y familiares puede contribuir a impregnarle al progreso y al desarrollo un sentido más humano, que nos ayude a crecer como personas; de lo contrario seremos seres que estamos viviendo y pensando al compás de las tarjetas de crédito o del sonido de una máquina registradora.

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Victor Manuel Pérez Martínez
vmperezmven@yahoo.com

 

 







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