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Intercambio, Valor económico y Dinero

Intercambio, Valor económico y Dinero
El hecho de que toda representación solamente sea verdad en relación con otra, aun cuando el sistema ideal del conocimiento que, para nosotros, reside en el infinito, haya de contener una verdad separada de aquel condicionamiento, caracteriza un relativis


Por: Andreas Boehmler | Fuente: www.arbil.org




La relatividad de la verdad
En este apartado Simmel realiza un esfuerzo epistemológico considerable al intentar integrar el valor económico dentro de una cosmovisión relativista. Como ya anotamos anteriormente, siempre cuando Simmel -siguiendo a Kant- habla de realidad, la considera como realidad conocida, es decir, no en su carácter ontológico sino gnoseológico.

De nuevo nos encontraremos ante una inducción desde la teoría a la práxis, desde la teoría del conocimiento a la teoría del valor; en concreto desde las "ideas" al "dinero". Del mismo modo que las ideas son -en Simmel-expresión objetiva de la relatividad de la verdad, lo es el dinero de la relatividad del valor. Y del mismo modo que las ideas parecen ser propiamente la verdad de las cosas, el dinero parece ser propiamente el valor de las cosas.

En ambas esferas se observa el paso del carácter substancial al carácter funciónal44. En la historia del pensamiento, el esfuerzo de relacionar de algún modo lo particular con lo universal, la pluralidad con la unidad-, nos topamos de continuo con teorías tendencialmente unilaterales.

Para superar este dilema de siempre Simmel propone abandonar la noción de correlatividad entre lo relativo y lo absoluto. Todo se puede disolver en relatividad aunque corresponda a una necesidad de la mente humana el buscar un fundamento absoluto, intención declarada de toda especulación metafísica, sea de naturaleza ontológica (el ente como tal, los primeros principios) o gnoseológica (las categorías aprióricas). Simmel esquiva este "dilema del fundamento" en cuanto que aplaza "ad infinitum" la cuestión de la verdad total realizada materialmente.

Formalmente, es decir, similar a las categorías vacías kantianas, el conocimiento absoluto existe ya, pero materialmente no: "Así como no podemos considerar los últimos presupuestos de un conocimiento terminado como condicionados, subjetivos o relativos, sí, en cambio, podemos y debemos hacerlo con cada presupuesto aislado que se nos ofrece como la realización momentánea de esta forma.

El hecho de que toda representación solamente sea verdad en relación con otra, aun cuando el sistema ideal del conocimiento que, para nosotros, reside en el infinito, haya de contener una verdad separada de aquel condicionamiento, caracteriza un relativismo de nuestro comportamiento que también se aplica de modo análogo en otras esferas".

La historia del conocimiento está, por tanto, caracterizada por el desplazamiento del absoluto45, aquí entendido como lo axiomático. En la misma linea que le sirve de cauce al pensamiento cientificista-positivista, Simmel afirma que lo demostrable va ganando terreno a lo indemostrable, objeto de mera intuición46.

"Si no queremos aferrarnos para siempre, de un modo dogmático, a una verdad que, por razón de su esencia, no precise ninguna prueba, nos veremos en la obligación de admitir como fundamento del conocimiento (en su forma completa) esa reciprocdad de la prueba mutua. El conocimiento es un proceso que se mueve libremente, y al igual que en éstas (las masas) la verdad es un concepto relacional. La totalidad del conocimiento no es, pues, «verdad», como la totalidad de la materia tampoco es pesada".

Otro argumento en favor de la relatividad de la verdad, Simmel lo deriva -sorprendentemente- de una postura eminentemente clásica (tradición aristotélico-tomista), a saber, que la "materia de la causa" del conocimiento intelectual son las sensaciones. Con esto se viene a subrayar que no es un intelecto separado quien conoce sino el compuesto corporeo-espiritual: el hombre.

Además, de modo similar a Aristóteles, -quien afirma en el primer capítulo de la Metafísica que racionalidad y naturaleza no son antinómicos sino que el conocimiento arranca de algun modo de la naturaleza47-, Simmel está convencido de que todas las representaciones del ser son funciones de una organización física-psiquica particular.

En Aristóteles el saber está encaminado a purificarse de su carácter utilitario para llegar a la "ciencia que se busca"48, es decir, aquella que se busca por sí misma. También en Simmel la verdad arranca de lo utilitario: "En su origen esta verdad no es util porque sea verdad, sino al revés.

De hecho carecemos de otro criterio definitivo para establecer la veracidad de una representación del ser, como no sea el de determinar si las acciones dirigidas hacia ella producen los resultados deseados. La totalidad (del conocimiento) obtiene su valided solamente en la relación con ciertas organizaciones psicofísicas, sus condiciones de vida y la necesidad de su actividad".

Por último, Simmel apoya su epistemología relativista en una tercera linea de argumentación: la metodología. La mente humana busca acercarse a la verdad mediante dos métodos opuestos: la experiencia (inducción) y los aprioris (deducción). La verdad objetiva es considerada el producto de la mutua fructificación de ámbas, es decir de su relatividad: "Y aunque en cada uno de estos métodos siempre queda algo subjetivo, precisamente la relatividad de su aplicación parece expresar adecuadamente la significación objetiva de las cosas".




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