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Felicidad, un universo de pequeñas cosas

Felicidad, un universo de pequeñas cosas
Edgardo Flores Herrera profundiza en la felicidad, como valor de plenitud


Por: Edgardo Flores Herrera | Fuente: Yoinfluyo.com



Beso con la luna y con el sol... con ternura... con pasión.
Porque la luna nos arrulla y el sol nos brinda calidez.
El uno con el otro son uno.
Ambos son vida... la vida en la Tierra.

¿Cuántas personas creen que es necesario hacer algo impresionante para sobresalir? ¿O cuántas más, que necesitan tener "algo" para ser especiales y diferentes? Yo lo creía hace algunos años atrás. Era un afán por encontrar la felicidad y el reconocimiento.


Hay un "rumor", un rumor muy grande, de que en el mundo hay mucha gente que siente un gran vacío en el interior. Personas que caminan como autómatas por la vida. Seres humanos que caen en desesperación día con día, pero que no encuentran una explicación a esa sensación. En sí, una falta de felicidad que se apodera de muchísimos hombres y mujeres.

Encontrar la felicidad ha sido, es y será una de las grandes luchas que hemos de enfrentar. ¿Dónde hallarla? Muchas voces hay que se alzan para dar una respuesta. Existen unas que afirman que encontraremos dicha felicidad en obtener aquello que hemos anhelado, sea una meta o un objeto material.

Otras voces nos invitan a evitar el sufrimiento, como camino a un estado de confort, bienestar y felicidad. Unas ideologías más modernas, nos extienden la mano afirmando que no hay de qué preocuparse, sino que hay que ser "light", disfrutar, vivir; sólo así seremos felices. Un mundo capitalista nos ha enseñado que obteniendo las cosas "necesarias" para vivir "bien" nos ayudará a que la felicidad inunde nuestras vidas: un "buen" trabajo, una "buena" familia, un "buen" hogar, una "buena" alimentación, una "buena" salud, todo ello nos brindarán felicidad.

Otras voces escolásticas nos han enseñado que la felicidad se presentará al llegar al cielo, a la iluminación, al nirvana o a la autorrealización. Al final, todos quieren encontrar una respuesta, un sentido y una razón para ser felices.

Quizá, y sólo quizá, uno de los errores del ser humano ha sido aferrarse a la búsqueda de la felicidad por sí misma. Es como querer reír buscando reír. Reímos cuando algo que no esperábamos ni buscábamos nos robó esa sonrisa y nos colmó el espíritu de júbilo; por el contrario, cuando queremos reír teniendo en mente el afán de reír, dicha risa suele ser más forzada, menos intensa, más ficticia.

¿No sucederá lo mismo con la felicidad? Pareciera que cuando buscamos algo con mucho afán, tal se aleja más y más, y si lo alcanzamos, pareciera que no es suficiente.

¿Entonces? ¿Dejamos de buscar la felicidad? No lo creo. Es como pensar en dejar de reír. Pero la felicidad, como la risa, debe nacer espontáneamente, dentro de nuestra cotidianidad: ¡las pequeñas cosas de la vida!

Llevo el leve recuerdo de mi abuelita que sonreía mientras me veía haciendo alguna travesura o mostrándole algún nuevo logro dentro de mi desarrollo. He visto a personas que prestan un servicio proyectando felicidad. Madres que por las mañanas llevan con cariño a sus hijos al colegio. Hombres y mujeres agradeciendo. Profesionistas desgastados, pero satisfechos con lo que realizan día con día. Y podría continuar con una lista interminable. Pero el punto es lo que les une: la capacidad de ser felices con el disfrutar de las pequeñas cosas.

Poder disfrutar de las pequeñas cosas de la vida está relacionado con la comprensión de que, con nuestras pequeñas acciones, contribuimos a que el espacio y el tiempo donde estamos nos pide que nos "demos", que entreguemos lo mejor de nosotros, con responder a nuestra propia misión, ¡con llenar de sentido cada momento, cada acto! Todos los seres humanos tenemos una razón (y misión) de existir y de contribuir. En muy diversas ocasiones pareciera que tal visión es una utopía o una mentira, pero la existencia misma nos reclama, nos pide, nos invita a responderle... aunque no lo escuchemos por el ruido alrededor.

Quien es feliz en lo poco, será feliz en lo mucho. La pregunta que invade, que se repite en el diario andar de muchos seres humanos ha sido, ¿qué tiene la vida para mí? La pregunta que impera y que enarbolan otros más es, ¿qué quiere la vida de mí? La primera, pareciera arrebatar, pedir, exigir derechos. La segunda, pretende donar, darme, entregarme en mi misión. ¿Cuál es la pregunta correcta? Aquella que me permita realizarme y trascender en las pequeñas cosas.

edgardoflores.blogspot.com
Twitter: @edgardoflores









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