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Capitalismo, globalización y dignidad de la persona

Capitalismo, globalización y dignidad de la persona
Nuestros relativistas y bienintencionados éticos, que me consta que lo son, razonan más o menos así: como la empresa debe ganar dinero, ante una situación injusta, la primera pregunta es ¿me beneficia?, y la segunda es ¿lo va a hacer mi competidor si no l


Por: Bienvenido Subero | Fuente: www.arbil.org





Nuestros relativistas y bienintencionados éticos, que me consta que lo son, razonan más o menos así: como la empresa debe ganar dinero, ante una situación injusta, la primera pregunta es ¿me beneficia?, y la segunda es ¿lo va a hacer mi competidor si no lo hago yo?; si la respuesta es afirmativa a ambas, y además es legal o casi, la acción se ejecuta


 Desde mis tiempos en la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, me ha preocupado el hecho de que haya miles de millones de personas a miles de kilómetros de un europeo medio, no sólo geográficamente sino también en nivel de vida. Me da la sensación de que tenemos asumido que este tema es competencia de distintas instituciones religiosas y de las llamadas O.N.G. Hace unos meses leí en la edición europea de Fortune, un artículo indignante por la situación de iniquidad que describía sobre las condiciones de trabajo en Asia, Fortune es una revista económica bastante conocida internacionalmente, por lo que espero que el trabajo citado refleje un estado de opinión entre sus lectores.

Para los que no tengan acceso al texto en cuestión, me he permitido traducir el siguiente fragmento que es sumamente ilustrativo:

"Por el privilegio de trabajar turnos de 12 horas siete días a la semana en una fábrica, donde produce carcasas para teléfonos móviles Motorola, María, de 30 años, estará en deuda durante los próximos años.

María debe cada penique que gana. Ella debe el dinero por tener trabajo y está atada a su trabajo como resultado de su deuda. En otro tiempo esto habría sido llamado servidumbre forzada, hoy en algunas partes del mundo, es una práctica habitual de contratación.

Así es cómo funciona: Para asegurarse el trabajo en el subcontratista de Motorola, que está en Taiwan, María tuvo que pagar $2.400 a su intermediario de trabajo en Filipinas, donde ella vive. Ella no tenía esa cantidad, así que, como es habitual, lo obtuvo de un prestamista local al tipo del 10% mensual. ... Un segundo intermediario se reunió con María en el aeropuerto de Taiwan y le informó de su tarifa de $3.900 antes de conseguirle el trabajo..

De su paga de $460 al mes, $215 son para pagar al intermediario de Taiwan, $91 en impuestos de Taiwan, $72 por la habitación en el dormitorio de la fábrica, y $86 por la contribución obligatoria a una cuenta de ahorro que recuperará solamente si completa su contrato de tres años. Después de 18 meses habrá pagado a su intermediario de Taiwan. Pero todavía le queda la deuda Filipina y su veloz interés compuesto.
China se ha demostrado irresistible a la hora de atraer a los fabricantes occidentales su cantidad enorme de mano de obra barata ... Como resultado, las factorías que operan en Taiwan, Corea del sur y Malasia, que tienen costos más elevados de mano de obra, han tenido que claudicar para competir. La solución por la que optaron fue importar trabajadores de vecinos pobres -Vietnam, Tailandia y Filipinas- contratándolos para dos o tres años."

Reflexionando sobre todo ello, lo que más me indigna no es la situación de los trabajadores en esos países, no, sino el hecho de que me hayan quitado cualquier alternativa de reacción individual, me han quitado la posibilidad de votar con mi dinero y dejar de comprar ciertos productos de/en ciertas empresas. ¿Por qué?, muy fácil, porque ni mi hija tendría juguetes ni mi familia electrodomésticos. Sirvan de muestra un par de datos con respecto a China: una fábrica de Cantón produce el 40% de los microondas que se venden en Europa y este país produce el 70% de los juguetes que se venden en el mundo.

Así que mi única esperanza era que la preocupación por la llamada Ética Empresarial está alcanzando las cúpulas directivas. Digo era porque está siendo introducida por personas que tratan de vender este producto a las empresas, con el fin de que se puedan justificar ante el público, incluso aparecerá dentro de poco una Certificación en Calidad similar a las conocidas ISO. Ciertamente esto es un avance, pero producido por la presión de los consumidores (no en España, desde luego), no por una conciencia moral de los individuos que gobiernan las compañías.

La Doctrina Social de la Iglesia constituye un buen punto de referencia para aquellos realmente preocupados por la ética y la economía, porque si la llamada Ética Empresarial ha de ser la vara de medir, "estamos apañaos". Eso sí, como toda la moral cristiana es muy exigente, y poco atractiva para los defensores del capitalismo más duro, que son los que ahora imperan.

Soy de los que opinan que el libre mercado es neutro, no induce comportamientos inicuos, sino que el problema está primero en el individuo y después en las estructuras de control, por lo que estas últimas deben adaptarse, ya que a pesar de la mayor amenaza imaginable (infierno por toda la eternidad) y el mayor bien posible (ver el rostro de Dios por siempre jamás) el hombre sigue siendo presa de la soberbia, la avaricia, el egoismo ...

Nuestros relativistas y bienintencionados éticos, que me consta que lo son, razonan más o menos así: como la empresa debe ganar dinero, ante una situación injusta, la primera pregunta es ¿me beneficia?, y la segunda es ¿lo va a hacer mi competidor si no lo hago yo?; si la respuesta es afirmativa a ambas, y además es legal o casi, la acción se ejecuta. En el caso reflejado en el texto, Motorola, los intermediarios en el mercado de trabajo y los prestamistas, se comportan de esa manera puesto que no hay trabas legales, y si no se aprovechan ellos lo harán otros, por tanto, no se les puede exigir una conducta justa, pues la situación ha anulado otras alternativas.

Pero, ¿deben las empresas comportarse altruistamente como algunos defienden?. La respuesta inicialmente es no.

La empresa tiene como objetivo la creación de valor, o dicho de otra forma, la producción de bienes o servicios por los que un número suficiente de personas estén dispuestas a pagar un precio mayor que el costo de producirlo o entregarlo.

Y esto es así porque de otro modo estaría detrayendo recursos, (materiales, financieros, habilidades y conocimientos personales) que podrían haber sido aplicados a proyectos que los utilizasen de forma más eficiente. Cuando la empresa dedica parte de sus recursos a nobles causas, realmente son sus propietarios quienes lo hacen, pues dejan de embolsarse ese dinero (salvo que lo repercutan en el precio) esperando que la imagen corporativa mejore y el consumidor se sienta más atraido por sus productos.

Sin embargo, cuando los medios a disposición de una compañía (su red de relaciones, su logística, conocimientos, etc.) hacen que la eficacia en el uso de los recursos que pretende donar a los desfavorecidos sea mayor que otras alternativas, se impone que sea ella la que los distribuya.

Por otra parte, los países pobres están repletos de consumidores, pero que no demandan los mismos productos ni naturalmente al mismo precio que los ricos. Un ejemplo para terminar: Unilever hace unos años se planteó la necesidad de detergentes para los grupos desfavorecidos en la India, así que adaptó su composición, distribución y precio a ese mercado, convirtiendo este producto en rentable. Eso sí, hacer esto no es fácil, ya que hay que adaptar organizaciones que se enfocan en mercados completamente distintos, donde hay más oferta que demanda, las necesidades básicas están cubiertas, los canales de distribución son eficientes, etc.

Tengo más esperanza en esta última vía de progreso que en otras, ya que ha sido la que ha llevado a los países ricos a su posición actual. Y si hay dudas, demos un repaso con sentido crítico a cómo y por qué ha subido nuestro nivel de vida desde tiempos de los Reyes Católicos hasta hoy, veamos lo que ha representado la empresa y sus procesos creativos en la satisfacción de las necesidades humanas. Al fin y al cabo, la empresa, los negocios, son creaciones humanas puestas al servicio del hombre, y debe beneficiar a cuantas más personas mejor, pero sobre todo no a costa de la dignidad de otras.







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