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Recreación del carisma
Se debe encontrar una nueva identidad de la vida religiosa femenina.


Por: Germán Sánchez | Fuente: Catholic.net



El problema resulta para la vida religiosa aquel de buscar una nueva identidad: "Estamos en un momento decisivo para interrogarnos una vez más sobre nuestra identidad... Es necesario acoger o crear un nuevo modelo, todavía no disponible, aunque ya intuible"1

¿En dónde encontrar este modelo? Por un lado nos encontramos con un mundo cambiante, que afecta a la persona consagrada, y por otro, la persona consagrada debe actuar en un mundo cambiante, un mundo al que quizás ya le es ajeno todo lo que sepa a religioso: el mundo prevalentemente laico de la posmodernidad.

Los capítulos Generales extraordinarios, exhortados por el Concilio Vaticano II promovieron formas alternativas para adaptarse a los "signos de los tiempos". Formas que de alguna manera salían al paso para solucionar un problema de adaptación a los tiempos actuales. De entre esas formas cabe anotar la revisión de las estructuras y jerarquías de los gobiernos, la revisión de las etapas de formación y de la misma formación, la misión del Instituto y su aplicación concreta al campo del trabajo apostólico, la relación de la persona consagrada con el mundo y principalmente con los medios de comunicación social. No olvidemos también la revisión que se hace del sentido de los consejos evangélicos buscando dar un sentido y significado siempre actual a la pobreza, la castidad y la obediencia.

Todas estas posturas, revisiones y reflexiones no son sino manifestaciones de un mismo deseo: renovarse para renovar un mundo alejado de Dios. Y en esta renovación queriendo y no queriendo se toca el carisma fundacional con las preguntas y reflexiones de lógica consecuencia para adaptarlo a los tiempos actuales.

Y esto es así porque en el carisma se lleva toda la identidad de la consagración, el "código genético" de la persona consagrada en determinado Instituto religioso, si quisiéramos utilizar una expresión más de acuerdo a la ingeniería genética, hoy tan en boga. En el carisma está constituido no sólo la finalidad específica del Instituto sino la conformación espiritual, humana y social de la persona consagrada.2 El carisma no es por tanto tan sólo una interpretación del evangelio a la luz del Espíritu Santo que deja ver al fundador una parte específica del evangelio. Es también "descubrir el yo escondido con Cristo en Dios"3. La persona consagrada descubre por tanto su yo profundo, su yo espiritual, a través del carisma.

La importancia del carisma para la adaptación a los tiempos del Post-concilio era vital. "Renovarse o morir" fue el slogan proclamada por no pocas congregaciones femeninas. Y así con dedicado y apasionado celo se dedicaron a estudiar el carisma fundacional. "Tornar a las raíces", "descubrir el espíritu primitivo" fueron los leit motiv de varios Capítulos Generales Extraordinarios.

A nuestro parecer dos tendencias guiaron el desarrollo de estos capítulos generales: quienes tomaron como base el aggiornamento (y habría que hablar tanto sobre este aggiornamento para dejar en claro lo que significa y lo que no significa) y se lanzaron a revisar el carisma a la luz de este aggiornamento. O bien quienes tomaron como base el carisma y se lanzaron a su aplicación hacia los nuevos hechos, las nuevas circunstancias.

Quienes toman como base la renovación, el mundo cambiante, en el momento de voltear la vista al carisma se lo ve algo desfasado, algo faltante, como que no acaba de llenar las expectativas de los cambios que se dan. Es por tanto necesario adaptar el carisma a los tiempos modernos y así, sin preguntar al espíritu del carisma, o sea al Fundador o a la Fundadora -hablamos, entiéndase, en sentido figurado- se dedican a retocarlo, y en muchos casos el tal carisma queda después de retocado muy alejado de cómo fue la primera concepción por parte del Fundador o la Fundadora.

¿Qué tiene que ver el carisma de la Congregación con la lucha contra la contaminación ambiental? Muchos Capítulos Generales se sintieron portavoces de los tiempos que corrían "por ahí fuera" y de ahí la necesidad de hacer "práctico y moderno" el carisma.

Quienes siguieron la otra alternativa, la de tomar el carisma como base a los tiempos actuales, parten del carisma para iluminar "los signos de los tiempos". Permítaseme una comparación: son éstos que toman la luz del carisma para analizar las circunstancias y los hechos de un mundo cambiante. Su punto fijo es el carisma, lo que cambia es el mundo. Para quienes el proceso debe ser al contrario la luz viene del mundo cambiante y con esa luz iluminan el carisma, de ahí que sea el carisma quien tenga que cambiar, que adaptarse a los tiempos modernos.

La solución al problema podría vislumbrarse ardua, pero segura. Los últimos años de la década de los sesentas y durante toda la década de los ochentas asistimos a cambios nunca antes vistos: abandono de la vida fraterna en comunidad, sustituida por nuevas experiencias de vida comunitaria; lanzamiento a nuevas formas de apostolado; interpretación de los votos de acuerdo a una nueva mentalidad, más actual, más dinámica y con mayor respeto a la persona humana; introducción de reformas en la liturgia con el fin de hacerla más participativa, rica y dinámica; búsqueda de nuevas formas de oración, bien sea en lo personal, bien sea en la vida en comunidad, sin excluir la adaptación de oraciones no católicas, como las de corte oriental... y así podríamos seguir enumerando una gran serie de cambios en la vida religiosa, originados por el proceso de re-creación del carisma, especialmente de aquellos que tomaban los cambios del mundo como guía y faro para alumbrar el carisma.

Las dos posturas podrían parecer muy similares, pero mientras quienes habían optado por revisar el carisma se esforzaban por adaptarlo a los tiempos modernos, desdeñaban la originalidad del carisma, mientras que las que habían hecho del carisma la base para iluminar los cambios, tenían al carisma como eje y centro de todas las realidades.4

Se trataba por tanto de re-crear el crisma o de recrearse en el carisma.


¿Es necesaria la disyuntiva?

NOTAS

1 C. Maccise
2 Amedeo Cencini, Vita consacrata: itinerario formativo lungo la via de Meaux, Edizioni San Paolo, Milano 1994.
3 Amedeo Cencini, Amerai il Signore Dio tuo. Psicologia dell´incontro con Dios, Edb, Bologna 1993, pp. 13-30.
4 Luigi di Carluccio, Il Rischio dell´amore. Madre Anselma Viola,Editrice Rogate. Roma, 1991. "Il carisma diventa luce dell´intera esistenza d´un uomo o di una donna, fonda inoltre l´esperienza spirituale e l´apostolato specifico di molti seguaci, innalza le anime e ne favorisce la santificazione".

 

 

 

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