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Propuestas para ayudar a las naciones en vías de desarrollo

Propuestas para ayudar a las naciones en vías de desarrollo
El 17 de enero un grupo de consultoría entrega un informe a los funcionarios de Naciones Unidas sobre cómo ayudar a las naciones en desarrollo a superar la pobreza.


Fuente: Zenit.org



NUEVA YORK, sábado, 29 enero 2005 (ZENIT.org).- El 17 de enero un grupo de consultoría entrega un informe a los funcionarios de Naciones Unidas sobre cómo ayudar a las naciones en desarrollo a superar la pobreza. El denso documento de 3.000 páginas es obra del Proyecto del Milenio de Naciones Unidas, que ha sido comisionado para desarrollar un plan global para lograr los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM) para el año 2015.

Los ODM son una serie de metas para reducir la pobreza, el hambre, la enfermedad y la falta de infraestructuras. El informe, «Invirtiendo en el Desarrollo: un Plan Práctico para Conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio», ha sido producido por un equipo de más de 250 experto, bajo la dirección del profesor de Harvard, Jeffrey Sachs.

El Secretario General de la ONU, Kofi Annan, dijo en una conferencia de prensa que el informe permitiría a los líderes del mundo «sumarse a debates muy serios y profundos sobre algunos de los temas y dilemas más importantes a los que hace frente la comunidad internacional», mientras se preparan para la cumbre de la ONU sobre desarrollo en septiembre. Annan declaraba que esperaba que el encuentro produjera «decisiones importantes y de envergadura» y todos pudieran «trabajar juntos para colocar los bloques constructivos de un mundo más seguro y más próspero».

¿Ganancias rápidas?


El informe invitaba a los países ricos a aumentar sus ayudas para el desarrollo, desde un 0,25% de su producto interior brutos (el nivel del 2003) hasta cerca del 0,44% en el 2006 y así lograr el objetivo del 0,7% en el 2015. También renovó la petición de condonación de la deuda y pidió «consolidar la gestión gubernamental, promover los derechos humanos, implicar a la sociedad civil, y promover el sector privado».

Uno de los elementos más innovadores del informe es lo que en él se denomina «acciones de ganancia rápida», diseñadas para salvar y mejorar rápidamente millones de vida y promover el crecimiento económico. Entre las medidas propuestas bajo este encabezado están:

-- Distribución libre de mosquiteros y medicinas efectivas contra la malaria para todos los niños en las regiones de riego, para finales del 2007.

-- Poner fin a los honorarios para las escuelas primarias y los servicios sanitarios esenciales, no más tarde del año 2006. La ayuda creciente de los donantes podría compensar estos honorarios, dada su necesidad.

-- Éxito en el llevar a cabo la campaña «3 de 5» para llevar a 3 millones de pacientes de Sida en países en desarrollo tratamiento antirretroviral para finales del 2005.

-- Expansión de los programas de almuerzos escolares para llegar a todos los niños en los puntos caliente del hambre, para no más tarde de finales del 2006. Los programas se usarían para alimentos producidos localmente.

-- Masiva llegada de nutrientes del suelo para los pequeños granjeros en tierras con suelos agotados de nutrientes, a través de distribución libre o subvencionada de fertilizantes químicos y agroforestales, no más tarde de finales del 2006.

-- Entrenar a un gran número de trabajadores con sede en sus comunidades para asegurar unas habilidades adecuadas en la salud, la educación, la agricultura, la nutrición, las infraestructuras, el abastecimiento de agua y los saneamientos, y la gestión medioambiental.

Entre otras recomendaciones el informe también pedía a las naciones de recursos que abrieran sus mercados a las exportaciones de países en desarrollo y ayudaran a aumentar la competitividad en exportaciones a través de inversiones en infraestructuras relacionadas con el comercio, como la electricidad, las carreteras y los puertos.

También hizo una súplica a los donantes internacionales para que movilizar su apoyo para aumentar la investigación y el desarrollo científicos que se dirijan a las especiales necesidades de los pobres en las áreas de salud, agricultura, recursos naturales y gestión medioambiental.

Lo que está en juego


«¿Cómo se verá el mundo en el 2015 si se logran los objetivos?», preguntaba el informe. Satisfacerlos significaría sacar a más de 500 millones de personas de la pobreza extrema. Asimismo, más de 300 millones dejarían de sufrir hambre. La sanidad infantil se mejoraría también dramáticamente, salvando las vidas de más de 30 millones de niños de menos de 5 años de edad.

Los ODM también piden que se proporcione agua potable segura para 350 millones de persona y que se asegure los saneamientos básicos para 650 millones. Cientos de millones de mujeres y chicas también podrán asistir a la escuela, y gozar de mayores oportunidades económicas y políticas.

El informe admitía que muchos países están en la senda de lograr al menos algunos de los objetivos para el 2015. A nivel mundial, entre 1990 y 2002 la media de ingresos totales aumentó en cerca de un 21% y el número de personas en pobreza extrema descendió en unos 130 millones. Además, la tasa de mortalidad infantil ha caído y un 8% más de personas en países en desarrollo han recibido el acceso al agua, con un 15% también que han logrado acceder a una mejora en los servicios sanitarios.

Sin embargo, el África subsahariana es otra historia. La región está en una situación dramática, «en una espiral hacia debajo de Sida, de malaria que renace, descenso de alimento pro persona, deterioro de las condiciones de vivienda, y degradación medioambiental». Un niño nacido hoy en esta región tiene sólo un tercio de oportunidades de llegar a los 65 años de edad, establecía el informe.

Según el informe, no hay un factor único que explique el éxito o el fracaso de los ODM. Enumera, sin embargo, cuatro razones que explican por qué no se logran los éxitos:

-- gestión gubernamental pobre, marcada por la corrupción, opciones pobres de política económica, y negación de los derechos humanos.

-- la trampa de la pobreza, con economías locales y nacionales demasiado pobres para hacer las inversiones necesarias.

-- progreso dispar, con una parte de un país que avanza, mientras que en otros lugares persisten bolsas de pobreza.

-- áreas de políticas específicas descuidadas que pueden tener un efecto monumental en el bienestar de los ciudadanos, incluso cuando la gestión gubernamental es adecuada.

Seguridad y estabilidad


El informe también defendía que los ODM no son importantes únicamente desde el punto de vista de asegurar una mayor justicia global y los derechos humanos, sino que «también son vitales para la seguridad y estabilidad internacionales y nacionales».

«Es mucho más probable que las sociedades pobres y hambrientas entren en conflicto por los recursos vitales escasos, como fuentes de riego y tierra de labranza – y por fuentes de recursos naturales, como el petróleo, los diamantes y la madera- que las sociedades de ingresos altos». El informe añadía que en los últimos años muchos líderes del mundo han puesto de relieve «la poderosa relación entre reducción de la pobreza y seguridad global».

En el último número de la revista Developments, No. 28, publicada por el Departamento para el Desarrollo Internacional del gobierno británico, Jeffrey Sachs, el profesor de Harvard que supervisaba el informe del Proyecto del Milenio del Naciones Unidas, explicaba que algunos de los razonamientos que están detrás de los ODM.

«Ahora mismo los países ricos están manejando emergencias en África cada año – pero no estamos resolviendo el problema», escribía Sachs. Añadía que al concentrarse tanto en la ayuda alimentaria o solución de las emergencias, quedan por resolver los problemas subyacentes. «Por otro lado, si ayudamos a África a invertir fuertemente en mejorar la actividad agrícola, en las instituciones de sanidad pública para la prevención y el tratamiento de la enfermedad, en la gestión medioambiental – estas emergencias disminuirían».

Sachs también aducía que no hay un remedio único. «El desarrollo dependerá del comercio y de la ayuda y de la reducción de la deuda», escribía. «No es el comercio contra la ayuda, no es sólo comercio o sólo ayuda».

Las recomendaciones del informe no han carecido de discusión. Uno de los coordinadores del informe, Nancy Birdsall, fue citado el pasado 18 de enero diciendo que estaba preocupada por se hacía suficiente énfasis sobre «los muchos pasos difíciles que deben dar los países pobres que no tienen nada que hacer con el dinero». Birdsall también fue crítica con las prioridades múltiples del informe y afirmó que había demasiadas «victorias rápidas».

Y en el Financial Times del 19 de enero, el comentarista Martin Wolf afirmaba que, basándose en su experiencia anterior en el Banco Mundial, dudaba que los cambios sustanciales pedidos pudieran lograrse en tan corto espacio de tiempo.

Cambiar el modo en que se organizan los gobiernos, preparar a un gran número de personas y construir infraestructuras económicas son tareas que requieren tiempo, defendía Wolf. «Una cuidadosa acumulación que genere mejoras sostenidas sería ampliamente mejor que una expansión dramática que termine en caos y decepción».

Un sano debate sobre cómo ayudar a las naciones en desarrollo podría servir para clarificar los temas, siempre y cuando las naciones ricas pasen de la teoría a poner en práctica acciones concretas.


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