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La Mujer, educadora en la Fe y ejemplo de lucha constante

La Mujer, educadora en la Fe y ejemplo de lucha constante
¿Cuál es el papel de la mujer en las sociedades contemporáneas?, ¿Es comprendido el valor de la mujer y sus aportaciones?


Por: Carmen Vargas Carrera | Fuente: Escuela de Pastoral para Laicos



La familia es la base principal de nuestra sociedad, el núcleo alrededor del cual se desprenden diferentes modos de vida, formadora y educadora. Es ahí en donde las semillas de fe, valores y principios, se siembran para dar fruto posteriormente. El padre y la madre no nacen sabiéndolo ser, pero la experiencia de vida y la educación espiritual son la base de una familia funcional, en donde existe la comunicación, comprensión, cimentación de valores y sobre todo armonía, paz y amor dentro de cada uno de los integrantes.

Pero, ¿Qué papel juega la mujer dentro de ella? En nuestro actual siglo XXI aparte de desempeñar el rol de madre, esposa, amiga, profesionista, ama de casa, la mujer conlleva una doble labor: el educar e inculcar los valores espirituales dentro de los hijos y muchas veces dentro de los esposos.

La mujer en la actualidad, y en su mayoría, desempeña no solo el papel de madre o ama de casa, sino que tiene que proveer también del sustento económico, realizando múltiples actividades : estar con los hijos, preparar los alimentos, alistarlos para ir a la escuela, atender al esposo, educar, escuchar, amar, comprender y desenvolverse también profesionalmente.

¿De donde toma esa energía la mujer para poder desempeñar tantos roles a la vez?

De una Fe sólida, del amor constante y de una vida orante, pues su labor no es nada fácil. Muchas de ellas se enfrentan a una Sociedad que parece no comprender que posee las mismas oportunidades, derechos y obligaciones, han transcurrido años de lucha social emprendidas por mujeres que han abierto brecha para que hoy podamos disfrutar y colocarnos en una posición diferente a la de antaño.

Pero es Cristo el que provee esta fuerza, este ánimo y nuestro Creador que ha depositado en cada una de nosotras el corazón de madre de donde emana la vida para nuestros seres queridos, ahí en ella encontraremos la palabra de comprensión, de amor y el consejo adecuado en nuestro crecimiento como hijos. Ella nos ira orientando a través del camino de la vida, como madre y sobre todo en la relación madre-hija, nuestra mejor amiga, compañera, consejera.

Que importante es tener en la adolescencia, cuando sentimos que nadie nos entiende, a nuestra madre, ¿Quién mejor que ella para darnos el consejo que tanto necesitamos? ¿Quién mejor que ella para educarnos en la fe?

Y lo digo desde mi experiencia personal, una madre a la que siempre estaré agradecida porque el mayor tesoro que ha podido legarme es la Fe que la mantiene viva, el amor por Cristo, y su enseñanza como ser orante, un ejemplo de mujer a la que siempre he visto acudir en todo momento a nuestro Señor, y que por supuesto como hija es el testimonio que mayormente te puede impactar.

Madres, continuar con su labor como educadoras de la fe, dentro de sus familias, la vida orante debe ser el alimento espiritual que fortalezca las relaciones entre sus miembros, la fuente de vida en donde la familia se reúna, cuyo eje central es Cristo Jesús, nada faltará de esta manera en aquel hogar.

Concluimos con el hermoso mensaje de la parábola del hijo pródigo, o el “AMOR DEL PADRE”, que nos dice “La misericordia del padre no tiene límites, El siempre espera con los brazos abiertos que sus hijos extraviados vuelvan a El”, para acogerlos, abrigarlos, perdonarlos.

Una iniciativa del hijo de darse cuenta de la enorme necesidad que tiene de su padre, de los privilegios que tenía al estar en la casa Paterna. Es ello el recapacitar, el saber reconocer que necesitamos de Dios, porque nuestra vida sin El sería vacía.

Maravilloso es cuando con humildad podemos percatarnos que la necesidad de El es enorme, expresando “Perdóname padre, por todo este tiempo que he vivido alejado(a) de ti, dame una nueva oportunidad, quiero conocerte, amarte, iniciar una nueva vida cerca de ti”.

Como seres humanos nos equivocaremos a lo largo de la vida, inclinándonos tal vez por un camino lejos de Dios, pero nunca es tarde para volver al redil, El siempre espera el regreso de cada uno para hacer de nosotros hombres y mujeres nuevos, renovados en su Palabra, bendiciones hermosas esperan a sus hijos cuando con corazón arrepentido vuelven sus ojos a El.
Una vida maravillosa y llena de luz, a través de el paso que El espera que te decidas a dar el día de hoy.

Así sucede con nuestros padres, y la mujer que nos dio la vida siempre esperara con los brazos abiertos a que sus hijos vuelvan al hogar. Es ella, que al poseer el amor de Cristo en su corazón, sabe amar, lo da todo sin esperar recibir nada a cambio.

La mujer que en todo tiempo es madre, esposa, consejera, amiga a la vez, a quien valoramos, amamos y agradecemos eternamente por su lucha constante y su labor como educadora de la Fe.

























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