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Impacto del aborto en el hombre
Es hora de que nosotros aseveremos cuál es el dolor que los padres sienten ante el aborto


Por: Stephanie Simon | Fuente: Los Ángeles Times



Jason Baier habla con regularidad a un pequeño niño que él llama Jamie. El imagina a este niño – su hijo – con cabello rubio y ojos azules, grandes mejillas y una dulce sonrisa.Pero él nunca podrá estar seguro.

La hermana de su novia le comentó del aborto después de que había terminado. Baier recuerda que él lloró. Las próximas semanas y meses están en negro. El sabe que tomó demasiado. El y su novia pelearon hasta que rompieron. “Odio al mundo”, dijo él.

Baier, de 36 años, todavía suspira por el niño que podría haber nacido, con una intensidad que lo desconcierta: "¿Cómo pude perder algo que ni siquiera llegué a sostener?"

En estos días, él canaliza su dolor siendo activista en un movimiento floreciente de “hombres post-aborto”. El aborto normalmente se muestra como un asunto femenino: su cuerpo, su opción, su alivio o su arrepentimiento. Este movimiento nuevo – tanto político como profundamente personal en su naturaleza – sostiene que el pronombre está completamente equivocado.

"Nosotros abortamos," dijo Mark B. Morrow, un consejero Cristiano. "Yo he tenido abortos".

Morrow conversó con más de 150 activistas antiaborto reunidos recientemente en San Francisco para lo que fue referido como la primera conferencia nacional relacionada con los hombres y el aborto. Los participantes – principalmente consejeros y clérigos – estuvieron escuchando por dos días charlas sobre tópicos como "Medicando el dolor de la pérdida de la paternidad” y "Terapia del Perdón para Hombres Posterior al Aborto".

La sesión más destacada puso de relieve el testimonio de hombres cuyas parejas habían abortado. Baier, quien actualmente vive en Phoenix, dijo a los asistentes que él sufrió años de depresión y adicción. "No podía quitarme el pensamiento de la cabeza, acerca de lo que había perdido".

Desde que el concepto del Síndrome Post-Aborto surgió a principios de la década de los años 1980, algunas mujeres han hecho un recuento de historias similares – y han aprendido como apalancarlas dentro del poder político. Ellas hablan en Audiencias Legislativas y en manifestaciones organizadas por la Campaña de Concientización No Más Silencio (Silent No More Awareness Campaign). Han escrito declaraciones juradas detallando sus años de tormento emocional, las cuales la Fundación de Justicia, un grupo conservador privado de apoyo legal, presenta a los creadores de leyes y a las cortes, a nivel nacional.

La primavera pasada, la Corte Suprema citó estos recuentos como una de las razones para prohibir el procedimiento de término tardío, que los opositores llaman aborto de nacimiento parcial (“partial-birth” abortion). La opinión de la mayoría sugirió que esta prohibición protegería a las mujeres de una decisión de que posteriormente podrían arrepentirse.

El testimonio de las mujeres también fue utilizado para justificar una prohibición al aborto directo en el 2006, en Dakota del Sur (los votantes cambiaron la prohibición antes de que ésta entrara en efecto).

"Es una regla que si Usted quiere que una ley pase, debe contra anécdotas para atrapar a las personas" indicó la Dra. Nada Stotland, Presidente electo de la Asociación de Psiquiatras Americanos. Los activistas Antiabortos han hecho esto bien, indicó ella. "Han tenido éxito al convencer a mucho del público americano" de que el aborto deja a las mujeres heridas.

Ahora, esos activistas ven una oportunidad de expandir dramáticamente este mensaje.

La Fundación para la Justicia ha estado solicitando recientemente declaraciones a los hombres; un enlace en línea promete: "Su historia ayudará a los esfuerzos legales para terminar con el aborto". La Fundación No Más Silencio anima a los hombres a testificar en las manifestaciones.

El terapeuta Vincent M. Rue, que ayudó a desarrollar el concepto del trauma post-aborto, realice un estudio en línea que solicita a los hombres a verificar síntomas (tales como irritabilidad, insomnio e impotencia) que ellos consideran están sufriendo como el resultado de un aborto. Una vez que los hombres sean reconocidos como víctimas, indica Rue, "hará que la sociedad cambie".

Aquellos que apoyan el derecho al aborto ven esta última movilización con recelo: si las anécdotas de las mujeres afligidas pueden conmover a la Corte Suprema, ¿qué podría alcanzar el testimonio del dolor de los hombres?

"Potencialmente, ellos podrían cambiar el debate por completo," indicó Marjorie Signer de la Coalición Religiosa para la Elección Reproductiva (Religious Coalition for Reproductive Choice), un grupo de varias denominaciones que apoyan el derecho al aborto.

El concepto de trauma post aborto se disputa con vehemencia. Muchos estudios publicados en varias revistas médicas (revisadas por paneles médicos), sugieren que las mujeres que han tenido abortos están más propensas a la depresión o el abuso de drogas. Pero la investigación no prueba la causa/efecto, indica Stotland.

Esto podría ser, indica ella, que las mujeres que han tenido abortos son más inestables emocionalmente, en primer lugar. El aborto es una de las cirugías más comunes en el país, con más de 1 millón realizadas al año; mientras que algunos de los que se realizan el procedimiento llegan a arrepentirse, los doctores indican que no llegan a ver una epidemia de traumas tanto en hombres como en mujeres.

Pero los activistas que lideran el movimiento masculino establecen claramente que ellos no se basan en estadísticas para establecer su caso. Cuentan con el poder de las lágrimas de los hombres.

"La verdad vivida por la experiencia de las personas es muy difícil de desestimar", indicó Vicki Thorn, quien realiza consejería post-aborto para la Iglesia Católica. "Es hora de que nosotros. . . aseveremos cuál es el dolor que los padres sienten".

Morrow, el consejero, describió su arrepentimiento de la siguiente forma: primero como una sospecha en su mediana edad – más de una década después de que embarazara a tres novias (una de ellas en dos ocasiones) en una rápida sucesión a finales de la década de los 1980. Todos los cuatro embarazos terminaron en abortos.

Años después, cuando su esposa le dijo que estaba embarazada, "de inmediato me di cuenta de que tenía cuatro hijos muertos", indicó Morrow, de 47 años, que vive cerca de la localidad de Erie, en Pensilvania. "No le había dedicado ni un solo pensamiento. Ahora, todo se me ha venido de un momento a otro – mira lo que has hecho".

Unos meses después, Morrow contactó a la ex-novia que había abortado dos veces. Se reunieron y oraron juntos, buscando paz. Después de que terminaron, ella derramó su ira en una carta: "Ese largo día que nos sentamos en esa clínica dejada de Dios, tenía la esperanza de que tu te levantaras y dijeras ‘No podemos hacer ésto’. . . pero no le hiciste".

Aun los que apoyan el aborto reconocen que los hombres pueden beneficiarse de la consejería cuando ellos y sus parejas tienen que lidiar con un embarazo no deseado. El sociólogo Arthur Shostak, ha entrevistado a miles de hombres que esperan en clínicas abortistas; aun y cuando ellos tratan de proyectar fuerza para ayudar a sus parejas en la odisea, muchos le indicaron que ellos se sentían impotentes, ansiosos y solos. Algunos soñaban acerca de los hijos que nunca conocerían.

Shostak animó a las clínicas a acercarse a éstos hombres. Pero ve los movimientos de los activistas con alarma.

Los reclutadores usualmente rondan los retiros espirituales, grupos de apoyo y bíblicos que buscan sanar el trauma post-aborto. A los hombres se les exhorta a pensar en ellos como padres, a ponerle nombre – y pedirle perdón – al niño que podrían haber criado, si sus parejas no hubieran abortado.

En un retiro, a los hombres se les solicita que dibujen a sus hijos e hijas bailando en un prado soleado a los pies de Jesucristo.
"Ellos atraen hombres que pueden tener cierta ambivalencia, posiblemente algo de culpa, y ellos exacerban estos sentimientos", indicá Shostak.

Chris Aubert, una abogado de Houston, sentía unicamente indiferencia en 1985 cuando una novia le dijo que estaba embarazada y que planeaba abortar. Cuando ella le preguntó si quería venir a la clínica, él le dijo que no podía; él jugaba softball los sábados. Le dejó un cheque por $200 debajo de su puerta y nunca más habló con ella.

Aubert, de 50 años, estaba igualmente despreocupado cuando otra novia tuvo un aborto en 1991. "Me era completamente irrelevante", indicó. Pero años después, Aubert experimentó una sensación de intranquilidad creciente. El y su esposa estaban susurrando acerca del ultrasonido de su primer bebé cuando finalmente lo golpeó -- "desde lo más profundo de mi estómago" dijo – que el aborto estaba mal.

Desde ese momento, Aubert se convirtió al Catolicismo. Su esposa y él tienen cinco niños y en algunas ocasiones, él protesta frente a clínicas abortistas. De vez en cuando, sin embargo, Aubert se pregunta: ¿Y qué hubiera sucedido si su primera novia no hubiera abortado? ¿Cómo sería su vida diferente?

Probablemente, hubiera experimentado un matrimonio sin amor y, probablemente, un divorcio triste. Hubiera estado atado a dar apoyo a sus hijos mientras trataba de crear su práctica legal. Probablemente, nunca hubiera conocido a su esposa. Sus hijos - Christine, Kyle, Roch, Paul, Vance – probablemente no existirían.

"No tendría las bendiciones que tengo ahora", indicó Aubert. Así pues, decía, de cierta forma los dos abortos facilitaron su felicidad futura.

"Esto es un debate intelectual que tengo conmigo mismo", indicó. "Lucho con ello".

Al final, dice Aubert, su objeción moral siempre gana. Si pudiera devolverse en el tiempo, el trataría de salvar a estos bebes.

¿Pero estarían de acuerdo sus novias de aquel entonces? ¿O pensarían ellas también que los abortos fueran una opción para una mejor vida?

Aubert se ve sobresaltado. "Nunca había pensado acerca de ello desde el punto de vista de la mujer", dijo lentamente.

"Desde un punto de vista, si, probablemente ella habría tenido educación, se hubiera casado con un gran tipo, tenido seis hijos y todo sería de maravilla ahora", dijo. Pero tampoco cree que sería tan poco complicado. "Podría molestarle cada 20 años o cada cinco años o todos los días, pero es una herida".

El no ha conversado con ninguna de sus exnovias, pero indica que puede imaginarse lo que ellas sienten, ya que él sabe muy bien cómo le han afectado los abortos. El nunca sufrió las pesadillas que los otros hombres describen, o los llantos desgarradores, el abuso de drogas o el odio a si mismos. Sin embargo, él sabe que se encuentra sucio.

"Tengo esta mancha en mi alma", indica Aubert, "y siempre estará ahí".

Tiene la esperanza de organizar una sección de padres en la marcha del mes de marzo en Washington, en protesta por el 35 aniversario de la Roe vs. Wade, el fallo de la Corte Suprema que legalizó el aborto.

Aubert imagina a cientos de hombres orando, cantando – y blandiendo pancartas que digan: "me arrepiento de mi aborto".

 







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