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Celebremos una cena
Que sigue repitiendose en cada Misa, es el mismo Cristo que da la vida por cada uno.


Por: Guillermo Ortiz, S.J. | Fuente: Reflexiones Siglo XXI



"Celebremos nuestra amistad con una cena, esta noche", le dijo Daniel a Ricardo. Eso me recordó otra cena, la Cena de Jesús con sus discípulos.

Fue en Jerusalén y al lugar se lo llama Cenáculo, precisamente por eso, por la cena.

Fue una cena de amigos. Jesús les dijo: "ya no los llamo siervos, los llamo amigos", pero minutos antes les había lavado los pies, como un servidor.

"Nadie tiene más amor que aquel que da la vida por sus amigos" –afirmó Jesús estremecido frente a la traición y la inminencia de la cruz. Así, Jesús trataba de explicarles que no moría simplemente porque lo condenaban. Moría por ellos. Y cuando en ese misterio tan grande, cuando les da el pan y les dice: "Es mi cuerpo entregado por ustedes", Jesús les dice hasta qué punto los quiere.

Es en esta Cena de los amigos que son capaces de morir unos por otros, cuando los discípulos de Jesús escuchan este mandato especial de Jesús: "Ámense entre Uds."

Y el misterio continúa, porque los discípulos, los apóstoles cumplieron con la orden de repetir esa Cena que fue la primera Misa, de manera que ese Jesús que nos ama sigue estando entre nosotros, presente en la comunión de su cuerpo entregado por nosotros y en el Sagrario de las iglesias, capillas y oratorios del mundo entero.









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