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Tu curación diaria

Tu curación diaria
Gracias, Señor, por tus leprosos, tu purificación y sobre todo por tu curación.


Por: P. Felipe Santos |



Hola Jesús

Te escribo esta carta para darte gracias por la curación que haces diariamente de todo cuanto acontece a mi derredor. Ya ves que te necesitamos hoy como ayer para que cures todo tipo de enfermedades: la lepra, la desidia, la indiferencia, la incredulidad, el pasotismo y el consumo a toda pastilla...

No me gusta la actitud de muchos de mis colegas, alejados de ti por inconsciencia o llevados por los vicios de este mundo singular y supertecnológico.

La lepra, producida por el microbio de Hansen, se cura en nuestros días. No es una maldición divina como pensaban en tu tiempo. Esto añadía más dolor todavía a los enfermos. Hoy tenemos otras enfermedades físicas muy difíciles de curar. Pero también existen las enfermedades del alma : falta de fe, apego a los bienes materiales, bienestar a toda costa, autosuficiencia, olvido de los valores morales y religiosos...

La diferencia de los leprosos de tu Evangelio y los actuales consiste en que los primeros pedían “compasión” para excitar los sentimientos de pena ante su padecimiento. Es curioso que los leprosos te veían desde lejos. No esperaban transformar sus vidas maltrechas. Te veían -como ocurre muchas veces hoy- como a un líder o un maestro. Hay que verte de cerca, es decir, como una persona capaz de transformar de raíz nuestro corazón y nuestra vida.

Jesús, tú los envías a los sacerdotes para que atestiguaran ante el pueblo su curación y así poder insertarse de nuevo con los demás. Tan sólo volvió uno para darte las gracias. Los otros buscaban principalmente vivir una vida con normalidad ante sus paisanos. No se sintieron implicados en la novedad de su curación. No te han descubierto como al Señor que puede transformar radicalmente la existencia.

Cuando tú recibes al leproso que va a darte las gracias, notas en él que ha sido purificado y curado de sus males. La purificación es simplemente un cambio externo. La curación, además, significa un cambio interior. Por eso, como el salmista , te dice: ¿Cómo podré dar gracias al Señor por todo el bien que me ha hecho?

El cambio profundo de este leproso consiste en haber encontrado en Jesús el único Señor. Este curado, para colmo, era samaritano, es decir, un pueblo no muy creyente y considerado como un extranjero para los judíos. Gracias a su fe, le dices : “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”. Es importante tener en cuenta que le dices “tu fe te ha salvado” y no purificado. La fe indica la gran confianza que pone en Dios. La fe es plantearse la existencia como una confianza plena en el Señor. La salvación es mucho más que la purificación: indica la liberación de algún peligro grave que amenaza a la humanidad.

De nuevo aparece la misericordia de Dios convertida en curación. Ten en cuenta esto: la clave de la vida cristiana consiste en tu encuentro con Jesús. Tú sigues a Cristo como a una persona viva y dentro de ti. Cuando uno va madurando en la visión de Dios, simultáneamente uno se acostumbra a ver y analizar todas las cosas desde la ternura de Dios. Así, sin duda alguna, adquiere sentido la lectura que podamos hacer de esta realidad actual de finales del siglo XX.

Gracias, Señor, por tus leprosos, tu purificación y sobre todo por tu curación.

Te quiere un montón, Pedro, 15 años







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