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Fe católica y foros de internet

Fe católica y foros de internet
¿Cómo valorar las posibilidades de participacíon en internet desde el punto de vista de la fe católica?


Por: P. Fernando Pascual L.C. | Fuente: Catholic net



El mundo de internet deja abiertos amplios espacios a la participación de los usuarios. Blogs, foros, facebook, noticias comentadas, viven gracias a las ideas, dudas, propuestas, de miles de personas que intervienen sobre los temas más variados.

¿Cómo valorar estas posibilidades desde el punto de vista de la fe católica? ¿Son una ayuda o pueden crear situaciones problemáticas a la hora de comprender la doctrina de Cristo y de vivir mejor las enseñanzas de la Iglesia?

Pensemos, por ejemplo, en algunos foros católicos. Llegan allí personas que expresan sus dudas, sus ideas, sus propuestas. Otros responden, algunos con buena formación, otros con errores más o menos graves. El resultado puede ser confuso o claro: todo depende de quiénes escriben y cómo lo hacen.

Así, encontramos en los foros temas como los siguientes: “¿vale el bautismo de los niños? ¿Tiene sentido el celibato en el mundo moderno? ¿Por qué la Iglesia se opone al uso de preservativos? ¿No habría que disolver las conferencias episcopales? ¿Todo lo que dice la Biblia vale igual? ¿Por qué Dios creó a Judas si sabía que iba a traicionar a Cristo? ¿Por qué no vender los tesoros de la Iglesia para dar comida a los pobres? ¿Qué ocurriría si el Papa negase un dogma del Credo? ¿Hay que dar siempre limosna a los pobres que encontramos por la calle?”

La cantidad de preguntas y de temas que se plantean es casi infinita, como también la variedad de respuestas que se ofrecen.

Con personas preparadas, con católicos que han estudiado su fe y que la aman, las respuestas y las conversaciones pueden ser provechosas y enriquecer a muchos (participantes o lectores “pasivos”). Especialmente si la sana doctrina está unida a la caridad: poco logra un forista bien preparado pero lleno de actitudes intolerantes y agresivas hacia quienes tienen dudas o errores en su mente débil y confundida.

La situación es muy distinta si la mayoría de los participantes no tienen casi formación católica o si albergan en su corazón ideas erróneas sobre su fe. Al dar respuestas, al contribuir a las discusiones, lo único que harán es confundir más a personas ya de por sí llenas de dudas. Al leer la participación de quien se declara católico pero no lo es a fondo, esas personas darán por buenas respuestas imprecisas o erróneas, en ocasiones claramente contrarias a la fe.

Ocurre, en otros casos, que el mismo modo de plantear las preguntas y de someterlas a la discusión lleva a dos peligros no siempre puestos en evidencia.

El primero consiste en afrontar los temas de la fe según una mentalidad “democrática”. ¿Cómo ocurre esto? El foro, el chat, la apertura a las participaciones, aceptan como “regla” que cada usuario puede dar libremente su opinión, expresar sus dudas o sus intuiciones, en el respeto de algunas normas de comportamiento, de “etiqueta”. Poco a poco casi todo el mundo de la fe es visto como espacio abierto a la discusión, en el que unos dicen una cosa, otros la opuesta, y no falta quien se declara “católico abierto” o “católico maduro” porque se siente “preparado” para negar elementos esenciales de la Revelación que nos llega a través de Jesucristo.

Es triste constatar, por ejemplo, la presencia de foristas en internet que, apoyados en libros erróneos o en profesores “católicos”, van contra la doctrina del pecado original, de la Redención, de la divinidad de Cristo, del origen sobrenatural de la Iglesia; o contra el celibato sacerdotal, la infalibilidad del Papa, la indisolubilidad del matrimonio; o que están a favor del aborto, del divorcio, del disenso de la Iglesia. Otros rechazan el Concilio Vaticano II como si fuera obra del diablo, o critican todas las reformas litúrgicas aprobadas por el Papa y los obispos que actúan legítimamente. Otros toman actitudes sincretistas, y mezclan con plena paz de la conciencia ideas del Evangelio con enseñanzas budistas. No faltan quienes tienen la costumbre de despreciar, ironizar, incluso insultar a obispos, a sacerdotes, a religiosos o a laicos de modo sistemático, y crean una mentalidad de “partido”: los que piensan como ese forista o ese autor de un blog, los que están en contra.

El resultado de un fenómeno tan caótico es desolador, y refleja en parte (porque los foristas son, por ahora, un porcentaje pequeño de personas) la confusión en la que viven millones de bautizados.

El segundo peligro surge cuando algunos suponen que recurrir a una página de internet sería suficiente para resolver las propias dudas en temas religiosos. Esto sería verdad en parte si la página (foro, blog, etc.) contase, como dijimos antes, con personas bien preparadas, con moderadores atentos y disponibles, y con una dirección dotada de auténtico sentido de Iglesia.

Pero eso no basta, pues muchas de esas dudas podrían resolverse simplemente y con mayor seguridad a través de la lectura de la Biblia, del Catecismo de la Iglesia católica, de los documentos de los Papas y de los Concilios. Recurrir a un foro para preguntar si Cristo murió por los pecados del mundo o sólo para dar ejemplo es insuficiente, cuando tal doctrina queda clara si se acude al propio párroco, a un catequista bien formado o a los numerosos documentos de la Iglesia.

Ocurre, por desgracia, que algunos sacerdotes no enseñan la sana doctrina, o que llegan incluso a defender ideas heréticas. Pasó desde los inicios de la Iglesia, pasa ahora y, tristemente, es muy probable que siga pasando en el futuro. Pero también es verdad que la acción del Espíritu Santo en el Papa, en los obispos, en los sacerdotes y religiosos, en miles y miles de catequistas y agentes de pastoral, garantiza la sana doctrina y la ofrece a todas aquellas personas de buena voluntad que quieren conocer el camino enseñado por Jesucristo.

Conservar la fe católica es posible desde un uso inteligente y ponderado de las nuevas posibilidades que ofrece el mundo participativo de internet. Conocer las riquezas y los límites de ese mundo permitirá discernir cuándo un foro o un chat sirve de ayuda y cuándo es mejor dejarlo de lado para invertir el propio tiempo en lecturas serias y en momentos de diálogo fecundo con quienes, por su amor a Cristo y a la Iglesia, ofrecen con sus labios y con su corazón la auténtica doctrina de nuestra fe católica.

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