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El amor es la primera ley

El amor es la primera ley
Declaraciones de Mons. Martorell obispo del Puerto Iguazú






(Misiones), 15 Feb. 12 (AICA)


El amor de Dios

“Jesús se sabe Señor de la vida y Él mismo nos manifiesta que ha venido a redimir al hombre de sus pecados y consecuencias. Jesús ha venido a dar la salud a los pecadores y a curar a los enfermos”, señaló el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, en su mensaje dominical.

Con respecto al relato del Evangelio en el que Jesús cura a un leproso, el prelado aseguró que “este pasaje del evangelio nos pone frente a la consideración del misterio de la fe. Aquel pobre hombre enfermo y despojado de todo, despreciado por todos, no duda del amor de Dios, no deja de recurrir –a pesar de sus dolores y sufrimientos- a Dios y se arrodilla ante él”.

“Nosotros –dijo- quizá por mucho menos que este hombre abandonamos y renegamos de Dios y de su Providencia. El leproso sabe por el misterio de la fe que Dios todo lo puede, basta sólo que lo quiera hacer”.

Monseñor Martorell manifestó que “es ciertamente el amor la primera ley, pero el amor no es auténtico sino va ordenado a Dios en el cumplimiento de la ley y si no pone a Dios y su voluntad por encima de todo. No sería nunca lícito infringir la ley por propio capricho o por deseos desordenados”.

“El alma del hombre actual está destruida, sin valores, sin Dios, sin patria, en soledad con la sola compañía de los males de la droga, el sexo y la pérdida lastimosa del tiempo”, relató el obispo y agregó que “la actitud de fe del leproso nos deja una enseñanza y quizás también una esperanza: nuestro corazón herido por los males del tiempo, lastimado, como el leproso, podría arrodillarse ante el Señor y decirle: ¡Señor, si quieres, puedes curarme!”.

El pastor de Puerto Iguazú señaló que Jesús puede sanar y quiere hacerlo, para eso también ha venido al mundo y “tiene presente las miserias, los sufrimientos y los pecados que atormentan al hombre y Él, como Salvador, las llevará sobre sí mismo”.

Como conclusión, monseñor Martorell llamó a pedirle al Señor “el don de la fe y del amor que nos lleve a decir: ¡Señor, si quieres, puedes curarme!”. +

 







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