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La opción fundamental por los pobres, opción por Cristo; explica el cardenal Scheid

La opción fundamental por los pobres, opción por Cristo; explica el cardenal Scheid
Palabras del Arzobispo de Río de Janeiro, cardenal Eusébio Scheid.


Fuente: Zenit.org



RIO DE JANEIRO, lunes, 27 noviembre 2006 (ZENIT.org).- El arzobispo de Río de Janeiro, cardenal Eusébio Scheid, considera que la «opción preferencial por los pobres» es sinónimo de opción por Cristo.

En un artículo enviado a Zenit, el purpurado brasileño ha aclarado que no hay otra opción fundamental posible para el cristiano, porque «cuando se opta por el pobre, el abandonado o el excluido, es porque se ve en él la figura de Cristo despojada, privada de todo lo que su dignidad merecería».

Monseñor Scheid subrayó que el gran problema introducido por la llamada «opción preferencial por los pobres» «fue la creación de una categoría sociológica, que identifica como ‘pobres’ a cuantos se encuentran en situaciones de extrema dificultad material, los miserables».

El purpurado explica que no le gusta el término «miserable» «porque puede tener una connotación moral, que no se aplica a esta circunstancia».

«En realidad --afirma--, pobres son todos aquellos a los que les falta algo, no necesariamente material, que les impide un desarrollo humano coherente con su dignidad de persona».

«Además --añade--, el empleo del término ‘preferencial’ expresa una ideología, mediante la que se empieza a introducir la lucha de clases, como forma de reivindicación contra la injusticia y la desigualdad social».

La «opción preferencial por los pobres» «es una expresión que se hizo popular en los medios ligados a la Teología de la Liberación. Enseguida se empezó a hablar del pobre como del ‘excluido’, el ‘abandonado’, el ‘sin justicia’, quien ‘no tiene voz’».

«Luego se convirtió en un vocablo propio, y casi obligatorio, de quien quería mostrarse a la par con la ‘cultura’ del momento. Fue adoptado por el socialismo ateo para definir a los excluidos socialmente, y para apoyar las luchas de clase de todo tipo», informa.

Según el cardenal Scheid, «evidentemente no se pueden cerrar los ojos frente a estos graves problemas. Mientras tanto, ni el socialismo ateo ni el capitalismo salvaje pueden darnos una respuesta».

«Hay que mirar al pobre desde el punto de vista más humanitario, incluso espiritual, en las situaciones en las que esto es posible. Es una preferencia afectiva, afectuosa, porque las personas a las que falta lo necesario son las que tienen más necesidad de nuestra atención y nuestro afecto», explica.

El cardenal añade que existen argumentaciones teológicas que apoyan el hecho de ver la figura de Cristo despojada y privada de lo que merecería su dignidad cuando se opta por el pobre, el abandonado o el excluido.

«En primer lugar, toda persona ha sido creada a imagen y semejanza de Dios, como nos enseña el Génesis (Gn 1, 26)», observa; «por esto, no podemos nunca eximirnos de reaccionar frente a la dignidad humana, herida en la persona del pobre, abandonado en la calle, en prisión, en situaciones a veces peores que las de los animales. No deja de ser persona, no deja de ser imagen de Dios, incluso cuando los crímenes que ha cometido han comprometido la belleza original de aquella imagen».

El segundo argumento, según el arzobispo, «es la preciosísima Sangre de Cristo, de valor infinito, derramada por todos».

«La persona humana es una adquisición, una reconquista, por la cual Cristo ha ofrecido su vida y toda su Sangre», concluye.

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