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Ese hijo es tuyo, meditación
Retiro La mirada de la msiericordia


Por: P. Manolo Perez |



En un mundo en el que constantemente se están haciendo comparaciones, rangos y estadísticas entre la gente, no es fácil creer en un amor que no hace lo mismo. Que Dios pueda estar junto a ti para darte consuelo y sostén, como a hijo predilecto y úni-co, puede ser una nueva realidad a tener en cuenta si te identificas con el hijo mayor. El hijo menor se merece la fiesta de bienvenida por ser tan único como tú, como el hijo mayor, también estás invitado a participar de la fiesta como hermano.

Resentimiento y gratitud no pueden convivir. Vives la gratitud cuando reconoces que todo lo que eres y tienes te ha sido dado como don de amor, don que tienes que cele-brar con alegría. Puedes elegir entre el resentimiento y la gratitud porque Dios te ha dicho lleno de afecto:” tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo” (Lc 15,31). Los actos de gratitud te van haciendo agradecido y capaz de arriesgar en el amor sintién-dote amado por Dios; puedes vivir el perdón y participar en la alegría de la comunión con los perdidos que fueron encontrados.

Tú no puedes perdonarte a tí mismo, no puedes obligarte a sentir amor por más que lo desees y lo esperes. Hasta que no te encuentres con el amor incondicional e ilimitado del Padre que sale a buscarte y te dejes encontrar para hacerte libre más allá de tu necesidad de agradar o de encontrar aprobación. Confía con la convicción profunda de que el Padre te quiere y no descansará hasta que estés en casa, seas el hijo mayor o el menor. Esa convicción puede llegar a ser más fuerte que la sensación de extravío; lo dice Jesús:” todo lo que pidan en la oración lo obtendrán si tienen fe en que van a recibirlo” (Mc 11,24).

padrem.perez@gmail.com

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